La Seño María

Pancholón y la rusita Irisa

“Me convertí en Jim Carrey en ‘La Máscara’, enamorando a la mamacita de Cameron Diaz”
Pancholón 'se convirtió' en Jim Carrey en La Máscara (New Line Cinema)

El Chato Matta llegó al restaurante por un cebiche chalaco de bonito con calamar, choclito y ají limo. Después pidió un arrocito con mariscos jugosito. Para calmar la sed se tomó una jarra entera con limonada frozen porque salió solcito. “María, recibí la llamada urgente de mi hermano ‘Chato, somos saunita papá, el chinito Richard está poniendo hierba fresca con cascarillas de piña y naranja. Baja urgente, solo cuídate de los envidiosos y malaleche’.

Cuando llegué, el abogado mujeriego se sancochaba a más de 50 grados. ‘Chatito, se viene el partido amistoso Perú-Rusia en San Petersburgo y días después ante Chile en Sochi. Te juro que volaron los recuerdos de los amores que viví en el Mundial Rusia 2018. Sobre todo con mi amor, mi rusita Irisa’. ‘Cuenta Panchito, solo queda entre nos’.

‘Bueno, yo llegué a las playas de Sochi, en el Mar Negro, en plan ganador, con mi espectacular parlante bluetooth, mi bermuda, mi camiseta blanquirroja, mis lentes de sol y coloqué una tremenda salsa de Zaperoko, ‘La revancha’, y ensayé mis pasos de baile en la arena, recordando mis mejores madrugadas en ‘La Ensenada’ y ‘La Ley’.

En eso vi que una rubia de ojos cielo y con una tanguita de infarto me miraba entre sonriente y curiosa. Al toque saqué mi celular última gama y puse mi aplicación ‘diccionario ruso-español’, me acerqué y le dije en ruso: ‘¿Bailas?’. El mujerón enrojeció y la gente me hacía barra. Ella sonrió y salimos al ruedo. Me convertí en Jim Carrey en ‘La Máscara’, enamorando a la mamacita de Cameron Diaz. Le agarraba la cinturita y más abajo aún, y la rubia era pura risita coqueta.

Le susurraba al oído la única palabra que había aprendido para piropear rusitas: ‘krasota, krasota’ (belleza, belleza) y le di un besito en la orejita y la muñeca se estremeció. ‘Te voy a narrar el final imaginario de la Copa del Mundo entre Perú y Rusia: Ya se va mi Perú, dominando balón Pancholón, empieza a correr, empieza a picar, pasa la media cancha y aparece una linda rusa y le comete infracción, una plancha directa al corazón, y Panchito cae al suelo, la miraaaaa y se enamoraaaaaa... ¡¡goooollll!!’.

Mi narración se la traduje al ruso y la hermosura me gritó: ‘¡¡Viva el Perrrú!!’, me dio un chape y me invitó a su departamento. En el dormitorio dejé en alto el nombre del Perú con mi famoso ‘salto del chanchito’.

Los problemas comenzaron cuando ella me dijo: ‘Panchito, quédate en mi departamento, para que todas las noches me relates más partidos, pero que tengan muchos goles’. Era insaciable. Yo le canté la firme: ‘Mi amor, ya estoy en base cinco y solo te puedo relatar partidos los fines de semana’.

La rubia se convirtió en una ‘leona loca’ exigiendo que la dejen coja como Sheyla. Se salió con su gusto y acabó el Mundial, pero me tuvo ‘secuestrado’ un mes más y me tuve que escapar sin despedirme. En Lima cobré feo. Un ‘zapato roto’ me grabó besuqueándome en una discoteca y subió el video. Mi mujer me botó y tuve que alojarme en la casa de playa de un abogado famoso’”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino y sinvergüenza, y encima lo cuenta. Me voy, cuídense.

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