Es completamente normal que padres primerizos tengan muchas dudas sobre cómo bañar a sus bebés. Y es que es una parte esencial en la rutina del cuidado de los pequeños, pues les brinda la protección y conservación que su piel necesita para evitar procesos infecciosos al estar expuestos a diversos microorganismos, especialmente cuando inicia a gatear.
Y si bien tiene amplios beneficios para los bebés, se debe considerar el momento justo y necesario. Por ejemplo, en el caso de un recién nacido (RN) el baño por inmersión como medida de higiene no tiene ningún sentido en las primeras horas de vida, debido a que lo coloca en riesgo frente a una hipotermia o podría alterar el Ph de la piel si se utiliza algún producto químico.
“El baño es un proceso de adaptación para un bebé, por lo que si llora o ves que se siente incómodo debes evaluar la temperatura del agua, corriente de aire, la posición u otras formas que posiblemente sean las causantes de su llanto. Si se ha evaluado y todo indica que está bien, quizás sea porque aún no se ha acostumbrado al baño, pero, con el tiempo, lo hará. Los padres, durante este proceso, deben transmitir paz, alegría y acariciarlo para brindarle seguridad. Aprovechen y disfruten de este momento encantador para fortalecer el vínculo familiar”, afirma la Lic. Lisbeth Ascencio, docente de la carrera de Enfermería del Instituto Carrión.
Teniendo en cuenta ello, la especialista brinda diez recomendaciones para un baño seguro y saludable para los bebés:
Se recomienda que se realice luego de 48 horas del nacimiento. Este debe ser un baño de esponja sin la utilización de un jabón mientras el muñón umbilical está en proceso de cicatrización, cuando este haya caído puede iniciarse un baño por inmersión o baño de tina.
Esto dependerá de la edad, actividad y preferencias de algunos padres. Por ejemplo, los recién nacidos y niños pequeños podrían bañarse con una frecuencia de 2 o 3 veces por semana, frecuencia que puede elevarse cuando el niño o niña empiezan a gatear, caminar, etc.
Elegir el horario ideal y adecuado es decisión de los padres. Si se quiere estimular y activar al niño para que empiecen el día con energía lo recomendado sería que se les bañe por la mañana, pero si lo que se busca es que se relajen y concilien el sueño lo ideal es que sea al finalizar la tarde.
La temperatura promedio puede estar entre los 36 a 38 ° C.
Antes de iniciar se debe contar con los materiales básicos para el baño, cambio y secado. Asimismo, se debe mantener la temperatura de la habitación entre los 22 a 25 °C y usar una tina ergonómica, segura y resistente. También se deben evitar las corrientes de aire (cerrar ventanas o puertas), preparar el agua con una profundidad de 10-15 cm y desconectar artefactos eléctricos cercanos a la zona donde se utilizará para bañar al bebé por precaución.
En recién nacidos, procurar una duración de 2 a 3 minutos aproximadamente y, conforme vayan creciendo se podría ampliar el tiempo hasta los 10 minutos.
En el recién nacido, no es recomendable utilizar champú, lo que sí se podría usar es jabón neutro pues se aconseja que recién entre los cuatro o seis meses pueda incorporarse champú 2 veces por semana y, a medida que vaya creciendo, la frecuencia puede aumentar a días alternos.
Durante el baño, existe la posibilidad de que se moje el muñón umbilical, por ende, se aprovechará a limpiarlo con agua y jabón para luego secarlo muy bien. Para limpiar el cordón umbilical se debe usar alcohol de 70° posterior al baño.
Este debe ser firme para proporcionar comodidad y seguridad en el bebé. Con el brazo no dominante debemos sostener la cabeza y el cuello y, con el otro brazo, sostener el cuerpo del bebé e introducirlo en el agua a temperatura aceptable empezando por los pies.
El baño es una excelente oportunidad para fortalecer el vínculo con el bebé. Habla con él, cante canciones y bríndele mucho afecto durante el proceso.
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