Dos agentes de la Guardia Nacional fueron asesinados este miércoles en un tiroteo registrado en pleno centro de Washington DC. El ataque ocurrió en la esquina de la calle 17 y la calle I, una zona a escasos metros de la Casa Blanca. La noticia fue confirmada por Patrick Morrisey, gobernador de Virginia Occidental, estado de origen de las víctimas.
El anuncio llegó acompañado de un mensaje de pesar de Morrisey, quien lamentó la muerte de ambos agentes tras haber sido baleados y trasladados a hospitales. El hecho generó una fuerte movilización policial en una de las áreas más vigiladas de la capital estadounidense.
Las fuerzas del orden respondieron rápidamente y ordenaron a los transeúntes refugiarse en edificios cercanos. Testigos describieron el caos inicial, asegurando que se escucharon dos disparos y luego gritos de auxilio mientras las ambulancias evacuaban a los heridos.
El presidente Donald Trump informó que tanto los agentes como el agresor fueron llevados a distintos centros médicos. Desde su mansión en Mar-a-Lago, donde permanece por el puente de Acción de Gracias, reaccionó públicamente y calificó al atacante como “animal”, asegurando que “pagará un precio muy alto”.
Según relatos en la escena, el estallido de los dos disparos provocó que la gente corriera en distintas direcciones para ponerse a salvo. Mohammed El-Katabi, un visitante de Atlanta, contó que vio partir dos ambulancias y en una de ellas observó a un hombre con ropa militar. Otros testigos mencionaron la presencia de helicópteros y un fuerte despliegue policial tras la evacuación.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, informó inicialmente sobre el tiroteo y pidió oraciones por los agentes heridos antes de que se confirmara el fallecimiento de ambos. Posteriormente, el gobernador Morrisey señaló que estaba en coordinación con autoridades federales mientras avanzan las investigaciones.
En paralelo, la policía confirmó el arresto de un sospechoso, quien también se encuentra gravemente herido. Varias personas que se encontraban cerca afirmaron haber visto a efectivos del Servicio Secreto corriendo tras un individuo que llevaba una sudadera con capucha.
Un testigo citado por medios locales explicó que las detonaciones se escucharon alrededor de las 2:15 p. m., lo que desató el pánico entre los peatones que circulaban por una zona normalmente concurrida durante esa hora.
El ataque ocurre meses después de que la Guardia Nacional fuese desplegada en Washington por orden de Trump, bajo el argumento de combatir la criminalidad en una de las ciudades más violentas del país. La medida generó controversia desde el inicio, ya que la alcaldesa Muriel Bowser había señalado previamente una reducción en los homicidios.
Pese a las diferencias iniciales, Trump luego destacó la cooperación con el gobierno local. Sin embargo, una jueza federal determinó recientemente que el despliegue es ilegal y ordenó su retiro antes del 11 de diciembre, una decisión que aumenta la tensión política en torno al uso de tropas en la capital.
En redes sociales, Trump reiteró que el responsable del ataque enfrentará consecuencias. Además, envió un mensaje a las Fuerzas Armadas y a la Guardia Nacional, resaltando su labor y pidiendo bendiciones para los uniformados.
Horas después del incidente, las autoridades continuaban acordonando la zona mientras las investigaciones avanzaban. La escena del crimen, a escasos minutos de la residencia presidencial, permaneció bajo vigilancia constante.
El país amaneció sacudido por un hecho que dejó en evidencia la vulnerabilidad incluso en los alrededores del edificio más resguardado de Estados Unidos, mientras la Casa Blanca y organismos federales monitorean cada actualización del caso.
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