Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un lomito al jugo con arroz graneado, rocotito molido y, para tomar, un emoliente tibiecito. María, mañana es el Día de la Madre y los hijos tenemos la obligación de respetarlas, quererlas, engreírlas y velar por su salud y bienestar en todo sentido. La conexión que una madre tiene con sus hijos es única, poderosa e inigualable. Por algo llevaron nueve meses en su interior a ese ser al que dieron vida. Y eso es algo que todo hijo debe tener bien presente. Lo digo sobre todo porque en estos tiempos de smartphones y computadoras, siento que los niños y jóvenes me parecen más egoístas, pues paran más pendientes de sus pantallas que de cualquier otra cosa.
Es decir, que dominados por la tecnología solo piensan en su satisfacción personal sin pensar demasiado en los demás, incluida la mamá. Por los juegos en línea, por chatear, por ver videos tontos, muchos en estos tiempos se olvidan de lo esencial, que son las relaciones personales, especialmente con la familia. No quieren pasar tiempo con los hermanos ni los padres, pues están concentrados en el smartphone. Y si no es el celular, es la televisión, el cable.
En este mes de las madres, todos los hijos debemos tomarnos unos minutos y reflexionar, con humildad y sinceridad. Hacernos preguntas como ¿abrazo siempre a mi madre y le digo que la quiero?, ¿la cuido lo suficiente?, ¿no estoy sacando provecho de su amor por mí?, ¿me preocupo por su salud, por su alimentación?, ¿me esfuerzo para que sea feliz? ¿la llamo para saber cómo está?, ¿la visito y escucho sus preocupaciones, sus pensamientos, sus temores?
Siempre he creído que solo un domingo no puede ser el Día de la Madre. Es apenas uno solo de 365 días. ¿Solo eso se merecen nuestras viejitas? Definitivamente, no. Todos los días deben ser su día. Si no hacemos eso, cuando nos falte nos lamentaremos porque no fuimos el hijo que mamá se merecía y esperaba. No sé si es gracioso o triste ver a tanto tonto tomar alcohol y pasar el Día de la Madre con amigos en la calle. ¡¡Como si ellos fueran mamás!! Ni siquiera son capaces de ‘sacrificar’ su domingo para pasarlo con la persona que los parió con dolor.
Seamos mejores personas y aprendamos a querer mejor a mamá, a respetarla más, a velar mejor por ella. ¿Cuándo fue la última vez que invitaste a tu mamá a pasear o a comer en la calle? Es muy probable que ella no te lo pida, pero sí que espera con ilusión que un día se te encienda el foquito y lo hagas. Si tienes ese detalles con una amiga, un amigo, con más razón debería ser con tu viejita. Ella, además, te lo agradecerá mil veces más, lo valorará muchísimo más y atesorará ese recuerdo por siempre en su corazón. No esperes a mañana para decirle que la amas. Comienza hoy y no pares nunca”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.