Este Búho quedó impresionado al ver por la plataforma Star la serie documental ‘0.J.: Made in America’, dirigida y producida por Ezra Edelman (2017). Una producción imprescindible sobre un hito de la cultura popular: el ascenso al estrellato del futbolista ídolo de Estados Unidos y luego comentarista y actor afroamericano O.J. Simpson, hasta su turbulenta y estripitosa caída al ser acusado del asesinato a cuchillazos de su exesposa y madre de sus dos hijos, la rubia Nicole Brown, y de su amigo Ronald Goldan. Ella apareció en la puerta de su residencia prácticamente decapitada, con signos de haber sufrido una gran paliza y varios cortes. Entre el 22 de julio y el 3 de octubre de 1994 los informativos de todo el país y una audiencia televisiva de 150 millones de espectadores, estuvieron pendientes del juicio del jugador. ‘O.J.: Made in America’ es descrito por el diario británico ‘The Guardian’ como una ‘historia sobre la gran tragedia americana. No es solo la historia de un hombre. Es también la historia de un país obsesionado con la raza, el éxito a toda costa, la fama y la redención’. La obra ganó el Oscar a mejor documental del 2017. Su director utiliza cinco episodios, de una hora y media de duración cada uno, para contar todos los aspectos posibles del juicio, desde el ascenso a la fama de Simpson al clima social y racial de Los Ángeles desde los años 60, hasta el inicio de la cultura del ‘ampay’ que vivimos actualmente. Y logra una obra apasionante.
‘O.J.: Made in America’ arranca de manera brutal. Una cárcel en medio del desierto. Allí buscan al reo O.J., a quien llevan a una sala donde un juez y una jueza lo interrogan para ver la evolución de su adptación al encierro. El artista, multimillonario antes del juicio, cuenta que trabaja limpiando los pisos del gimnasio y entrena al equipo de fútbol americano de los presos. Pero de allí nos trasladamos en un flashback al campus de la bella Universidad del Sur de California. A inicios de los años sesenta. No hay alumnos negros, solo blancos, aunque al único joven negro lo persiguen las camaras de televisión para entrevistarlo. Es un O.J. Simpson jovencito, quien acaba de ser becado y va a jugar para el equipo universitario de la USC que aspira al campeonato de su archirrival, la UCLA. Todos en la universidad esperan que, con la llegada de este extraordinario ‘corredor’, vuelvan los laureles a la ‘pituca’ USC.
Llega acompañado de su novia afroamericana Margaritte, luego veremos que se la ‘roba’ a su mejor amigo, se casaron, tuvieron cuatro hijos y él la dejó por Nicole Brown. El jugador es un negro pintón, estilo Cassius Clay, la otra gloria afroamericana del boxeo. Pero ambos serán como el agua y el aceite. El crecimiento de la fama de ambos se da en medio la explosiva situación de la comunidad negra en Los Ángeles. Muchos afroamericanos habían emigrado desde los segregados estados del sur buscando nuevas esperanzas en Los Ángeles, pero se encontraron viviendo en barrios pobres y con pocas salidas, y tratados por la Policía con métodos brutales. El filme abunda en material filmográfico de agresiones explicitas de policías blancos contra negros que ignoraban los jueces. Hasta el asesinato de una jovencita negra baleada en la cabeza en un market, que jueza blanca absuelve. Los Ángeles se vuelve un polvorín. Cassius Clay protesta Y se rehúsa a ir a morir a Vietnam como miles de negros. Se reúne con el líder radical Malcom X. Los atletas negros que ganaron medallas en las Olimpiadas alzan el puño en la ceremonia en señal de protesta del ‘Black Power’y la Federación los sanciona. A Clay le quitan el título.
Mientras O.J. triunfa en el fútbol profesional en Los Broncos de Nueva York. Hace comerciales para lujosos autos de blancos. Su cara está en todos los anuncios de televisión. Sus ‘hermanos’ negros le reclaman que ‘se una a la lucha’. Su respuesta los saca del cuadro. ‘Yo no soy negro, soy O.J.’. En el documental hablan más de 70 personas: amigos de infancia, millonarios que jugaban golf con él y lo contrataban para anuncios, la familia de Nicole y Ron, policías y detectives, miembros del jurado. La serie nos explica el por qué del brutal asesinato de su mujer y de Ronald Goldman, un joven que estaba en el lugar menos indicado en el momento más inapropiado. La minuciosa reconstrucción del crimen y el retrato del matrimonio Simpson, con grabaciones de reiteradas llamadas de Nicole al 911 denunciando que su esposo O.J. ‘la quería matar’ y que la Policía no se tomaba lo suficientemente en serio para averiguar, es uno de los puntos mejor logrados de la serie. Estos temas se tocan a través de mucho material de la época, logrado en un exhaustivo trabajo de documentación de dos años.
Una de las cosas más interesantes son las entrevistas que Edelman utiliza no solo para contarnos cómo se desarrolló el juicio, sino para profundizar más en el contexto social en el que se produjo todo. Son especialmente notables los testimonios de los abogados que estuvieron implicados en el juicio y, sobre todo, los de la fiscal del caso, Marcia Clark. O.J. nunca probó su inocencia. Fue obligado en 1997 a pagar 33 millones de dólares de reparación civil a los deudos. Diez años después lo capturaron en Las Vegas por múltiples delitos: robo a mano armada, secuestro y coacción. Lo sentenciaron a 33 años con un mínimo de nueve. Luego de pasar diez años en la cárcel de Nevada recuperó su libertad. Ya no podía ufanarse de nada. En un programa de noticiero de la ABC -su poderosa antigua cadena televisiva- abrieron las camáras y un indigente afroamericano mandó un mensaje: ‘Ya no te ufanes en decir que eres O.J., ahora solo eres un vulgar negro expresidiario como nosotros’. Como diría el siniestro don King: ‘Only in America’. Apago el televisor.
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