Sentirse bien no siempre es sinónimo de tener un corazón sano. Un infarto puede aparecer sin previo aviso; aun así, el chequeo cardiovascular sigue siendo uno de los controles menos realizados, pese a que permite identificar a tiempo factores de riesgo que pueden desencadenar una enfermedad cardíaca.
La cardióloga Dayana Cerpa advierte que muchos pacientes llegan sin molestias, pero con alta predisposición a sufrir un evento cardiovascular. “Hipertensión, diabetes, obesidad, tabaquismo y antecedentes familiares son factores que influyen directamente en el riesgo de infarto”, advierte.
El primer paso del chequeo cardiovascular es un perfil lipídico y metabólico mediante un análisis de sangre, que evalúa colesterol total, HDL, LDL, triglicéridos y glucosa. “No basta con revisar el colesterol total. Un LDL elevado, incluso con otros valores normales, ya incrementa el riesgo”, precisa Cerpa.
El siguiente examen clave es el electrocardiograma, una prueba rápida e indolora que registra la actividad eléctrica del corazón y puede revelar arritmias, alteraciones en la conducción o signos de daño previo.
“La prevención comienza con un chequeo cardiológico anual, incluso en personas jóvenes. Detectar a tiempo los factores de riesgo permite evitar infartos y complicaciones mayores”, afirma.
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