Este Búho, aunque un poco atrasadito, no puede dejar de saludar a su entrañable ‘alma mater’, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en su 472 aniversario. Un sanmarquino ilustre, como nuestro premio Nobel,, envió un video que emocionó a los alumnos: “Creo que son muy pocas universidades en América Latina que tienen un pasado tan rico y frondoso, siento no estar presente entre esas celebraciones para abrazar a mis colegas, que son muchos profesores. Deseo que siga abriendo sus puertas a todos los jóvenes peruanos de distintas categorías en todas las regiones, como lo ha cumplido a lo largo de los siglos”.

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Tengo que ingresar al túnel del tiempo. Año 1979. Un estudiante recién salido del colegio llegaba con expectativas para ingresar a San Marcos, la Decana de América. Recuerdo que postulamos más de 50 mil para menos de 5 mil vacantes. La Oficina de Admisión quedaba al costado del Congreso, no había inscripción por Internet como ahora, sino presencial, y los postulantes llegaban a medianoche con frazadas y sillas para agarrar un buen lugar y hacer vigilia hasta las ocho de la mañana en que empezaban a atender. Salíamos de doce años de una dictadura militar que había destrozado la economía. Escaseaban los alimentos, no había suficiente gasolina, los medios de comunicación estaban expropiados y se perseguía a los opositores.

El Perú retrocedió y solo los altos oficiales militares vivían como reyes

Desde meses antes los universitarios sanmarquinos se movilizaban junto a los maestros para exigir elecciones democráticas. Ya en 1919, San Marcos había sido protagonista de la trascendental Reforma Universitaria y de cómo se vinculó ese movimiento con otros sectores sociales del país que terminaron enarbolando propuestas políticas renovadoras encarnadas en el aprismo y el socialismo.

‘San Marcos es anterior al Ejército, a la República, a los partidos políticos y los sobrevivirá’, sostuvo lúcidamente el historiador sanmarquino Pablo Macera. Por sus aulas han desfilado figuras trascendentales en la historia del país en todos los campos: Daniel Alcides Carrión, Víctor Raúl Haya de la Torre, César Vallejo, Julio C. Tello, Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre, Martín Adán, José María Arguedas, Raúl Porras Barrenechea, Alejandro Romualdo, Alfredo Bryce Echenique, Blanca Varela, Ruth Shady, entre muchísimos otros.

TROME | Universidad Nacional Mayor de San Marcos cumple 470 años de fundación  (TV Perú)
TROME | Universidad Nacional Mayor de San Marcos cumple 470 años de fundación (TV Perú)

En el año en que ingresé había una polémica sobre si los estudiantes participaban o no en el tercio estudiantil. Había debates en todos lados. San Marcos no fue ajeno al azote senderista. Cuando iniciaron su estrategia de ir ‘del campo a la ciudad’, volvieron a la universidad. Se infiltraban en los grupos de zampoñas, en los salones de Filosofía y Ciencias Sociales, en las dirigencias de los comedores, en los sindicatos de docentes y trabajadores para realizar huelgas pagadas.

Era inaudito que las ollas de comida que debían servir para alimentar a los alumnos se iban por las puertas falsas a la calle, a dar de comer a los terroristas. Por las noches provocaban apagones y los violentistas atacaban a estudiantes: trasquilaban el pelo a los homosexuales, agredían y expulsaban profesores destacados.

Los alumnos, que esforzadamente realizaban jornadas de limpieza, veían cómo al día siguiente las blancas paredes lucían con delirantes pintas rojas alusivas a la lucha armada con la hoz y el martillo. En 1988 la Ciudad Universitaria parecía un claustro abandonado a su suerte, a pesar de que los alumnos democráticos siempre enfrentaron a los bárbaros. Pero los grandes maestros seguían enseñando pese a esas huelgas de profesores politizados.

Cómo olvidar al querido Antonio Cisneros, que llevaba en su ‘volocho’ a sus alumnos de Literatura, a un café o a su casa a dar sus clases maestras. Era un lujo escuchar al ‘viejo’ Julio Cotler, una eminencia de la Sociología que nunca faltaba. En Comunicación, dos monumentales periodistas, Manuel Jesús Orbegoso y César Lévano, verdaderos maestros que no acataban las amenazas de los docentes mediocres que cobraban sin trabajar.

Con todas esas limitaciones, los sanmarquinos aprovechábamos nuestro tiempo

Sin celulares, computadoras, Internet, Google, leíamos todo el tiempo. Las bibliotecas paraban llenas. Nos íbamos a la avenida Grau, donde vendían libros usados, al jirón Quilca. Las fotocopiadoras hacían su agosto. Gracias a esa formación logramos colocarnos con ventajas en los trabajos. Una buena porción de mi generación ha marcado la pauta en la prensa escrita, audiovisual y docente.

Luego, poco a poco, la universidad se tuvo que adecuar a los tiempos y cobraba tarifas módicas para que los servicios mejoren. Luego llegaron las reformas en la enseñanza. Se acabó la práctica de repetir hasta seis veces un curso y que no pasara nada. Se aprendió de los ejemplos de universidades eficientes. Provenir de provincia o de hogares humildes no era óbice para no estudiar. Fueron años en que San Marcos se modernizó. Pero nunca dejará de respirarse en sus claustros ese aire libertario, de constante inconformidad. Porque, como los estudiantes rebeldes de mayo del 68 en París, los sanmarquinos también son realistas y exigen lo imposible. Apago el televisor.

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