Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de cabrito de leche con frejoles. Para tomar pidió una jarrita de limonada frozen. “María, vivir en una ciudad como Lima es estresante, no solo porque el tránsito es caótico e infernal, sino porque todos los días matan gente, secuestran, asaltan y extorsionan.
Los vecinos viven asustados, temerosos, recelosos y hasta tienen paranoia. Desconfiamos hasta de nuestros vecinos, los investigamos, espiamos para saber si son buenos. Uno toma un taxi o colectivo, y suda a mares pensando que nos podrían asaltar. Con todo esto, nuestra salud mental se ve afectada. Esto se demuestra en la falta de sueño, el cansancio, el malhumor y la ansiedad.
El estrés de todos los días, además, influye en la aparición de diversas enfermedades, como presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, depresión, ansiedad y problemas de la piel.
Los peruanos en general solo hacemos caso cuando tenemos síntomas corporales, como dolores y molestias. Pero muy poco reparamos en que necesitamos la ayuda de un profesional de la psicología. Por supuesto, esto es en los casos graves. Porque uno puede vencer el estrés cambiando nuestra forma de vida.
Por ejemplo, haciendo más deporte, o cosas en familia, como ver películas juntos, o salir de viaje. También pasar tiempo con los amigos o compañeros de trabajo. El tema es despejar nuestra mente, pues si solo trabajamos y dormimos, podemos sufrir de alguna anomalía a nivel psicológico.
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