Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos frejoles con seco, ensalada y una jarra de maracuyá fresquecita.
“María, la violencia delictiva es una pesadilla que todos los peruanos sufrimos a diario. Si no somos víctimas de algún ‘marca’, extorsionador o ‘robacarros’, vivimos con el temor constante de que seamos los próximos en ser asaltados o asesinados. Son de terror las cifras del último reporte de victimización elaborado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
De miedo y de escándalo, pues se ve claramente que los criminales avanzan ante la inoperancia de la Policía, el Ministerio Público y el Poder Judicial. Así, en los últimos seis meses, más del 26 por ciento de peruanos han sido víctimas de un hecho delictivo y, en Lima, ¡¡15 de cada 100 habitantes!! sufrieron el robo de su cartera, dinero o celular. La consecuencia es que más del 86 por ciento de peruanos de 15 años a más piensa que puede ser víctima de un hecho delictivo en los próximos 12 meses.
Con estos números, que son oficiales, podemos decir que los peruanos estamos jaqueados por rateros, asesinos y otras lacras. ¡Así no se puede vivir y mucho menos construir un país viable! Un peruano puede trabajar varios años, ahorrar privándose de muchas cosas e invertir todo su dinero para levantar una micro o pequeña empresa, tal vez una bodega, una ferretería, un restaurante, pero no para que vengan unos sucios criminales a robarle, extorsionarlo y hasta a matarlo.
En un instante, esas cucarachas pueden destruir el trabajo de toda una vida y hasta a una familia. Y esto ocurre todos los días. ¡Cuántos cientos, miles de negocios han cerrado por culpa de la delincuencia! Así el motor de la economía no puede avanzar. Al presidente Martín Vizcarra se le ha felicitado por su lucha contra la corrupción, pero bien haría en ponerle mucho más empeño del que ha mostrado hasta hoy para frenar a los delincuentes. Es indudable que algunos logros ha obtenido la policía en la tarea de desbaratar bandas, pero hay tantos criminales que la situación parece haberse salido de control.
La formación de los agentes en labores de inteligencia es fundamental para penetrar en las organizaciones criminales, hay que dotar a las comisarías de computadoras, Internet, armas modernas, buenos equipos de comunicación, patrulleros, combustible. A los efectivos hay que darles mejores uniformes, mejor capacitación y, algo impostergable, mejorar las leyes para que puedan cumplir su trabajo, porque no es posible que muchos efectivos decidan no usar las marrocas o sus armas en situaciones que lo ameritan por temor a ganarse pleitos judiciales”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.