
Consumir una dieta equilibrada y saludable puede contribuir a la prevención de enfermedades cardiovasculares, incluyendo los infartos cerebrales.
El doctor Sebastián Arrieta, experto en Medicina de la Obesidad nos da una lista de alimentos que proporcionan beneficios para la salud del corazón y podrían ayudar a proteger contra los infartos cerebrales:
El pescado como el salmón, el atún, las sardinas y el arenque son ricos en ácidos grasos omega-3, que pueden ayudar a reducir la inflamación y mejorar la salud del corazón.
Consumir una variedad de frutas y verduras frescas proporciona antioxidantes, vitaminas y minerales que son beneficiosos para la salud cardiovascular. Las bayas, los cítricos, el brócoli, las espinacas y los tomates son especialmente recomendables.
Nueces, almendras, avellanas y otros frutos secos contienen grasas saludables, fibra y antioxidantes que pueden ser beneficiosos para el corazón.
Los cereales integrales, incluyendo la avena, son ricos en fibra soluble, que puede ayudar a reducir el colesterol y mantener niveles de azúcar en sangre estables.
El aceite de oliva virgen extra es una fuente de grasas monoinsaturadas saludables para el corazón y también contiene antioxidantes.
Frijoles, lentejas, garbanzos y otras legumbres son ricas en fibra, proteína y nutrientes que promueven la salud cardiovascular.
El chocolate negro con alto contenido de cacao puede tener efectos beneficiosos para la salud del corazón debido a sus flavonoides antioxidantes.
El té verde contiene compuestos antioxidantes que pueden tener efectos positivos en la salud cardiovascular.
Los aguacates son ricos en grasas saludables, fibra y potasio, que pueden ayudar a mantener la presión arterial bajo control.
Las granadas son ricas en antioxidantes y compuestos que pueden ayudar a mejorar la salud cardiovascular y proteger contra la formación de placas en las arterias.
Es importante destacar que la prevención de los infartos cerebrales también involucra mantener un estilo de vida saludable en general, incluyendo la actividad física regular, la reducción del estrés, el control del peso y la gestión de otros factores de riesgo cardiovascular, como la presión arterial alta y el colesterol alto. Siempre es recomendable consultar a un profesional de la salud antes de realizar cambios significativos en la dieta.
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