Una buena alimentación significa consumir los nutrientes que el organismo necesita para funcionar correctamente, todos los días en las cantidades necesarias; esto es ‘comer inteligentemente’.
Si los consumimos con buenos patrones, podremos hablar de un buen balance.
Una mala alimentación significa tener excesos, deficiencias y carencias de nutrientes en la misma, así como comer solo un grupo alimentario o dejar de comer algunos que necesita tu cuerpo.
La palabra clave es ‘información’: consultando a profesionales de la salud y nutrición, leyendo artículos de fuentes reales y libros sobre alimentación autorizados. No creer en todo lo que nos dicen en internet donde recomiendan alimentos mágicos y dietas milagrosas llenas de grasa que terminan empeorando la salud.
El ser humano es omnívoro (podemos comer de todo) y necesita alimentos naturales y variados para funcionar correctamente, mantener su integridad física y emocional, y para tener una mejor ‘calidad de vida’.