El estrés puede ser una fuerza de doble filo: en pequeñas dosis, nos motiva a cumplir metas, pero cuando se vuelve crónico afecta nuestra productividad y salud mental.
El exceso de estrés genera fatiga, dificultad para concentrarse y toma de decisiones, e incluso puede llevar al agotamiento o burnout.
Para mantener el equilibrio, es esencial identificar las fuentes de estrés y gestionarlas.
Establece prioridades claras y divide las tareas grandes en pasos manejables.
Practica técnicas de relajación, como respiración profunda o pausas conscientes durante tu jornada.
Además, evita caer en la trampa del multitasking, que muchas veces genera más tensión que resultados.
Aprender a desconectar es clave: respeta tus horas de descanso y dedica tiempo a actividades que disfrutes.
Recuerda que ser productivo no significa estar ocupado todo el tiempo, sino trabajar de manera eficiente mientras cuidas tu bienestar.
La mejor versión de ti se logra cuando cuerpo y mente están en equilibrio.