Hace mucho tiempo no se veía a una autoridad cometiendo un delito en plena flagrancia. Sucedió el martes pasado con el fiscal Henry Amenábar, quien fue ampayado en el baño de un centro comercial recibiendo un soborno de tres mil dólares de una persona que él mismo investigaba.
Ese monto era apenas un adelanto de un total de 20 mil dólares que le había pedido para archivar su proceso por el delito de estafa. El video de la intervención —que fue subido a las redes sociales y causó un tremendo impacto en la población— pone en evidencia, una vez más, que el Ministerio Público necesita una reforma a gritos.
La corrupción y la politiquería están enquistadas en esa institución, que debería ser un ejemplo de pulcritud y transparencia, pues su tarea primordial es, precisamente, la persecución del delito.
Amenábar, quien trabajaba en una fiscalía de Miraflores, no era un fiscal cualquiera. Había integrado el endiosado Equipo Especial del Caso Lava Jato, que investiga a la empresa corrupta Odebrecht.
Era el brazo derecho del fiscal José Domingo Pérez. En abril del 2019, Amenábar fue designado por Pérez para detener al expresidente Alan García, quien se quitó la vida durante esa polémica diligencia.
No es la primera vez que un miembro de ese grupo especial se ve involucrado en un caso de corrupción. Muchos se han olvidado que Jaime Villanueva, el otrora asesor de la exfiscal de la Nación Patricia Benavides, narró que el fiscal Rafael Vela, el jefe de ese organismo, favoreció al golpista Pedro Castillo cuando era candidato presidencial. No lo incluyó en una investigación que la fiscalía hacía al Partido Perú Libre por lavado de dinero. El arreglo, según ese testimonio, se hizo atendiendo un pedido expreso de Vladimir Cerrón, líder de esa agrupación y mentor de Castillo durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia.
A cambio pidió que, cuando ellos llegaran al poder, lo ayudaran con un proyecto de ley que le permitiera ser fiscal de la Nación.
No solo eso. Villanueva también testimonió que él mismo le pidió a Vela otros favores para favorecer a allegados suyos que eran investigados por la fiscalía. Vela ha negado esas sindicaciones, pero es un misterio si las mismas alguna vez han sido investigadas.
En otra oportunidad, un fiscal adjunto llamado Alexander Taboada fue acusado de filtrar información al expremier César Villanueva, quien era investigado por recibir sobornos de la compañía Odebrecht, cuando era presidente regional de San Martín.
Para llegar a esa autoridad, Villanueva convocó a varios fiscales amigos de él, uno de los cuales era amigo de Taboada y lo contactó. Una Fiscalía Anticorrupción había filmado los encuentros y grabado legalmente las comunicaciones entre los involucrados. Cuando el caso estuvo completo, un fiscal supremo que investigaba ese caso se reunió con Rafael Vela. Le contó las andanzas en las que andaba su subalterno, quien fue separado.
¿Cuántos casos más como el de Amenábar habrá en el Ministerio Público? No vemos el otro martes.
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