Cuando llega la etapa de la pubertad y la adolescencia, los jovencitos experimentan varios cambios físicos y psicológicos. Muchos prefieren estar más tiempo en sus habitaciones y mantener su propio espacio sin que nada ni nadie los invada. También empiezan a elegir a sus amistades, y tratan de ocultarle a sus padres las cosas que les pasa en la escuela o en el instituto.
¿Qué pueden hacer los progenitores para tener un acercamiento y ganarse la confianza de sus hijos sin ser invasivos? La psicóloga Massiel Martel, Fundadora de la ONG Siembra nos explica algunos puntos importantes para entender esta etapa de la vida.
Muchos dicen que los padres no deben ser amigos de los hijos, ¿qué tan cierto es eso?
Si bien es cierto que los padres no deberían llevar una relación de amistad con sus hijos, ya que cuando los padres se hacen amigos de sus hijos, los roles y límites se confunden. Esto puede llevar a que los hijos no tengan claras sus responsabilidades, lo que puede afectar la dinámica familiar y la capacidad de los padres para guiar efectivamente.
La función de los padres es orientar y proteger, y para ello es necesario mantener una figura de autoridad. Sin embargo, esto no implica que los padres deban ser figuras distantes. Al contrario, es importante que los hijos sientan la confianza necesaria para expresarse libremente, sin temor a ser juzgados o reprimidos.
Esta confianza se construye con una comunicación abierta, donde los hijos sepan que sus padres estarán disponibles para escucharlos y acompañarlos en los momentos en que lo necesiten. En conclusión, los padres deben equilibrar el afecto y la cercanía con la responsabilidad de tomar decisiones difíciles que, a largo plazo, favorecerán el desarrollo de sus hijos.
¿Por qué nuestros hijos evitan contarnos cuando se enamoran de alguien?
Muchas veces los hijos prefieren no compartir ese tipo de información por varias razones. Una de ellas es por miedo a ser criticados o desaprobados, pueden sentir que no serán comprendidos completamente, o temen que al compartirlo les impongan restricciones o sean controlados sobre sus relaciones.
Por otro lado, también buscan su propia privacidad, ya que perciben la etapa del enamoramiento como una experiencia personal que deben explorar por su cuenta. A esto se suma la vergüenza o incomodidad al hablar de temas emocionales tan íntimos, lo que puede hacer que prefieran guardárselos. Para crear un ambiente seguro y de confianza donde se sientan cómodos de compartir estas experiencias, es importante que los padres creen un ambiente de comunicación abierta, respeto y empatía, sin juicios ni reacciones exageradas.
¿Qué debemos hacer como padres para tener una cercanía con nuestros hijos sin ser invasivos?
Para lograr una cercanía con nuestros hijos sin ser invasivos, es muy importante cultivar todos los días una relación de afecto y apoyo mutuo con nuestros hijos. Darle la seguridad de que estaremos para ellos de manera incondicional, mostrando empatía y comprensión para que sientan que pueden acudir a nosotros cuando lo necesiten. Asimismo, crear un ambiente de comunicación abierta donde se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos sin miedo a ser juzgados. Del mismo modo, también se debe respetar su privacidad, comprendiendo que necesitan su propio espacio para procesar lo que sienten. Además, buscar participar en actividades compartidas que les interesen a ambos, esto puede ayudar a fortalecer el vínculo de manera natural, creando oportunidades para que se expresen sin sentirse presionados.
¿Cómo ganarnos la confianza con nuestros hijos?
Para ganarnos la confianza de nuestros hijos es necesario realizar acciones concretas que les demuestren que pueden contar con nosotros. Primero, escuchar con mucha atención. Cuando tus hijos te hablen, préstale total atención, mantén contacto visual y demuestra un interés genuino. No trates de interrumpir o dar soluciones de inmediato, sino haz preguntas que demuestren que estás interesado en comprender su punto de vista.
Evita reaccionar de manera exagerada. Si tu hijo te cuenta algo delicado, como un problema en la escuela o una preocupación personal, mantén la calma y no reacciones con enojo o mucha intensidad. Agradece que te lo hayan contado y ofrece tu apoyo antes de dar consejos o correcciones.
Cumple con lo que prometes. Si diste tu palabra para llevarlo a algún lugar o realizar una actividad juntos, asegúrate de cumplirlo o mejor no lo prometas. Si constantemente no cumples tus promesas, tu hijo perderá la confianza en ti.
Aceptar cuando te equivocas. Si cometes un error o tomas una decisión equivocada, admítelo frente a tus hijos y discúlpate. Esto les enseña humildad y les demuestra que pueden confiar en que eres honesto, incluso cuando te equivocas.
Respeta su espacio personal. Cuando veas a tu hijo pasar por un momento difícil y no quieren conversar sobre ello, respeta su silencio y no lo obligues a hablar de inmediato. Ofrécele tu apoyo para cuando él esté listo para hablarlo.
¿Cómo saber si mi hijo está en una relación tóxica?
Si crees que tu hijo está en una relación poco saludable, es importante estar atento a ciertas señales. Podrías notar que se aleja de sus amigos o familiares, tiene cambios repentinos en su estado de ánimo, ha perdido confianza en sí mismo(a) o presenta cambios físicos, como problemas para dormir o problemas con la alimentación. También podría evitar hablar sobre su relación, está siempre a la defensiva, o depende demasiado de la aprobación de su pareja. Las relaciones poco saludables se caracterizan por muchos conflictos seguidos de reconciliaciones intensas. Si observas estas señales en tu hijo, brindale tu apoyo para que pueda salir de esa situación.
Consejos de la especialista
Darles pequeñas responsabilidades: Permíteles tomar decisiones sobre aspectos de su vida diaria, como la ropa que van a usar, la organización de su tiempo libre o su manera de estudiar. Esto les enseña a confiar en sí mismos y en su criterio, y les muestra que tú también confías en ellos.
● Hacer preguntas específicas: En lugar de preguntar de manera general “¿Cómo te fue?”, haz preguntas más específicas, como “¿Qué tal estuvo el examen de matemáticas?” o “¿Cómo te sentiste en la práctica de fútbol?”. Esto les muestra que recuerdas detalles importantes de su vida y que estás interesado en lo que les importa.
● Compartir experiencias personales: Cuando sea apropiado, comparte alguna experiencia de tu juventud relacionada con sus preocupaciones actuales. Esto crea una conexión más profunda, ya que ven que también has pasado por situaciones similares y te entienden mejor.
● Permitirles expresar su opinión y negociar: Si surgen diferencias de opinión o discusiones, en lugar de imponer una solución, ofrece espacio para que expresen sus ideas. Por ejemplo, si están en desacuerdo con una hora de llegada, pueden proponer una hora y juntos negociar un punto medio.
● Establecer rutinas juntos: Dedica momentos semanales para hacer actividades juntos, como una caminata, una película, o incluso una cena en familia donde no haya distracciones (como el teléfono). Estas rutinas fortalecen el vínculo y la confianza.
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