
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una milanesa con arrocito, papa frita y ensalada. Para tomar pidió una jarrita de infusión de menta. “María, ayer la presidenta Dina Boluarte lanzó una serie de diatribas hacia los críticos de su gestión, en especial a la prensa. “Que sigan rajando y criticando. Nosotros seguiremos enarbolando la bandera del desarrollo”, dijo en un lenguaje poco aconsejable para un estadista.
La mandataria parece alejada de la realidad. Las críticas son válidas y lógicas en una democracia. Más aún cuando el hampa sigue matando a gente inocente, extorsionando a negocios y artistas, y la corrupción, eso que ella niega, sigue robando recursos a la nación.
En lugar de dedicar epítetos a los periodistas y analistas políticos, debe dar más seguridad a los peruanos. Y dejar de mentir. Porque cada vez más se descubren pruebas de que ha ocultado más que revelado los aspectos de su operación vanidosa al rostro. “Todo lo critican. Son ciegos ante las obras, pero no mudos para las críticas”, afirmó en la inauguración de un colegio en Piura.
Que el Gobierno haga obras no es un favor, sino un deber. Sino, ¿para qué lo elegimos? La jefa del Estado debe entender que la labor de la prensa es informar. Y criticar lo malo de una gestión. La función de la prensa no es lavarle el rostro.
Un dato. Solo entre enero y abril de este año, se produjeron más de 640 homicidios en el Perú, según cifras más recientes del Sistema de Información de Defunciones con Datos Abiertos (Sinadef).
El alto número refleja un alarmante aumento de casos violentos en comparación con años anteriores y un indicativo de que la política en seguridad es evidentemente defectuosa. ¿Cuál es la respuesta de la presidenta ante este hecho? Nombra como su asesor en seguridad al exministro del Interior, Juan Santisteban, censurado por el Congreso debido a su incapacidad al frente de esa cartera. ¿Cómo no criticarla si su gobierno es tan errático? Más trabajo y autocrítica, señora Boluarte”. Bien dicho, Gary. Me voy, cuídense.
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