
El nombre de Javier Miyasato está ganando popularidad en nuestra gastronomía, pues tiene cuatro marcas exitosas, entre las que destaca ‘Burgerboy’, que está en el nuevo aeropuerto Jorge Chávez. Es administrador de empresas, trabajó en Amoramar donde quedó cautivado por este mundo de la cocina.
Javier, tienes Burgerboy, una marca que está en el nuevo aeropuerto. ¿Por qué este concepto de hamburguesa y cómo se presentó esta oportunidad?
Tengo el restaurante Maketto, de concepto japonés, y durante la pandemia, la situación se puso difícil para muchos, y decidimos crear la hamburguesa al estilo nikkei que fue un éxito. Así nació la idea de abrir un concepto de hamburguesas al estilo americano con un toque japonés peruano. Se hablaba mucho de la marca y los del aeropuerto vieron una hamburguesería con un diferencial, que está en un patio de comida que lo verá todo el mundo.
Has trabajado por mucho tiempo para posicionarte en el mercado, ¿qué le dirías a los jóvenes sobre la cocina?
Que se diviertan y que aprecien el viaje de este proceso de emprender, porque es bastante duro. Encuentren insumos que les permitan desarrollar algo que tenga que ver con tu identidad.
¿Tuviste algún error que te hizo replantearte todo?
El principal error es pensar que una comida rica y bien hecha es suficiente. Me di cuenta de lo importante que saber cómo funcionan los números del restaurante, los costos, los temas tributarios, etc. Tuvimos que cerrar una de las marcas, y a pesar de tener un buen producto, no rendía. Mi socio Luis Luyo y mi jefe de operaciones Maritza Molero han sido piezas claves.
Eres administrador de empresas, fuiste asistente de administración en Amoramar, pero te gustó la cocina, ¿qué fue lo que te sedujo?
La parte creativa. Me regalaron un libro de Rafael Osterling y anotaba los procesos de las recetas para prepararlos. El día que fui a comer a su restaurante, pedí los platos que vi en el libro y tuve una conexión. Cuando fui por el puesto de asistente en Amoramar y preguntaron, ¿qué quería hacer con mi vida? Trabajé los primeros meses sin sueldo aprendiendo los procesos de la cocina. Luego me ofrecieron un trabajo y estuve cinco años creando marcas.
¿Cuál fue tu primer negocio?
Abrimos Bao con mi hermana y mi primero, fue un local de 30 metros cuadrados. Lo que sabía de cocina era empírico, fue duro, pero tuvimos muchas ganas de sacar el negocio adelante. luego llevé unos cursos en Le Cordon Bleu.
¿De dónde crees que nace tu amor por la cocina?
Mi abuela tenía un negocio de comida en El Callao. Su carta era criolla, vendía cau cau, lomo al jugo, y aprendió a cocinar por necesidad porque nadie comería comida japonesa.
¿Cómo definirías tu propuesta de cocina?
El hilo conductor sigue siendo la parte nikkei con conceptos peruanos.

CONSEJOS PARA EMPRENDEDORES
Hay chicos que estudian cocina abren su negocio y no les va bien, ¿qué errores no deben cometer?
Hoy la competencia es mucho más fuerte que antes, abren y cierran. Validen cosas sin hacer un restaurante aún. Pueden empezar en sus departamentos o en la casa de sus padres, ofrezcan cenas y vean si pagan por eso. Ahora los locales son escasos y costosos y se quedan con deudas.
¿A quién admiras?
Gastón Acurio es para mí el principal.
Ahora que estas en las grandes ligas, ¿Qué aspiras?
Hay un empuje interno de querer seguir buscando cosas. Me encanta seguir creando concepto. Me gustaría consolidar las empresas que tenemos, ser un referente para empresarios y cocineros, de tener una base sólida y aportar algo más a la industria. El impacto que puedes tener con alguien que pasa en tu empresa.
Rapidita
Si tengo mi negocio, ¿cómo debo administrar mis finanzas?
Hoy el tema de las porciones es clave para el control. Si no lo haces bien, al final del mes no te cuadra lo que vendes y gastas. Hay que controlar todo lo que ingresa y lo que sale, son conceptos básicos al abrir un restaurante.