Este Búho escuchó con atención ayer la lectura de sentencia para Pedro Castillo, Betssy Chávez y Aníbal Torres, el de los ‘ríos de sangre’, por el fallido golpe de Estado perpetrado el 7 de diciembre del 2022. Era obvio que el chotano iba a terminar en una condena, pues se trata de un delito gravísimo que atenta contra la democracia y las libertades de las que, con todas sus imperfecciones, los peruanos disfrutamos. Aunque algunos entendidos señalan que los magistrados beneficiaron al golpista, pues dejaron rendijas que le permitirían salir libre pronto. Si es así, sería injusto y peligroso, pues se estaría alentando a futuros golpistas.
Castillo y sus seguidores de la izquierda radical y trasnochada intentaron llevar a nuestro país por la senda de regímenes fracasados como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua, a los que admiran. Pero veo que en redes sociales muchos lo defienden. Afirman que es un profesor inocente que no robó. No porque una mentira se repita mil veces terminará siendo verdad. Los hechos están ahí, a la vista de todos, y solo basta revisarlos para darnos cuenta de que quienes lo defienden con esos argumentos mienten o tienen una memoria muy mala y selectiva.
Para este Búho lo que hizo Castillo durante su campaña presidencial, dividiendo y sembrando odios entre peruanos en cada plaza a la que iba, no tiene nombre ni perdón. El camino del odio y la división nunca será el correcto. Hasta hoy estamos padeciendo las consecuencias de su irresponsabilidad, con buena parte del sur del Perú expresando abiertamente su rencor a Lima, con gente que hoy odia y desprecia a la Policía y las Fuerzas Armadas.
Tampoco se puede olvidar que una vez electo, y antes de asumir la presidencia, el golpista hizo su centro de operaciones en la famosa casa de Sarratea, donde a altas horas de la noche se reunía con toda clase de sujetos que fungían de empresarios para hacer arreglos bajo la mesa. Cómo no recordar, también, los 20 mil dólares hallados en el baño en Palacio de Gobierno del entonces secretario de Castillo, Bruno Pacheco. Y el cobro de hasta 40 mil dólares a coroneles de la Policía para que sean nombrados generales tampoco se debe olvidar.
Por este vergonzoso caso y por ascensos truchos en las Fuerzas Armadas, la Fiscalía lo denunció de manera constitucional. Por esas coimas fueron ascendidos oficiales incapaces y turbios, dejando de lado a quienes sí lo merecían. Otra perlita del vacado presidente es que le encantaba nombrar a senderistas como funcionarios de Estado, incluso ministros.
Lo de Sada Goray tampoco puede ser pasado por agua tibia. Ella entregó, hasta donde se sabe, más de cinco millones de soles en coimas para que sean nombrados en puestos claves gente de su entera confianza y asegurarse así que avancen sus proyectos inmobiliarios.
El caso ‘Los Niños’ también es otra vergüenza. La Fiscalía acusó a Castillo de haber negociado los votos de varios congresistas, a los que él mismo llamaba ‘Niños’ porque hacían todo lo que les ordenaba, a cambio de licitaciones y contrataciones públicas. Igualmente está el caso de Salatiel Marrufo, el exjefe del gabinete de asesores del Ministerio de Vivienda, quien aseguró a la Fiscalía que daba a Castillo 50 mil soles mensuales para que lo mantenga en el cargo. Incluso reveló que el entonces ministro de Vivienda, Geiner Alvarado, pagaba por el mismo motivo a Castillo y que toda esa plata provenía de Sada Goray.
Marrufo, quien se acogió a la colaboración eficaz, señaló que Alvarado entregó al chotano más de medio millón de soles para seguir como ministro y le prometió dos millones de soles más. De acuerdo a Marrufo, el mandatario emocionado respondió: ‘Gracias, tú (Geiner Alvarado) te vas a seguir quedando de ministro, nadie te va a sacar, yo te lo garantizo’.
Esas son solo algunas perlitas del nefasto paso de Pedro Castillo por Palacio, así que de inocente y honrado, nada. Es un tipo taimado que cometió abuso del poder cuando este le cayó en las manos de forma impensada y se olvidó bien rápido de sus promesas de luchar por el ‘pueblo’, palabra que repetía hasta el hartazgo. Apago el televisor.
Contenido GEC