
La aparición en Piura de un caso de lepra, mal que afecta al sistema nervioso y provoca lesiones en la piel, nos hace recordar que tal enfermedad tiene miles de años sobre la Tierra.
Se reportan casos de personas con lepra desde hace al menos cuatro mil años, en civilizaciones como la china, la egipcia y la india.
Hoy se discute si se originó en África o en Asia, pero lo que sí parece estar fuera de duda es que llegó a Europa cuando, en el siglo IV antes de Cristo, la llevaron soldados del emperador macedonio Alejandro Magno, al conquistar territorios de lo que hoy son Grecia, Turquía, Siria, Irak, Irán, Jordania, Egipto, Turkmenistán, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán, hasta llegar a la actual India.

Por sus manchas claras o rojizas en la piel, con pérdida de sensibilidad, úlceras y a veces deformaciones, la lepra era en la antigüedad un mal visto como castigo divino.
Por ejemplo, la Biblia, en el Antiguo Testamento, la señala como castigo a la desobediencia o la falta de fe, y en el Nuevo Testamento aparece Jesucristo curando a leprosos.
Ya en el siglo XIX, el médico noruego Gerhard Armauer Hansen descubrió que la lepra no era ningún castigo de Dios, sino que era provocada por la bacteria Mycobacterium leprae, llamada en su honor bacilo de Hansen.

DATITO
En la antigüedad, los leprosos eran apartados, separados de la población o vivían ocultos para evitar contagios y no afectar a la sensibilidad de quienes los vieran.
Algo parecido se dio en la Edad Media, donde en leprosarios o leproserías aislaban a los enfermos para mantenerlos fuera de la vista pública.
Hoy, los pocos enfermos de lepra -mal que se transmite de persona a persona a través de gotitas respiratorias, como al toser o estornudar- son tratados con medicina.










