Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una sopita wantán y un sabroso tallarín saltado. Para tomar pidió una jarrita de limonada. “María, el Gobierno proyecta que este año recibiremos a más de dos millones 200 mil turistas extranjeros, lo cual es un avance pues en 2022 llegaron menos visitantes del exterior por la inestabilidad política y las restricciones por la pandemia del coronavirus. Antes de la aparición del virus, todos los años llegaban a nuestro país no menos de 4 millones de foráneos, ávidos de conocer Machu Picchu, las líneas de Nasca, la Amazonía, Paracas o el Museo de Tumbas Reales de Sipán.
En diciembre del año pasado y enero del 2023, el sector se vio fuertemente remecido por las marchas y tomas de carretera a manos de manifestantes que exigían la liberación de Pedro Castillo y el cierre del Congreso. Miles de personas, entre guías, trabajadores de hoteles, restaurantes, artesanos, taxistas y choferes de bus, se quedaron sin empleo. Los pocos turistas que ingresaban eran maltratados, por lo que al volver a sus países daban una mala imagen de nosotros. El turismo es la industria sin chimeneas.
Es una de las actividades que más mueve nuestra economía. Es vital para restaurantes, hoteles, líneas aéreas, empresas de transporte interprovincial, guías turísticos, agencias de turismo, productores de artesanía, operadores de tours y mucho más. Los visitantes traen divisas extranjeras que gastan aquí. Y los hay de todo tipo, desde mochileros hasta millonarios que se hospedan en suites de lujo. No hay que descuidarlos. Hay que darles nuestra mejor cara, tratarlos bien, engreírlos y ayudarlos si están en problemas. Una mala acción no se cura ni con la mejor publicidad de Promperú. Esperemos que en un futuro no muy lejano lleguemos a tener los ¡60 millones de turistas por año! que recibe España, o los 40 de México. Y nosotros no tenemos nada que envidiar a esos países. Al contrario, tenemos más que darles a los visitantes foráneos.
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