El fotógrafo Gary llegó al restaurante por su cebiche de ojo de uva y su pollito a la olla con arrocito blanco y rocotito molido.
“María, fui temprano a la Redacción y me encontré con el legendario periodista el ‘Sonámbulo’. Estaba molesto, tecleaba con furia. ‘Gary, la inseguridad ciudadana está peor cada día. Los hampones se multiplican como cucarachas. Ni en los chifitas de barrio se salvan, donde comes tu sopita wantán y arroz chaufa. Los delincuentes se aprovechan de que esos negocios humildes no pueden pagar seguridad privada y actúan con impunidad.
Un ejemplo es el asesinato de una menor de edad en un chifa sencillito de Huaycán. Raquel, una estudiante de quinto de secundaria, trabajaba como mesera en el local de su tío, lo hacía para ayudar a su madre. Cuando estaban cerrando, cerca de la una de la mañana, tres encapuchados ingresaron y violentamente redujeron a su tío, quien de milagro se salvó de ser baleado. ‘¡Dispara, dispara!’, gritó uno de los rateros, pero el arma se trabó. Ni bien tomaron el dinero de la caja y el celular del dueño, apareció la jovencita aterrorizada y comenzó a gritar. El sanguinario que gritó ‘¡dispara!’, la acribilló y ella murió llegando al hospital.
Este no es un hecho aislado. Por toda la ciudad proliferan delincuentes que se agencian armas como si compraran un juguetito. Asaltan en las mototaxis, en motos, en auto-colectivo, en los ómnibus de transporte público, en los restaurantes, en las barberías, en los nidos, colegios, afuera de las universidades, en los hoteles e incluso te ‘marcan’ en los aeropuertos. Uno ya no está seguro en ningún lugar.
Si te compras un reloj bamba, una imitación de Rolex de cien soles, corres el riesgo de que te maten los de la ‘Banda de los Rolex’. Aquí hay responsabilidades compartidas. Muchos hampones son reincidentes. A veces, en la misma comisaría, malos efectivos ‘arreglan’ y no los pasan a la Fiscalía. En otros casos, son fiscales y jueces ‘chuecos’ que no los encarcelan o los mandan ‘con arresto domiciliario’ para que sigan delinquiendo.
Es una cadena nefasta que repercute en los ciudadanos indefensos. ¿Cuántas muertes se hubieran evitado si estas hienas estuvieran tras las rejas? Creo que deberían construirse más cárceles en zonas como Challapalca, Sicuani y Cerro de Pasco, para mandar allí a los asesinos incorregibles. Eso de que las cárceles son ‘centros de readaptación’ es un eufemismo.
En Lurigancho y Sarita Colonia se vende cerveza, hay ‘restaurantes’ y los taitas viven allí como si estuvieran de vacaciones o, lo que es peor, desde el mismo penal siguen operando”. Pucha, el señor ‘Sonámbulo’ tiene razón. Estoy indignada por la muerte de esa pobre chiquilla, una víctima más de la inseguridad ciudadana. Me voy, cuídense.