
Los plátanos son la comida rápida más perfecta que puede ofrecernos la naturaleza. Un solo plátano aporta vitamina B6 y ayuda a prevenir la depresión, problemas de la piel y el asma.
Además, es una fuente rica en potasio (contra los calambres y controla la presión arterial) y ácido fólico.
Es la fruta preferida de los deportistas, pero ¿en qué momento comerla para aprovechar sus nutrientes?
Los plátanos, como cualquier fruta, tienen un proceso de maduración. En cada fase ofrecen diferentes beneficios para la salud.
Cuando está verde, el sabor es más amargo y eso es porque está compuesto de casi la mitad de almidón resistente, lo que implica una digestión lenta, es decir, tarda más en digerirse.

El organismo descompone el almidón en glucosa, elevando el nivel de azúcar en sangre, pero de una forma lenta.
Es el indicado para los diabéticos tipo 2. Además, beneficia a la salud intestinal.
Cuando empieza a madurar, sigue siendo verde, pero es más fácil de digerir por su alto contenido en fibra.
El plátano amarillo sin manchas es más dulce. Tiene antioxidantes y también fibra.
Cuando ya está manchado, el almidón que tenía cuando estaba verde desaparece y se va convirtiendo en azúcar.
Pero esto no es malo, el plátano maduro contiene antioxidantes como la dopamina y la vitamina C, que fortalecen el sistema inmunológico.
DATITO
Cuando el plátano está totalmente marrón es más azúcar y la fibra dietética (pectina), que era buena para la digestión en su etapa verde, ya casi no existe. Sin embargo, es una alternativa para recetas como sustituto del azúcar química.
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