Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un lomito al jugo con papas fritas, arroz blanco graneado y, para tomar, un emoliente al tiempo. “María, ayer fue el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, fecha que nos recuerda que en nuestro país ellas, desde niñas, sufren todo tipo de abusos. Un dato revelador: El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) señala que 52 de cada 100 mujeres de 15 a 49 años han sido víctimas de violencia alguna vez por parte de su pareja o expareja. La cifra es un escándalo y debería darnos vergüenza. Pero violencia no solo son los golpes, también es psicológica y verbal —que son las más comunes— y que siendo invisibles dejan huellas profundas en las víctimas, pues destruyen su dignidad y autoestima. También están, por supuesto, la violencia física y sexual.
Todo esto provoca traumas, depresión y pérdida de autonomía en las mujeres. Muchas soportan en silencio, incluso durante años, por vergüenza, miedo o porque terminaron normalizando el infierno que padecen. Por eso, es destacable la campaña del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables ‘Entornos sin violencia sexual: observa, escucha, actúa’, que busca promover la prevención de la violencia sexual hacia niñas, niños y adolescentes, sobre todo en los lugares donde más ocurren estos casos, como el hogar, la escuela o el transporte público.
La iniciativa invita a que todos observemos las señales de alerta, escuchemos con atención y actuemos a tiempo, buscando orientación o denunciando cuando corresponda. Se puede llamar de forma gratuita a la Línea 100 las 24 horas del día, o escribir al Chat 100. Todos provenimos de una madre y, con suerte, también tenemos hijas, abuelitas, tías, sobrinas, quienes se merecen respeto y consideración. Luchemos contra la violencia, pues si no se detiene a tiempo puede acabar en su forma más extrema, que es el feminicidio. El año pasado se registraron 154 casos. Abominable”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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