Aunque parezca que no tienen ninguna relación, dormir poco está estrechamente vinculado con el sobrepeso y la obesidad. Y es que no es casualidad que personas que se desvelan tengan kilitos extra y menos energía.
La endocrinóloga Rosa Puérez explica que la mayoría de personas que duermen poco sufren de ansiedad, porque se elevan los niveles de cortisol en la sangre, y suelen tener los famosos ‘atracones’ de comida chatarra o con exceso de azúcares y grasas.
“Es poco probable que a la medianoche te dé ganas de comer una ensalada, al contrario, a esa hora llegan los antojos de comida excesivamente calórica y en porciones generosas. Esto sucede porque al dormir segregamos una hormona llamada leptina, encargada de controlar el apetito. Es decir: si dormimos menos, produciremos menos leptina y tendremos más hambre”, indica.
Asimismo, la experta agrega que no descansar las horas adecuadas hace que despiertes con flojera, con menos energía para hacer deporte y con más ganas de ‘picar’ entre comidas.
“Recordemos que la obesidad está ligada a diabetes tipo 2, hipertensión, hígado graso, problemas cardíacos y cáncer. Cumplir con las horas de sueño que tu cuerpo requiere (7, 8 o 9 horas) reduce el riesgo de tener obesidad y, por lo tanto, también de estas enfermedades”, concluye.
DATITO
Tu última comida debería ser a las 7 de la noche y tratar en lo posible que no tenga grasas ni azúcares. Puedes optar por una porción de proteína (carne, queso, huevo) y vegetales.