El Chato Matta llegó al restaurante por un cebichito de fortuno y su arrocito con mariscos con quesito rallado encima y rocotito molido. Para calmar la sed pidió una limonada frozen con su toque de hierba luisa en las rocas. “María, pueden decir miles de cosas de mí, que fui mal esposo, mujeriego y sufro de ‘mamitis’. Es verdad. Mi viejita es sagrada, la amo por todo lo que hizo por mí, trabajaba para darnos la mejor.
Pero aparte es una mujer sabia que siempre tiene la precisa y me la canta clarita. La vez pasada me dijo: ‘Hijo, perdiste a una buena mujer por tu mala cabeza, los años pasan y no te puedes volver a equivocar. A casa solo se lleva una dama, que te ame por lo que eres, cuando tienes plata todas te quieren... Ah, y la vida da muchas vueltas’.
Un amigo, entre tragos, me aconsejó: ‘Chato, no vale la pena tropezar con la misma piedra, como cantaba el maestro Julio Iglesias. A los amores de juventud déjalos ahí. Recuerda a la mujer guapa, chibola, con alegría de vivir. Si después de 15 o 20 años la vuelves a encontrar, por más bien cuidada que esté, ya no será lo mismo. Y si está separada, tendrá hijos y seguramente vivirá amargada’...
Mi causa ‘Ruco’ me dio este sabio consejo, pero nunca le hice caso. Así volvió a mi vida Yolandita. Una belleza que vive por Surco, pero es chalaca y fanática del Boys. Estaba emocionada porque la rosada se salvó de la baja. La conocí hace más de 20 años.
Yo era un Chato que, en ese momento, andaba en la Máquina del Sabor, La Ensenada y La Ley, en los momentos gloriosos de la salsa, como aquella de David Pavón: ‘Aquel viejo motel, trae recuerdos del día en que te hice mujer. Tú te negabas, yo insistiendo, pero después fuimos cayendo al dulce abismo que hoy pretendes esconder’...
Pero Yolandita era de esas bellezas de barrio que quería por todos los medios hacerme terminar con mi novia oficial de ese entonces. ‘¿Ella o yo? Déjala por las buenas o por las malas. Le voy a decir que soy tu mujer’. Yolandita comenzó a loquearse, pese a que me conoció comprometido.
Dejé a la preciosura del Callao para conservar a mi novia, pero al final terminé separándome. Yolandita se amarró con un viejo millonario que tenía una flota de 200 taxis. Y oh, sorpresa, averiguó el número de mi celular y empezó a timbrarme. No sé qué hizo esta mujer. ¿Tendrá un pacto con el diablo? Estaba muy bien conservada.
Llegó y se presentó en la puerta de mi casa. Tocaron y era ella. ¿Te imaginas que duermes solo todas las noches y de buenas a primeras irrumpe en tu dormitorio un mujerón, para luego desnudarse y meterse a tu cama? Soy humano, de carne y hueso, me encantan las mujeres y revivimos bellos momentos de juventud.
Una semana fue emocionante. ‘Estoy casada, pero puedes ser mi amante, no te va a faltar nada; eso sí, harás lo que yo te diga’. La verdad es que nunca me ha gustado que me den órdenes. Soy barrio, callejero y me gusta dar la contra. Como le dije que no, llamó a la mamá de mis hijos, quien no estaba, pero contestó mi hijita y le dijo: ‘Hazte la idea de que tu papá se murió, porque ya no lo vas a ver. Click. Mi engreída se puso a llorar. Había cruzado la línea. La mandé bien lejos.
‘Mujeres como tú habrá muchas en mi vida, pero mi hijita solo es una y es mi reina’. La borré de mi vida”. Pucha, ese Chato tiene sus historias, pero no es como el cochino y sinvergüenza de Pancholón. Me voy, cuídense.
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