El único momento en que tomamos conciencia de nuestro apéndice es cuando se infecta y empiezan los dolores.
Para la mayoría constituye una parte inútil del intestino grueso, sin función conocida; sin embargo, la reputación de esta parte de nuestro cuerpo está mejorando.
El apéndice es una delgada pieza de intestino que asemeja a una cola, ubicada al extremo del intestino grueso.
La punta del tubo es cerrada y el otro lado lo une al intestino grueso. Puede medir hasta 10 centímetros de largo y aproximadamente un centímetro de diámetro.
Este órgano se encuentra solo en los humanos, ciertas especies de simios y en el oso australiano.
Otros animales tienen un órgano en la misma posición del apéndice que actúa como un estómago adicional donde determinadas bacterias realizan la digestión de la celulosa, parte fibrosa de las plantas.
Al parecer, a medida que hemos evolucionado con el paso del tiempo e ingerido menor cantidad de celulosa para favorecer el consumo de carne, ya no fue necesario un órgano especial para la digestión de estas sustancias.
Aunque su función no es del todo clara, estudios revelan que desempeña un importante papel en la inmunidad del cuerpo humano y estimula el crecimiento de bacterias intestinales sanas.
Por lo tanto, el apéndice cumple la función de refugio para bacterias intestinales y ayuda al sistema inmunológico ejerciendo de apoyo a las defensas.
Sin embargo, si se inflama se produce una condición llamada apendicitis que obliga a que sea retirado. Podría decirse, entonces, que el apéndice es un órgano importante, mas no imprescindible, puesto que se puede vivir sin él sin problema. Aunque las investigaciones continúan.
Cuando no se trata la apendicitis y no se extirpa a tiempo es posible que se produzca una peritonitis, enfermedad abdominal muy grave y dolorosa que puede provocar la muerte.
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