Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, el legendario héroe de la Breña, falleció un día como hoy, 10 de octubre de 1923, debido a la arterioesclerosis en el balneario de Ancón, al norte de Lima, fecha en la que se cumplen 99 años.
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Su nombre permanece y sigue latente hasta nuestros días, no solo por su valentía al enfrentar con valor al invasor chileno durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), sino también por su importante papel en el ámbito político del Perú hasta el final de sus días.
Cáceres nació en Ayacucho. Según Jorge Guillermo Leguía, Cáceres habría nacido el 4 de febrero de 1833; sin embargo, otros estudiosos afirman que fue el 10 de noviembre de 1836, al ser ese día en el que el militar solía celebrar su cumpleaños.
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Es considerado un héroe nacional por liderar la resistencia en la sierra central durante la Guerra del Pacífico. Cáceres fue el único de los principales héroes peruanos (entre ellos Miguel Grau y Francisco Bolognesi) que sobrevivió al conflicto y que posteriormente se convirtió en presidente del Perú (dos veces, de 1886 a 1890 y de 1894 a 1895).
Fue invitado especial a la celebración del Centenario de la Independencia del Perú, en 1921, durante el gobierno de Augusto B. Leguía. El Congreso, por Ley 4009 del 10 de noviembre de 1919, le confirió el grado de Mariscal del Perú.
Los chilenos le decían el ‘Brujo de los Andes’ porque siempre burló las maniobras militares que ponían en práctica los sureños. A pesar de que el ejército chileno contaba con un mayor número de soldados, Cáceres se enfrentó a ellos en múltiples combates.
Se dice que para dar la impresión de tener más combatientes, mandaba a disfrazar a las llamas con chullos y ponchos. También se hacía perseguir por terrenos difíciles hasta alturas insoportables a fin de que los adversarios sucumbieran víctimas del soroche. Otro truco que usaba el militar era colocar las herraduras de los caballos al revés para despistar al ejercito chileno.
Cáceres tenía 87 años de edad cuando le sobrevino la muerte en Ancón. Su velorio y entierro fueron multitudinarios. Hubo ceremonia fúnebre de cuerpo presente en la Basílica Metropolitana, con guardia de honor de las escuelas Militar y Naval, y de todas las tropas acantonadas en Lima y el Callao.
Cuentan los cronistas de la época que Luego su féretro fue llevado en hombros hacia la Cripta de los Héroes en el Cementerio Presbítero Maestro. En el camino, recibió vítores y homenajes de la gente que esperaba el paso del cortejo fúnebre. Sus restos fueron depositados, con muchos honores, en su última morada.
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