
Hola, mi gente hermosa de La Fe de Cuto. Agradecer al de arriba, que siempre nos bendice y nos da las fuerzas para hacer, una vez más, las maletas y volar a Trujillo para encontrarnos con un personajazo de aquellos.
Quiero contarles que mi invitado es muy especial, porque sin él no habrían existido frases como: “La fe es lo más lindo”, “Mi carapulcra con sopa seca”, “¡Soberbios!” o el ya clásico “¡Tengo hambre!”.
Si le validaban ese gol que anotó en Matute en el 2011... se acababa “la fe”. Menos mal que estaba el árbitro Manuel Garay. Quiero darle la bienvenida a José Carlos Fernández, más conocido como ‘Zlatan’.

Cuéntale a la gente: si ese gol que convertiste en Matute era convalidado por el árbitro Carrillo, ¿lo gritabas con todo? Festejaste con toda la banca...
—Primero, quiero agradecerte por venir hasta acá, a Trujillo. Yo soy trujillano y las puertas están abiertas para ti. Tú la has pasado bien aquí cuando has jugado, lo sé.
Cuéntale a mi gente cómo fue esa jugada, ese momento…
Una de ellas es la final del 2011. Yo venía de una lesión de ligamentos cruzados. Recién había regresado y me meten a jugar ese partido. Si nosotros ganábamos, éramos campeones. Recuerdo que Lucho Trujillo patea y el flaco Penny da rebote. Yo me tiro de cabeza, pero la pelota me queda muy abajo y le doy con la mano.
Ya tenía tarjeta amarilla. Yo dije: “Me sacan la roja”, pero desde el piso vi que el árbitro empezó a correr al centro (indicio de gol), entonces se encendió la máquina de humo y empecé a celebrar. Todo el mundo se me tiró encima. Martín Quintero se me acerca y me dice: “No reclames porque te expulsan”, pero el gol lo anularon.
¿Sabes qué? En ese partido Manuel Corrales me menta la madre. Yo lo quería matar, pero estaba en la banca. Umaña me decía: “Tranquilo”.
Imagínate si convalidaban el gol… ¡me reventabas! Jajaja.
— Claaaro, te mandaba a un par de coronguinos, te mandaba la moto.
Cómo es la cosa… Manuel Gary, que era el ‘cuarto hombre’, lo llama al línea y le dice lo que había pasado.
Es verdad, porque el juez principal y el asistente de línea habían convalidado el gol y no había VAR. Nunca en la vida el cuarto había hablado y en ese partido se le ocurrió intervenir.
En la transmisión se vio que era mano. Pedro García, recuerdo, lo apuntaba.
Claro, no me hubiera gustado salir campeón con una trampa. ¿Qué ejemplo para mis hijos? Ahora uno tiene 13 años y el otro 9. Imagínate que me digan que campeoné con una trampa.
Pero al otro partido los pasamos por encima. En los penales, ustedes tenían a Ciciliano, Sheput y el ‘Pana’ Tejada… ¿quién iba a fallar allí? En nuestro equipo la mayoría era chibolo: Caballito, Lucho Trujillo, etc.

¿Quién te pone Zlatan?
La prensa deportiva.
Aparte, tenías todas las características...
Claro. Alto, narizón, pelucón… me faltaban los bigotitos. La prensa se agarró de ahí. Al comienzo no me gustaba, porque pensé que me iban a comparar. Navarro, desde que me conoció, me decía ‘Tanque’, pero ahora todos me dicen ‘Zlatan’. La historia del sueco me gustó, porque no era un virtuoso y demostró superación. Eso me gustó.
A mí siempre me pareciste un delantero difícil, como Cachete, Checho o Gonzales Vigil, que tú decías: “¡Aaaasu!”
Cuando me tocaba jugar contigo, yo me mentalizaba que al día siguiente me iba a doler todo. Lo lindo es que en ese tiempo no había VAR. Si tú me pegabas, por ahí yo te dejaba el codito. Era ‘me pegas, te pego’, pero todo dentro de la cancha y con pelota. No como ese partido del Cusco que me metiste… tú ya sabes, jajaja.
— Yo no me acuerdo, pero hazme acordar...
En Garcilaso yo jugué cuatro meses cuando regresé de Argentina. Me llamó ‘Petróleo’ García. Tú estabas en Vallejo, y me imagino que la altura, el cansancio... La pelota estaba por otro lado y siento un cuete en la cara. “¡Oe, Lucho, tío, yo no te he pegado sin pelota!”
Y como tú eres un tipo bueno y sabías que habías hecho mal, mirabas para otro lado. Jajaja.
Yo me quedé picón, porque siempre nos habíamos dado con pelota. Al final te fui a ver a reclamarte y me bajaste porque me diste un abrazo. “Ya, sobrino, ya pasó”, me dijiste.
Y yo con la jeta bien hinchada, me tocaba el diente para saber si me lo habías sacado de nuevo.
Hay un momento de impotencia en la altura… a todas querías llegar.
Mira, a mí Dios me dio unas cosas y no me dio otras, entonces yo en lo mío, ¿para qué voy a inventar? Yo no me voy a mandar con la de Ronaldinho… ja, ja, ja.
¿Cómo fue tu infancia?
La verdad, aquí en Trujillo se vivía bien. Nunca nos sobró ni nos faltó nada. Los amigos del colegio me dicen: “Oye, cumpliste tu sueño”, porque yo siempre quise ser profesional.La primera vez que entré a un equipo profesional fue en Coopsol, para jugar en la reserva. Aquí jugaba básquet. Ahora que me retiré volví y muchos se acuerdan que era de lo mejorcito en el básquet. Estoy agarrando nuevamente el ritmo y algunas cosas me salen.Antes, en Trujillo todos nos conocíamos. Ahora ha crecido mucho. Mis últimos años los jugué en Mannucci, volver a mis amigos, a bañarme en la playa Las Delicias, donde crecí, fue especial.
¿Qué recuerdo te ha quedado marcado de la infancia?
Después de Semana Santa vivía en la playa. Un vigilante nos dice: “Esa casa está embrujada”. Era una casa cerrada, pero vivía gente que se había regresado a Trujillo. Nosotros entramos y uno de los patas se mete a golpear la puerta. Pensando que era un fantasma, empezamos a tirarle cosas… y rompimos todo.Hasta que nos agarra un vigilante y llama a nuestros padres. Tuvieron que pagar todo: muebles, cuadros, lunas, todo.
Como jugaba fútbol en el colegio, me sacaban de clases. Jugaba básquet y fútbol para salir. Aunque me gustaban los números y estudié Ingeniería Industrial hasta octavo ciclo. Luego me fui a Europa, regresé casado y retomar la carrera me fue complicado.
¿Cómo diste el salto al fútbol profesional?
En un partido de reserva me va a ver Roberto Chale, que había llegado con Ramón Mifflin para encargarse de Coopsol. Me ven en un partido donde meto dos goles y el profe le dice que me lleven a Primera.Yo feliz. Fui, entrené una semana y le dice a Freddy Ames que me hagan contrato. Chale pensó que había descubierto al nuevo Claudio Pizarro. Me dijo: “Lo único que te pido es que cuando llegues a Italia, me traigas una buena italiana”. En el 2016 me lo volví a cruzar, me dio un abrazo, un beso… se acordó de mí.

¿Qué jugador era tu motivación de niño?
Antes no había tantos canales de cable. Yo admiraba a Flavio Maestri y a Claudio Pizarro, eran mis referentes. He conversado con ellos, los ‘nueves’ del momento.Con Claudio tengo una anécdota. Fui convocado para un partido con Uruguay, donde Penny ataja un penal. El titular iba a ser Claudio, pero se lesiona y hace una reunión.
Mirándome, me dice: “La desgracia de uno es la felicidad del otro. Al que le toque tiene que hacerlo bien”. Ese era el mensaje, ya sabía que no iba a jugar. Me dio su confianza, su respaldo, porque era la oportunidad de mi vida.Perdimos ese partido, pero siento que hice un buen papel. Después, las veces que lo he cruzado, me saluda con mucho cariño. Por eso lo admiro más.
¿Cómo llegaste a la San Martín?Cuando Coopsol asciende, lo venden a la San Martín. De ahí veníamos ocho jugadores. Freddy Ames dijo: “Esos jugadores que son míos, van allá también”. Estaban Anchante, Félix Otoya (también trujillano), el ‘Loco’ Hernández y algunos más.Juan Carlos Oblitas llegó como entrenador y trajo a Renzo Sheput, Cafú Salazar y Patucho Villanueva. Tuve la suerte de hacer el primer gol de la San Martín en Primera División.
¿Te sacan en cara haber jugado en César Vallejo?
Jugué dos años en César Vallejo. No me fue bien. La verdad, hubiera querido que me vaya mejor, porque soy trujillano. Por eso no me identifican mucho con este club.Allí pasó algo sobrenatural, porque juntamos una banda con el ‘Pana’ Tejada, Chiroque, la ‘Bestia’ Cardoza… llegamos a cuartos de final de la Sudamericana y no sabíamos cómo nos manteníamos.
Jugador profesional de Trujillo que no juegue por Mannucci… no está completo.
¿De Trujillo te vas a Arequipa...?
Me encantó Arequipa, pero como trujillano no puedo decir mucho eso. Jugar en Melgar es difícil, son muy regionalistas. Cuando le ganan a un grande del Perú, empiezan a cantar el himno de Arequipa.
Me tocó estar con el ‘Patón’ Zúñiga, Hilden Salas. Recuerdo que el Patón era el calidoso, y Cachete era más garra, aunque también jugaba muy bien. Un día el profe le dice a Christian Zúñiga: “¿Qué haces cuando ya estás cansado?”.Y él responde: “Me paro en la línea hasta que me saquen”.“¡¿Por qué no eres como tu hermano?!”, le gritaron.

Un día la barra nos fue a apretar porque no veníamos bien. Llegaron encapuchados. Mario Mendaña estaba joven y escuchaba de un lado hasta que alguien dijo: “Vamos a ir a buscar a sus familias”.Y el profe se saca el gorro, tira el pito y grita: “¡Con mi familia no!”. Y empieza a correr, a trepar el alambrado para agarrarlo. Tuvimos que sujetarlo.“¡Viejo, tranquilo, te van a matar!”, le dijimos.
¿También jugaste en Bolognesi de Tacna?
Sí, estaba con ‘Petróleo’ García, el ‘Pep’. Habíamos ganado 4-2 en Arequipa y regresábamos en bus a Tacna. De pronto, el bus se detiene. Pensé que se había molestado por algo, y suelta:“Muchachos, el que no sale hoy día, tiene multa”.
¿Llegaste a Cienciano también? Ahí no se duerme, ¿no?
Claro, llegué a un Cienciano que ya había sido campeón. Agarré la época de Juvenal Silva. Hay referentes que te marcan, como Juan Carlos Bazalar, Julio García, Totito Guizasola. Ese año perdimos el campeonato. Franco Navarro dice que fue por mi culpa.
Yo venía como goleador en el Clausura. Teníamos que ganarle a Deportivo Municipal en el Callao. Íbamos 0-0 y cobran penal a nuestro favor. Yo era el goleador del campeonato, y Franco no había designado. Llega la ‘Moto’ Guevara y me dice: “José, yo he jugado en el Boys, esta es mi cancha”.Yo, como nunca me he peleado por un penal, le doy la pelota… y lo falla.
Nosotros ganando ese partido éramos punteros y cerrábamos en casa. Dejá- bamos atrás a Bolognesi de Reynoso. Bolo nos pasa por un punto y sale campeón. Franco Navarro me dice:“Tú eras el goleador del campeonato. A mí me la piden y no se la doy ni a mi mamá”.

En 2007 mi carrera se transformó gracias a Franco Navarro, que me cambió la manera de pensar, jugar y entender lo que es un nueve en el equipo. Siempre agradecido.
¿Cómo era Juvenal?
En Cienciano nos debía unos premios. Lo aprietan Juvenal —el ‘viejo’— y Julio García. El tío saca su celular y le dice a su secretaria:“Ángela, ¿cómo no le vas a pagar el premio a los muchachos?”Y en eso… ¡le suena el celular! Más mentiroso mi tío.Aunque conmigo se portó diez puntos. Siempre me decía:“Cholito, lo que necesites no hables con nadie, llámame y habla conmigo”.
Un día me expulsan y al partido siguiente no viajo con el equipo. Cené y me fui a tomar una cerveza, eran las 10 y me ve el jefe de equipo y me señala con el dedo. Ya pues, ¿qué iba a hacer? Ya me había visto. A fin de mes me descontó 200 dólares.
‘Chemo’ me convoca a la selección y a Juvenal lo veo en la Videna. Le digo:“Me han descontado 200 dólares y con eso pago mi departamento en Cusco”.“Cholito, toma 400 dólares y sigue haciendo goles”, me dijo.Siempre me apoyó. Incluso cuando me venden a Europa, nunca puso trabas.
¿Te vendieron a Ucrania? ¿Cómo te fue ahí?
Era complicado, otro mundo. En algunos lugares del mundo se habla inglés y te defiendes, pero allí, nada. Tenía que estar con traductor hasta para tomar taxi. Era complicado, pero para mí era estar en Europa. Pasaba de ganar esto a ganar lo otro. Vas nomás.
El club era lindo: piscina temperada, el mejor gimnasio, sauna, comida las 24 horas del día, tu cuarto con tu nombre, premios buenos, todo.Pero me costó la adaptación porque no había jugado una copa internacional con Cienciano. Estuve seis meses nomás.¡Esos chupan más que acá!
Recuerdo que un lateral derecho llegó en su carro al club a las 10 a.m., para entrenar en la tarde. Pero baja con un pescado —una jovencita— y la mete a la habitación.En la tarde, el técnico, en medio del campo, le empieza a gritar. El traductor nos contaba que le reclamaba: ¿cómo podía meter una mujer al club?Dicen que el compañero le respondió: “¿Qué, no se podía?” Ja, ja, ja.
¿Después te vas a jugar a Bélgica?
Al Cercle Brugge la pasé muy bien, me trataron superbien. No me hubiera gustado irme nunca. Era todo muy ordenado: los contratos, el día a día. Me llevan porque el delantero iba a ser vendido a Alemania, pero un día antes se rompe el menisco. Entonces se queda, y cuando se recupera, lo empiezan a poner para venderlo y lo terminan metiendo al Anderlecht. Yo dije: este es mi momento.
Nos vamos de vacaciones. Me dan el Polar (dispositivo tipo GPS) y un plan de trabajo. Yo no sabía que eso quedaba grabado. Cuando llego al primer día de entrenamiento y entrego el aparato, me llama el entrenador a su oficina:—¿Qué pasó? Solo has entrenado un día. Para mí, no jugarás hasta que demuestres que quieres hacerlo. Esto es fútbol profesional.

Me mandó a la Reserva, y ahí empecé a meterle y meterle. Hasta que los compañeros me decían:—Paciencia, que no te va a poder castigar tanto, te va a llamar.Ya estaba bien en la Reserva, hacía goles, y recibo la llamada de Alianza Lima. No lo pensé dos veces. Era el sueño de mi vida ir a jugar a Alianza.
Yo sé que si hubiera seguido remándola allí, llegaba a tener minutos. Pero cuando Alianza me llama, me voy. Mi esposa se regresó llorando porque me decía que allá me trataban bien, que podía mejorar. Pero yo ya había tomado la decisión.
¿Qué piensas sobre esa decisión? ¿Hiciste bien?
Para mí, me cambió la vida. No solo la carrera. Hoy, la gente me reconoce, me abre puertas por lo que hice en la Copa Libertadores con Alianza Lima. Fue la mejor decisión que tomé en mi vida.
¿En qué partido fue que te volaron los dientes?
¿Cuando me metiste el puñete? Ja, ja, ja. ¿Quieres que cuente el mito o la verdad?
Cuenta las dos cosas, si quieres. A la gente de La Fe de Cuto le gusta eso.
El mito es que me rompieron el diente en el partido, pero yo nunca dije eso. La gente lo asumió y yo tampoco lo desmentí abiertamente. Entonces, cuando me lo preguntan, como tú, digo la verdad.
Recuerdo que en la cena nos dieron una pizza tan dura, que cuando la mordí, sentí que me había roto la boca. Estaban ‘Neka’ Vílchez, ‘Pacho’ y ‘Yuyo’ Libman.—¿Qué fue, compadre? —me dijeron.—Se me cayó el diente —y se mataron de risa.

El ‘Palado’ Cortés, asistente de Gustavo Costas, me dice:—Vamos al dentista para que te revise.—No, a mí me pone muy nervioso el dentista —le digo—. Mañana hago el gol y clasificamos, y voy a salir en todas las portadas sin diente.
Hago dos goles, y nos roban ese partido con la Universidad de Chile de Pelusso. El presidente Alarcón dijo que iba a ir a la FIFA. Pero lo que más me dolió es que el equipo venía muy bien: estábamos rápidos, fuertes. Teníamos un buen equipo. Por eso me dolió. Hice 7 goles en esa Libertadores.
A mí me venden a Ecuador, a Zorrito lo venden también, a Tragodara, a Jhonier lo mandan a Turquía. La Libertadores te cambia la vida. En el primer lugar de la historia está Teófilo con 13 goles. Después estoy yo, con Pitín Zegarra, con 8. Luego vienen Waldir, Jefferson y Hernán Barcos, que me puede pasar.
¿Cómo te fue en Ecuador, en el Deportivo Quito?
Ese 2010 me fue bien. Hice gol con la selección peruana y después en la Copa Sudamericana. Los compañeros te veían distinto.Pero ahí me rompo el ligamento cruzado.
Regresé de jugar un amistoso con Colombia. Estaba cansado. Jugué el primer tiempo y en el segundo pedí mi cambio. Empieza a llover granizo. Terminé el primer tiempo muerto. En el segundo me meto entre los centrales, hago el gol y la pierna de apoyo se me resbala. Me rompí los cruzados.
Me sacaron tres resonancias, y ninguna decía que estaba roto. Hice terapia para jugar el playoff con Barcelona, el equipo de Segundo Castillo —mi tío de los ternos—. En una jugada lo choco y me dice:—¡Epa, mi pana! ¡Avísame que estás bien para meterte!Pero no me sentía bien.
Regresé a Lima a hacer fortalecimiento en la playa para la pretemporada, y en un corte con el arquero, la pierna se me “chorrea”. Llamé al doctor Segura y apenas me vio, me dijo:—Estás roto.Aquí está, en tu resonancia sale. No sé por qué no te lo dijeron antes.
¡Asu mare, qué abusivos!
Llamé a Ecuador y dije: “Me opero en Lima y hago la recuperación hasta que esté bien”. Como sabían que habían hecho mal las cosas, me firmaron todo. Me pagaron un mes de los tres que me debían y luego nada.
Les hice juicio ante la FIFA. Les gané, pero no les puedo cobrar porque están en tercera división. Cuando suban, hay que cobrar esa plata. Son dos años de contrato.
¿Una anécdota en ese equipo?
Cuando llego, el entrenador era Insúa, y entrenábamos en la tarde. En Quito, a esa hora, hace frío como en Cusco. Todos entrenaban con lycra, manga larga, capucha, pasamontañas… solo se les veían los ojos. Yo, como siempre, en el primer entrenamiento dejo mi marca. Entro fuerte para que sepan que llegué.
En una jugada, se me viene un pata, yo lo voy a apretar y le meto con todo. Cae mal, y yo sigo la jugada. Cuando voy a tomar agua, el ‘Lobo’ Gonzales Vigil, que ya jugaba allí, me dice:—No sabes a quién has chocado. Es ‘Van Van’ Hurtado, el capitán del equipo. Nadie lo tocaba. Y tú lo has enterrado.Yo solo le había visto los ojos.

Al día siguiente concentrábamos en el Sheraton. En el comedor, nadie se sentaba si él no se sentaba. Llego yo y me dice:—Hey, ‘Fer’, siéntese aquí conmigo.Creo que lo que hice le gustó. Me agarró estima. A Juan Diego y a mí nos preguntaba cómo estábamos, qué necesitábamos.
En el 2011 regresas a Alianza Lima…
Hablé con Gustavo Costas para hacer mi recuperación en Alianza Lima y, si él me necesitaba, ya hablábamos.
La hinchada te pedía.
Cuando me fui a Ecuador, hay una imagen en la que celebro un gol tomándome la camiseta, como diciendo: “es por la camiseta y no por la plata”. Ahora lo puedo contar: iba a Newell’s Old Boys, tenía las maletas listas para viajar, pero ‘Pocho’ Alarcón me dice: “yo viejo antes”, y cuando el hombre está allá, pide ‘por fuera’.Cuando regresa, me dice: “yo no puedo aceptar esta oferta, yo busco lo mejor para el club”, y le respondo: “pero si todo ya estaba arreglado”. Me dijo: “te quedarás en Alianza Lima y cobrarás lo que cobrarás”. Yo juego por la camiseta y no por la plata. Por eso, cuando anoto los goles, se los dedico en el palco.
Tres semanas no le hablaba, y Gustavo Costas se me acerca: “José, no es momento para pelearse con la directiva. El club necesita venderte. Vamos a hablar con el presidente”. Ya ‘Pocho’ pidió disculpas y se arregló el tema.Mi viejo lo fue a ver para decirle cuánto quería por mi pase. Dijo “tanto”, y mi papá le dijo: “afuera hay una persona de Ecuador con el cheque”. Y tuvo que firmar.
Cuando regreso en el 2012, antes de arreglar, pidió conversar conmigo: “tú me has ofendido públicamente”. Yo le respondí: “Disculpa”, le di la mano y firmamos.Ese año fue durísimo, el peor del club. No cobrábamos, el hijo de un compañero nació con una enfermedad y tuvimos que hacer una chancha para operarlo.Nos dijeron: “con la taquilla pagamos un mes”, y nos dieron solo una quincena.
Hicimos una conferencia para decir que nos mintieron, porque el estadio estaba lleno. Alarcón me llama y me dice: “ven a mi casa”. Voy y me dice: “tienes que pensar en mi hija, que en la universidad le dicen que su papá es mentiroso. ¿Y los hijos de los jugadores que no cobran? ¿Y el jugador que no tenía para enterrar a su hermano?”. Se sacó los lentes y me dijo: “no tengo perdón de Dios”. ¡Más falso!
Con todo ese panorama, y cuando nos quisieron recortar los sueldos, me fui a Argentinos Juniors. Para mí fue un sueño ir a jugar a Argentina.Allí tengo la suerte de, en el segundo partido, romperme el tobillo. Había ido con ilusión, me había ganado el titularato en el primer partido.
¿Cómo te rompiste?
Estábamos jugando con Racing, en la cancha de Argentinos, que es la más chiquita de Argentina.Estaba Camoranesi, que venía de ser campeón del mundo con Italia. Él sale jugando, yo lo choco, lo tiro y la gente se levanta. Se la tocó a Diego Placente y pico al área para hacer el gol. Me tiro y el tobillo del pie de apoyo se mueve. Cuando veo el pie, estaba para un lado y el hueso para el otro.
Cinco meses sin jugar, pero la verdad, me trataron muy bien. Me fueron a ver al hospital siempre, se ocuparon de mi familia. Es un club que comparo mucho con Sport Boys y Municipal.De ahí salió Maradona. Hay un vestíbulo donde está su imagen por encima de todas las figuras que salieron de allí.
No sabía que jugaste en Sporting Cristal.
Recuerdo que el primer mes le pregunto a Max, el jefe de equipo: “¿Cuándo pagan?”. Era 30. “Ya pagaron el 28”, me dijo. Esto es Sporting Cristal. Imagínate, yo venía de no cobrar 4 meses en Alianza Lima.
También era un lindo grupo: estaba el Chasqui Álvarez, el ‘Piki’ Cazulo, el ‘Pincel’ Sheput. Ese año recuerdo que hubo un amistoso con Atlético Madrid y el ‘Chasqui’ era agrandado.Tira una pelota larga y lo sobra a Diego Costa, le quiere meter el cuerpo y viene este ‘caballo’, le mete el cuerpo y lo entierra. En el vestuario lo veo derrotado y le digo:“¿Tío, qué fue?”“Está fuerte ese huevón...”

¿Cómo te fue en Garcilaso?
Me llamó ‘Petróleo’ y me fue arriba con la candela. A los dos partidos que no hice gol me llaman a la oficina y me dicen por qué no hago gol. Yo les digo: “la plata no te garantiza el gol”. Duré cuatro meses allí.
Después regresé a Melgar. Ese año perdimos la final con Sporting Cristal por un gol de visita. Le hice gol a la ‘U’ en la semifinal y me renovaron bien. El grupo lo hizo bonito. Bernardo Cuesta era el que te mostraba el camino.
¿Cómo llegaste a Municipal?
Fue la experiencia más linda que he tenido en el fútbol. Hay una mística increíble. Estaban el ‘Loco’ Delgado, Adrián Zela…Llegó la Clausura del 2017, quedamos novenos, a un punto de la Sudamericana. Con el ‘Chino’ Rivera quedamos quintos, a pesar de que no nos pagaban. Entrenábamos en sintético una hora; sonaba la campana y entraban academias de colegio. Así le ganamos a Alianza Lima.
Al año siguiente me llamaron y me dijeron: “esta temporada el presupuesto es menor y vamos a apostar por jóvenes”.Te agradezco por la frontalidad y seguimos como amigos. Pero ya todos saben cómo les fue.
¿Cómo terminaste tu carrera?
Me llamaron en el 2019 para salvar el descenso en Mannucci, y por dos puntos no nos metimos en la Sudamericana. Cuatro años hermosos acá.
Hay algo anecdótico: mi primer gol lo hago en el arco sur del Mansiche, a Sullana, y el último gol también a Sullana, en el mismo arco.
Fue muy doloroso tomar esa decisión. Jugué 20 años y pasaron cosas que, cuando tú entras a un vestuario, no sabes en quién confiar.Un día estaba concentrando con un chico, después de perder con la ‘U’, y el chibolo me enseña un pantallazo que decía:“¿Cómo quieres ganar si tus compañeros entregan el partido?”
Cuando me dijeron eso, justo me llama el técnico y le digo: “¿cómo quiere salvar la baja con estos?”. Jorge (Pautasso) se puso a llorar, sacó su línea y dejó de lado a los que pensaba que eran, y salvamos la baja.
Duele que gente te traicione así. Le dije a mi esposa: “me voy”. Si no, estaría Paolo Guerrero o Hernán Barcos.
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