
E| Chato Matta llegó al restaurante por un poderoso sancochado calientito con carne de res, pollo, choclito y ajicito molido. Con ese plato se va todo el frío. “María, discúlpame, pero estoy con resaca. El gran Pancholón estuvo perdido varios días y me timbró el viernes para juntarnos. Al día siguiente nos fuimos al sauna privado. ‘Chatito, la verdad es que me chocó venir del calor de Barranquilla, donde fui a alentar a mi selección, al frío de Lima. Soy un hombre de mundo, he viajado a un montón de países y conocido muchas mujeres. En Rusia me enamoré de una mujer espectacular que me decía: ‘Yo le amo a Pancholón’... En Miami tengo a mi coloradita Susan, a quien le hice el amor en un yate y repetía: ‘Oh, oh, oh, my God’. Tengo muchos años de caminante y ya aprendí a alejar a los mala leche y oportunistas que solo se me acercan por interés’. Mientras hablaba en la cámara de vapor, repetía sus famosas frases: ‘Esta noche la hacemos’, ‘dame que te doy’, ‘abre que voy’, ‘campeono en una’, ‘la pampa es para todos’, ‘se lo regalo’ y ‘partidor que parte a partidor tiene mil años de perdón’. ‘Chatito -me dijo-, la Tóxica regresó al Perú después de varios meses y me secuestró. Me ha pedido que nos casemos o sino me deja, pero yo ya me divorcié dos veces y soy libre y feliz. No puedo estar con una sola mujer, cuando conozco a una chica que me gusta, hacemos clic, me encierro en La Posada y dejo bien a los varones con mi famoso ‘salto del chanchito’. Tengo el corazón de piedra, pero también late’. ‘Pancho -le dije-, pon algo de música para alegrar el ambiente’.
Abrió la puerta de su camionetón negro, de lunas polarizadas, y puso salsa dura en la voz de uno de sus cantantes preferidos, el Cano Estremera, quien ya está cantando con Papalindo. ‘Yo, yo, yo creo que voy/ solito a estar cuando me muera/ he sido el incomprendido/ pero yo, yo, yo solo estaré y juraré que cuando muera/ aún así con mis presagios pondré tu nombre a flor de labios y moriréeee’. ‘Chato -me siguió contando- nunca pude hacer vida de casado. En las madrugadas tenía pesadillas, quería salir corriendo de la casa. Yo estoy podrido desde muy joven. Estoy enfermo del sexo. Quise ser fiel a la Tóxica, pero me encontré otra vez con mi venequita grandota y perdí la cabeza. La Tóxica me quiere comer el cerebro. ‘Panchito -me dice-, cásate conmigo y no te vas a arrepentir. Yo siempre te voy a cuidar, hasta que seas viejito. Acuérdate que la vez pasada te enfermaste, ya no eres un jovencito’. Hicimos el amor, me quedé dormido y soñé que me querían partir. Era una pesadilla, soñaba que un abogado del Callao que me tiene envidia se llevaba a mi grandota. Estoy mal de la cabeza, necesito un psiquiatra’”. Pucha, ese señor Pancholón se pasa de mujeriego y sinvergüenza, pero cuando sea viejo va a sufrir porque nadie lo va a amar de verdad. Además, está mal de la próstata. Me voy, cuídense.








