A este Búho no le gusta hacer leña del árbol caído, pero creo pertinente hablar de dos casos de futbolistas, ídolos mundiales, que destruyeron su deslumbrante carrera por el y apego a la vida nocturna.

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PAUL GASCOIGNE

Fue el héroe de Inglaterra en el aquel Mundial de Italia 1990. ‘Gazza’, como lo llamaban los hinchas, como muchos jugadores, salió de abajo. Se inició en el Newcastle y pasó al Tottenham donde se convirtió en la estrella de la Premier League. Tenía precisión, el toque elegante de los genios y llegada de gol. Fue convocado a la selección de su país para el Mundial de Italia 90. Allí su nombre estuvo a la altura de Maradona o Lothar Matthäus, y fue el alma de una selección inglesa que, gracias a él, llegó a las semifinales. En aquella inolvidable instancia, ante la poderosa Alemania, que sería la campeona, ‘Gazza’ jugaba un partidazo y recibió una amarilla. Era la segunda en el torneo. Si le ganaban a los teutones, ¡no jugaría la final! Lo que sucedió inmediatamente fue una imagen que conmocionó al mundo. Al ver la amarilla se puso a llorar como un niño. Inglaterra perdió y Gascoigne regresó como héroe nacional. Pero no supo asimilar la fama y cayó en las garras del alcohol. Lo botaron del Tottenham porque malogró a un jugador y lo traspasaron al Lazio italiano, donde fracasó, porque más paraba en las discotecas. Después regresó a las islas británicas para jugar en el Glasgow Rangers escocés donde, en estado de ebriedad, se peleaba con los hinchas.

Detenido, confesó que cada día tomaba hasta cuatro botellas de whisky y ‘esnifaba’ 16 líneas de cocaína. En ese estado agredió brutalmente a su esposa, a la que desfiguró y provocó varias fracturas. Había tocado fondo. Hasta se peleó a trompadas, pasado de copas, con otra ‘joyita’, Liam Gallagher, cantante del grupo ‘Oasis’. El diario ‘The Sun’ publicó terribles fotografías de ‘Gazza’. Estaba en el suelo, borracho, con sus muletas tiradas en el piso. “Ebrio, aturdido, en el suelo de un hotel”, decía la nota. Llevaba dos botellas de ginebra en los bolsillos y pedía que le diesen más licor. La foto de portada tenía un titular lapidario: ‘¡No le den más trago a Gascoigne!’.

La vida de Adriano, ex futbolista de Brasil. (Video: MARCA)
La vida de Adriano, ex futbolista de Brasil. (Video: MARCA)

’EL EMPERADOR’ ADRIANO

Fue un desequilibrante delantero que se inició en el Flamengo, descolló en la selección brasileña y en aquel poderoso Inter de Milan. Fue en la Copa América del año 2004 cuando la vida de Adriano cambió para siempre. Él fue uno de los grandes protagonistas de la Canarinha y sobre todo en la recordada final ante la selección de Argentina donde obtuvieron la copa. Lo consideraron el mejor jugador del torneo y el máximo goleador con siete tantos. Después de acabar el campeonato, el delantero tuvo que regresar a y fue entonces cuando falleció su padre. “Recibí una llamada de casa. Me dijeron que mi padre había muerto de infarto de miocardio. A él le encantaba el juego, así que a mí me encantó. Así de sencillo. Fue mi destino. Cuando jugaba al fútbol, jugaba para mi familia. Cuando marcaba, marcaba para mi familia. Entonces, cuando murió mi padre, el fútbol nunca volvió a ser el mismo”, rememora. “Me encontraba solo en Italia, triste y deprimido, así que comencé a beber. Solo estaba feliz cuando bebía y lo hacía todas las noches. Bebía todo lo que me ponían en las manos, ya fuera vino, whisky, vodka o cerveza. Mucha cerveza”. Tal era la adicción de ‘El Emperador’ que aseguró llegar borracho a algunos entrenamientos con el equipo italiano: “No sabía cómo esconderlo, así que llegaba borracho a los entrenamientos de la mañana. Siempre iba, aunque estaba totalmente ebrio y luego me llevaban los médicos a la enfermería”. “Decía a la prensa que tenía problemas musculares.

No paraba de beber y al final tuve que dejar el Inter”. Pasó por grandes equipos como Fiorentina, Parma, Roma, Sao Paulo, Corinthians, Paranaense, pero nunca cambió su estilo de vida díscolo. Hasta que se fue al Miami United en el 2016, modesto equipo de la Liga norteamericana. Chapó la plata del contrato, se fue de juerga y en vez de ir a entrenar subió a un avión rumbo a Río. Se ‘escondió’ en la favela más peligrosa bajo la protección del narcotraficante y asesino más temido de los bajos fondos. Confesó que en Italia gastaba 80 mil euros semanales en juergas. En el 2019, en plena emergencia sanitaria por el coronavirus, fue grabado ebrio, en un ‘privadito’ prohibido. Un ‘causa’ lo llevaba del hombro, estaba dopado y sin mascarilla. El titular fue contundente: ‘¡Adriano peor que el virus!’. Lamentable. Apago el televisor.

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