nos ha demostrado en la segunda entrega de que no solo sabe de fútbol. El profe también tiene talento para el canto, el baile y, sobre todo, ese carácter firme que lo ha llevado a imponerse ante la adversidad a lo largo de su carrera.

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El profe nos regala varias lecciones de vida: desde su lealtad inquebrantable al ‘Mago’ Markarián —con quien cocinó en La Florida— hasta su máxima de que la disciplina no se negocia desde el primer día que pisa un vestuario.

Además, nos sirve una buena dosis de ‘aguadito’ con esas increíbles anécdotas que solo él sabe contar, ideales para todos los que están hambrientos de historias que motivan, enseñan y, sobre todo, entretienen.

¿Qué es lo que más recuerda de sus comienzos como DT?

Haber picado mucha piedra. Fue difícil. Recuerdo que me tocó un equipo en Huancayo, de Copa Perú. Armé ese equipo (Las Águilas) y estaba Paolo Maldonado, que ya estaba de bajada. Va a comenzar el torneo y concentramos un sábado.

Suena mi teléfono a las 12:30 de la noche del viernes y me dicen: “Profesor, soy la esposa de tal… están tomando en una discoteca con unas pu...”. ¿Digo el nombre...? Su hermano tapaba, ja, ja, ja.

Con un frío, me cambié y fui donde me dijeron. Entro a la discoteca y había seis. Uno se paró y ‘la picó’ tan rápido al baño que hasta ahora no sé quién fue ese desgraciado. Los demás estaban chupando con el presidente.

¿Y qué les dijo en ese momento?

Les dije: “¡Son la una de la mañana! ¿Qué hacen tomando?” Y el presidente, balbuceando, me responde: “Profe, yo respondo… Vamos para la concentración. Desde hoy día concentran ustedes”. Nunca me había pasado que mis jugadores se pongan a chupar con el presidente.

¿Cómo terminó ese episodio?

El domingo no pude contar con los seis. Perdimos 4-1. Me fui para mi casa más asado. A las 7 de la noche me busca el jefe de equipo y me dice: “Profesor, dice el presidente que usted ya no es el entrenador. También me dijo que le dé para su pasaje”. He pasado así varias. Por eso te digo que me costó.

En 1997 fue asistente de Sergio Markarián en Cristal. ¿Qué aprendió con él?

Lo que aprendí con Sergio fue increíble, porque yo había estudiado fisiología, y él también. Cuando hablaba de volumen de oxígeno, y dicho sea de paso, la primera vez que lo mencioné acá me cayó todo el país encima... A mí siempre me fue bien en la altura. Le hacíamos test a los jugadores, y si veíamos que el volumen era bajo, lo aumentábamos.

Cuando vas a Huancayo, que está a más de 2 mil metros, no hay oxígeno. El cerebro habla con los demás órganos y les dice: “Parece que el hombre ha venido a la altura”. Allí se activa la ‘memoria fisiológica’. Llego a la altura, duermo 15 minutos, y no me duele la cabeza, no hago locuras. Ahora que fui a Juliaca, tampoco me pasó nada. Si has estado antes, tu cuerpo se adapta. Eso lo aplicamos al fútbol. El que baja también se hiperventila, pero es más complicado lo otro.

Roberto Mosquera junto a Sergio Markarian en banco de Sporting Cristal (Roto: GEC)
Roberto Mosquera junto a Sergio Markarian en banco de Sporting Cristal (Roto: GEC)

¿Por eso le fue bien en Bolivia?

Nos fuimos a Bolivia, a Wilstermann. No era tanta altura, pero en La Paz sí. Ahora les han dado para jugar en El Alto. Si no se podía en 3,600 m, ¿cómo les dan permiso para jugar más arriba? ¿Y cuando muera alguien? Dios no lo quiera. Yo quiero a Bolivia, he vivido allí, respeto al país, pero me parece un exceso, un abuso.

Una vez me dijeron: “Profe, ¿por qué la selección no juega en Cusco?”. Aquí hemos clasificado a tres mundiales, jugando bien. Algún partido se podrá perder, pero hemos jugado con Cubillas, Sotil y Chale. ¿Por qué me dicen ‘sobrado’ porque quiero jugar bien? ¿Qué mal le hacemos a la gente? Yo he ido a los 4,100 metros. Anda y juega allá…

¿Qué recuerda de esa campaña con Wilstermann?

Recuerdo unas palabras que uso en un curso que dicto en la Escuela de Entrenadores: “El ingenio va creciendo en la medida en que tienes pocas chances de lograr tus objetivos”.

Estaba en mi carro cuando mi representante me dijo: “Tenemos Deportivo Pasto y Wilstermann”. “En la noche te contesto”, le dije. Vi el sorteo de la Copa Libertadores en casa de un amigo: Grupo 5: Palmeiras, Peñarol, San Martín de Tucumán y Wilstermann. Los dos primeros se abrazaron, celebraron. Llamé a William Picklin y le dije: “Arregla con Wilstermann”. Me replicó: “¿Has visto el sorteo?” “Voy a demostrar que puedo ser entrenador de selección y que puedo internacionalizarme”, le respondí.

Mosquera festeja triunfo en Copa Libertadores de Wilstermann ( Foto: EFE)
Mosquera festeja triunfo en Copa Libertadores de Wilstermann ( Foto: EFE)

¿Cómo fue la llegada?

Un desastre. Unos borrachos… ‘Bomberos voluntarios’. Boté a cinco. El presidente no quería. Pedí GPS: “No hay”, me dijeron. Les expliqué que los jugadores corrían 9 kilómetros y Palmeiras corre 11. Así nos iban a meter 7 goles. En tres meses podemos igualarnos. Quiso comprar unos choreados. Le dije: “Presi, esos que va a comprar en 5 mil dólares son robados”. No sabía. Así que consiguió unos de segunda mano, y empezamos a alcanzar los 11K.

¿Cómo se dieron los resultados?

Estábamos mal en el torneo, pensando en la Libertadores. El primer partido fue con Peñarol: nos ganaron 7-1. Me llamó el presidente con toda la dirigencia. Le dan la palabra a Renán Quiroga, un directivo, y me dice: “Le damos dos partidos”. “Tú no me vas a dar dos partidos más, me voy ahora”, le respondí. El presidente me siguió: “Profesor, no lo hemos botado”. Entonces, ¿por qué le dan la palabra a ese tipo? Regresé con moral. Le dije al directivo: “Renuncie, porque mañana le ganamos a Peñarol”. Les metimos 6-2. Lo tengo grabado, de vez en cuando lo veo. También le ganamos 3-2 a Palmeiras, partidazo. También 2-1 a San Martín de Tucumán.

La final la jugamos ante Atlético Mineiro en el Mineirao, ante 100 mil brasileños. Un mes antes mandé a hacer camisetas del Atlético Mineiro y así jugaron los suplentes. También mandé imprimir una foto del complejo de Mineiro con piscina, y la comparé con la de nuestra cancha de tierra. Incluso una foto de Obama con su abuela en Kenia, en un banquito, y otra en la Oficina Oval. Yo no sabía que tenía ese nivel de ingenio para hacerle ver a mis jugadores que les faltaba poco para estar a la altura.

Me movió todo, profe.

Imagínate que había uno que fue a cambiarle la camiseta al rival antes de que empiece el partido. “¿Dónde vas?”, le dije. Acá no hay eso de “yo lo miraba en la tele”. Si pasa por tu lado, lo pateas. Cambiaron de actitud, comenzaron a meter, a jugar. En ese torneo nos metimos hasta el tercer lugar. Lo imaginé. Ese partido, en teoría, estaba perdido. Lo que jugamos en Brasil fue increíble.

Ese día me equivoqué en el sistema, jugamos con cinco atrás y cambié a cuatro en el fondo y tres adelante. Yo me había metido solo atrás. El que tenía miedo era yo. Fue algo que nunca había pasado en Bolivia. Ahí dije: si me dan la selección boliviana, los llevo al Mundial. Con lo que sé de Bolivia, clasifico.

¿Lo llegaron a llamar?

Cuando me llamaron vino el presidente de The Strongest, el ingeniero Salinas, y otro directivo más a hablar conmigo. Pero yo ya había firmado por Royal Pari, y mi respeto por lo firmado pudo más. Son valores que vienen de mi casa. No es que me haga el “huamán” o el tonto. No tuve más esa oportunidad. No sé qué hubiera pasado, aunque sí lo sé: si venía a jugar contra Perú en el Estadio Nacional, me gritaban “oye, con...” (risas).

Roberto Mosquera fue despedido por no representar 'estilo' de Sporting Cristal (Foto: GEC)
Roberto Mosquera fue despedido por no representar 'estilo' de Sporting Cristal (Foto: GEC)

¿Qué se le viene a la mente del título del 2012?

La responsabilidad para la que ya estaba preparado. Había dirigido equipos increíbles en segunda y tercera. Estaba maduro y buscaba un equipo que pague los 30. Todos mis proyectos se caían por eso. En Boys pagaban en tres partes: tarde, mal y nunca. En Melgar, lo mismo. En 2012 conozco a Sebastián Salvatore. Le digo: “¿Puede decirle a tu hermano Lucas que me mande un microciclo, un mesociclo y un macrociclo?”. Me responde: “¿Se piensa quedar más de un año?”

Porque a Markarián lo botaron después de campeonar y ser subcampeón de la Libertadores. Grandes conocimientos de la directiva... Un directivo me llama y me dice: “El domingo va a dirigir usted”. Y yo, malcriado, le dije: “El domingo va a dirigir usted. ¡Cómo va a botar a Markarián!”.

¿Y qué pasó después de la Copa?

El equipo tuvo una deflación lógica. La gente quería estar con su familia, venía de un desgaste enorme. Se perdieron tres partidos en el torneo local. Le di un ejemplo de aviación: si un avión se viene a pique, no lo puedes levantar de golpe porque la presión te destapa la cabeza. Tiene que ir poco a poco. Me entendió, pero igual me dijo: “Estás despedido”.

¿Qué recuerda de su paso por Juan Aurich?

Llegué en el 2013 y Aurich estaba último. Me habían botado de Cristal porque decían que no se jugaba con el “estilo”. El estilo lo he creado yo. Querían sacarme porque no permití decisiones que le correspondían al entrenador. Me dolió mucho. Primero por la forma y porque entendí por qué habían pasado siete años sin campeonar. Se tomaban decisiones deportivas desde fuera.

Ahora llego yo y les digo: “Así son las cosas”. Se quisieron meter otra vez y me dijeron: “Hasta verte, vida mía”. El tiempo pasó y me encontré nuevamente con ellos. Francisco Lombardi fue estoico. Me dijo: “¿Cómo te pido disculpas?”. Le respondí: “Lo acabas de hacer”. Nos dimos la mano y seguimos nuestras vidas. Me gustó lo de Pancho, creo que es buen tipo, pero se equivocaron. Le regalaron el campeonato a la ‘U’. Estábamos a tres puntos.

¿Lo llamó el presidente Oviedo?

Habían traído a José Mari Baquero y cuando llegué dije: “Encontré una discoteca ambulante”. La hija de Baquero me insultó por Twitter. Me dijo que era un ordinario. Boté a cinco. El presidente no quiso, pero igual se fueron. De 10 partidos ganamos 8 y nos quedamos en Primera División. Al otro año nos tocó ante Cristal y ganamos 5-1. Créeme que no lo disfruté. Tampoco me sentí mal. En el partido final perdimos 3-2 en el último minuto. Me dolió porque lo merecíamos.

DT reconoce frustración con Alianza Lima (Foto: GEC)
DT reconoce frustración con Alianza Lima (Foto: GEC)

También dirigió a Alianza Lima. Esa no la tenía. ¿Cómo le fue, profe?

Sigo picón porque es el único equipo con el que no cumplí el objetivo. Fue hace 15 años. Puse la norma de convivencia al inicio y había gente difícil. Si el primer día te digo que algo no se puede hacer, hay que respetarlo. A algunos no les gustó y bajaron su rendimiento. Entonces no los puse. El equipo se resintió, eran buenos jugadores. Vino un partido ante Cristal y reuní a cinco y les dije: “Ya han estado un tiempo en contra mía, espero que se hayan cuidado porque van a jugar el domingo contra Cristal. Toda la dirigencia los va a estar viendo”.

¡Qué partido jugamos! Hicimos 36 toques antes del gol de Lionard Pajoy. Luego, un gol de mediocampo de Neka Vílchez. Los reuní después y les dije: “O sea que sí podían”. Pero ya no nos alcanzaba.

El administrador me dijo: “Profe, me quiere matar la hinchada. Faltan tres meses, le voy a pagar uno y medio, ¿le parece?”. Me dio tristeza porque quería campeonar con Alianza. Me tocó meterles presión para que sean los deportistas que debían ser. Yo no creo que fue “camita”.

¿Entonces, profe?

Hay gente que no sabe qué hacer con su dinero. Encontré a un chico que tenía un contrato de nueve mil dólares. Lo primero que piensa es: “Ya llegué”. Pero cuando le das esa plata a un chico, es como decirle que ya no tiene que esforzarse más.Se compró un Mercedes y su mamá seguía lavando ropa. ¡O sea! Cuando llueve, todos se van a meter al carro, ¿qué te pasa, infeliz? Yo sé que es tu plata, pero estás equivocado.

Eso es un desgaste para el entrenador, porque tiene que estar encima de ellos para que rindan.Es complicado. Llega a cualquier barrio con ropa de marca y pantalón Lacoste, baja de su carro y entra al tono. Una chica que está con su enamorado lo ve, y el chico ya no baila más con ella. Ese es el poder que da salir en un póster o en la televisión. Estás matado, pero te dicen: “¡Ay, qué lindo!”. ¡No estás lindo! La pelotita hace milagros.

¿Con qué jugadores se llevaba mejor?

Hay un cordón umbilical que hace la vida más dulce para el entrenador. Tenía a Merlo, Calcaterra, Lobatón y Cazulo, y todos los demás caminaban por esa línea.Tarde no podían llegar, con olor a trago tampoco. No se puede jugar con diez, y con diez no le ganamos a nadie. Si no están a la altura, los paran.

Es un respiro no tener que chocar todos los días.A Horacio lo encontré comprando en Wong. Me acerqué y le dije: “¿Tú eres Calcaterra?”. “Sí, profesor”. “¿No quieres jugar en Cristal?”. “Sí”, me respondió. “Está acabando mi contrato con la ‘U’ y no me van a renovar”. Le di mi número y así llegó. Un crack.

Muchos hablan de su presentación, ¿cómo la hace?

Llego y suelto mi trayectoria: “Soy Roberto Mosquera. He jugado cuatro Copas Libertadores, una Copa América, un Mundial. Jugué en Talleres de Córdoba y en Deportivo Cali, donde hasta ahora me recuerdan. Yo estuve sentado ahí donde están ustedes, escuchando a otros entrenadores”.Luego les digo: “Voy a leer las normas de convivencia bajo mi administración. Todos van a firmar un documento. Si alguien no quiere, que me avise y hable con el presidente para rescindir su contrato”.Si alguien tiene algo que decir, ese es el momento. Yo los voy a entender, pero se van.

¿Profesor, usted tiene una forma muy particular de declarar...?

No es algo premeditado. Pero cuando diriges tanto tiempo como yo, sabes que la última pregunta siempre viene con una daga... acá (señala el cuello).Eso nació tras una victoria con Cristal. Debimos perder 7-0 y ganamos. Salí al túnel, vi todas las cámaras y dije: “Debimos perder y no sé cómo hemos ganado”, y me fui.

En un partido con Palmeiras por Copa Libertadores, un periodista me dijo bajito: “¿Por qué habla como blanco?”. Me acerqué y le respondí: “Tienes un problema, trata de solucionarlo. No lo soluciones conmigo”.

Mosquera le dio muestra de 'clase' a Pedro García (Foto: GEC)
Mosquera le dio muestra de 'clase' a Pedro García (Foto: GEC)

¿Qué pasó con Pedro García? Su reacción fue tendencia.Sabes qué me da tristeza... que fue una muy buena entrevista. Ese momento le quitó la esencia, porque hay gente morbosa que solo se queda con eso.Le hablé de mi vida, de mi familia, de cosas personales. Soy como cualquier padre de familia. Y eso se perdió.

Bueno, lo resumo: Pedro me escribió a las 7 de la mañana y me dijo: “Roberto, te pido sinceras disculpas. Esto no debió suceder”. Le respondí: “Disculpas aceptadas”, y ahí quedó.Dijo una lisura, me paré y me fui. Mis nietas quieren disfrutar cuando me vean en la tele. Con algunas palabras con doble sentido se reirán, preguntarán, y verán que somos dos negros sanos, terminando de conocernos.

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