Si el fiscal supremo Juan Villena, el máximo representante del Ministerio Público, dice ponderar el derecho a la legalidad, bien podría adoptar una medida sancionadora contra la fiscal superior provisional Marita Barreto, coordinadora del Equipo Especial de Fiscales Contra la Corrupción (Eficcop).
A la luz de los hechos, es una opción pertinente después de la sospechosa actuación que ella protagonizó en defensa de Francisco Siucho Neira. Siucho es su principal testigo en su afán de enviar a prisión a Mateo Castañeda y a Nicanor Boluarte, exabogado y hermano de la presidenta Dina Boluarte, respectivamente. Los tres están involucrados en el caso ‘Los Waykis en la Sombra’.
Mientras la mayoría de medios está entretenida con los audios del capitán ‘Culebra’, pocos han dedicado espacio y tiempo a este suceso. No obstante que el mismo demuestra, una vez más, la politización de una autoridad que, en lugar de buscar la verdad con hechos reales, utiliza métodos vedados y mediáticos para conseguir su objetivo.
El viernes 23 de agosto pasado, Barreto llegó presurosa a la residencia de Siucho. Le avisaron que un grupo de personas se lo había llevado en un auto, aunque luego lo dejaron libre y regresó a su domicilio. Cuando salió de la vivienda, la fiscal dijo que se había tratado de un secuestro para amedrentarlo por sus declaraciones.
“Ha sido un secuestro. La Policía hará las investigaciones preliminares. Realmente esta es una gran preocupación para el Ministerio Público, esta es una situación inminente para un testigo protegido del Eficcop y aparentemente lo que buscaban eran los celulares. La verdad tiene que salir”, declaró.
Días después, la prensa objetiva sacó a la luz la verdad: se trató de una patraña, un ‘armani’, en donde ella no solo adelantó opinión, sino que formó parte del embuste.
Según se conoce, lo que ocurrió en la casa de Siucho fue una transacción para la compra de barras de oro ilegal. No fue un secuestro, no hubo robo de celulares, ni el caso tiene relación con los ‘Waykis en la Sombra’, como aseguró Barreto.
Es más. Un informe en ‘Caretas’ del conocido periodista Carlos Paredes reveló que Siucho no es un santo. Él y sus hermanos tienen investigaciones por lavado de dinero proveniente de la minería ilegal. ¡Manejan millones de dólares! Su familia es amiga del presentador de televisión Andrés Hurtado, Chibolín, con quien ahora están envueltos en un escándalo de tráfico de influencias.
Lo que es peor, la acusación que Siucho hizo contra Mateo Castañeda, sobre los S/ 15 mil que se encontraron en su oficina, se ha probado que era falsa. Es evidente que el escándalo que armó Barreto en la casa de su testigo era para impactar en la decisión que está por tomar el juez Concepción Carhuancho, ante un pedido de ella, para encarcelar al abogado Castañeda.
Barreto politiza sus casos y usa a testigos sin ninguna credibilidad. Es un peligro, pero es intocable. El fiscal de la Nación, su jefe, es apenas un holograma. Nos vemos el otro martes.
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