El Chato Matta llegó al restaurante y pidió un pulpito al olivo y un arroz con mariscos jugosito con rocoto molido. Y para calmar la sed pidió una jarrita de chicha morada. “María, el gran Pancholón me invitó a su sauna privado donde el Chinito Richard y Nilson lo atienden como rey y a cada rato le ponen eucalipto, manzanilla, hierba luisa y cascaritas de naranja en la cámara de vapor.
‘Chatito -me dijo-, la verídica que ya no entiendo nada de este mundo moderno. Hay una ‘Calavera’ de las redes que un zambito lo ‘cuernea’ y le dice al ‘partidor’ ‘no hay problema, hermanito’. Estamos todos locos. Y eso que soy caminante de toda la vida y mis ojos han visto de todo.
Luego puso una de sus salsas preferidas de ‘El canario’: Hace solo un instante éramos dos extraños/ Que se estrechan las manos y comienzan a hablar/ Ahora tú y yo sabemos que nos pertenecemos/ Que esta sed de tu cuerpo yo la voy a saciar… Te vas a saciar de mí, más allá de tu alma/ Donde ya las palabras no tendrán qué decir/ Te vas a saciar de mí, más allá de tu cuerpo/ En la cama con fuego, sin principio ni fin/ Te vas a venir conmigo, te vas a venir conmigo...’.
La vida es un sube y baja, y el varón debe estar preparado para todo. Recuerdo que tuve mi época de oro en la radio. Ganaba miles de dólares y viajaba por toda Sudamérica. Siempre estaba rodeado de un montón de hinchas y ‘chupes’ a los que paraba trago y comida en juergas que duraban varios días.
En ese tiempo andaba con una flaquita del Callao que me calentó la cabeza. Me pegué. Pero, a la vez, desfilaban varias mujeres por La Posada. Hacía el amor todos los días con diferentes chicas. Las quería poseer a todas, estaba enfermo de sexo.
De un momento a otro lo perdí todo y casi me voy pa’ La Habana. Ahí desaparecieron todos esos ‘camarones’ que me sonreían. Pasé épocas duras, la publicidad de la radio se fue al piso y los dólares ya no entraban a la caja. Casi me embargan mi carro del año. Pero siempre fui recursero, hábil y me volví a levantar.
En la vida hay que estar preparado para todo, Chato. A comer caviar, lenguado, lomo fino y también tu pan con huevo frito. El hombre debe ser parador, así como en el amor. El tramposo gana y pierde en la calle.
Muchachos, hay que tener cuidado para hacer sus cosas, no se regalen para que no los ampayen. Me dan risa esos sonsos que ahora que abunda la tecnología se dejan descubrir. He tenido mujeres ricas y locas que quisieron incendiar mi carrito rojo, conocido como ‘la sartén’.
Hubo otra que en la comida me metía pepas para que me quede dormido y no salga. La más loca era la ‘Burrier’, que se paraba en la puerta de La Posada para que no me vaya y yo tenía que llegar a mi casa.
Meterse con una enferma de celos es vivir un infierno porque va a estar contigo echada en el cuarto, va a ver fantasmas y te puede clavar un cuchillo. Por eso no me enamoro de nadie. En la vida tienes que ser pensante. Veo a causas que sufren por el engaño, pero les aconsejo que no perdonen. Todo eso lo contaré en mi serie que será sensación e irá por Netflix’”. Ese señor Pancholón es un cochino y sinvergüenza. Me voy, cuídense.
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