
Sentado sobre un cómodo mueble fino en un ambiente amplio de su casa, de donde no solo se puede apreciar las áreas verdes de sus dominios y su piscina, sino también una gran parte de la ciudad de Lima, así nos recibe el profesor Luis Bolaños, con la amabilidad y educación que siempre muestra. La ubicación de su morada es paradisíaca ya que puede ver el amanecer y el atardecer, con sunset incluido, de la capital de Perú. Mientras que el carbón se pone a punto, en unas de las parrillas que tiene en su mansión, él trae la rica carne que luego se cocinará para almorzar y conversar post entrevista.
Muchos años han pasado desde aquellos inicios de los 90 cuando me fue buscar a Corongo para llevarme a la ‘U’, pero él sigue sano y fuerte como un roble. Mientras que el equipo de grabación de La Fe de Cuto termina de instalar y dejar todo listo para la charla, el profesor Bolaños nos ofrece algo para beber, al mismo tiempo que vamos repasando la memoria de aquellos años noventeros cuando empezó la relación de un cariño mutuo, de respeto y agradecimiento como la de un hijo con su padre.
El profe Bolaños, un provinciano, como muchos, vino a Lima para hacerse un lugar en esta selva de cemento a base de estudios, perseverancia, trabajo, valores, convicción y con su gran capacidad intelectual, a conquistar el mundo y lograr sus objetivos. Pase y lea la historia de mi mentor en el fútbol.

Profesor el juramento es por Carapulcra porque a usted no le gusta la sopa seca...
Como ese plato porque la prepara tu mamá Prince y tu hermana Diana y Gino que es especialista en el ‘cajoneo’ pues siempre tiene déficit diario. No suma solo resta.
Yo soy contador público de la Universidad Ricardo Palma. Mi compañero de carpeta era Juan Carlos Oblitas. Nos conocemos hace más de 50 años. Por eso quiero ir a ver a Gino (hermano de Cuto), para que me diga por qué siempre resta y no suma en la caja.
¿Profe, usted es de Trujillo?
De la provincia de Ascope, tierra del ‘Chueco’ Honores. Nací el 24 de diciembre de 1953 y estuve allí hasta los 9 años. Luego, mi padre nos trasladó a un barrio populoso y que marcó historia… pero en la delincuencia: El Porvenir.
¿Ese barrio al que fuimos cuando usted jugaba en César Vallejo?
Sí, con Leo Rojas y Jean Ferrari. Él me preguntó: “¿Usted vive en este barrio?” Justo esos eran los que me querían matar. Tuvimos que entrar por la puerta posterior con la camioneta porque los estaban buscando.
¿Tan bravo era?
Ese barrio, cuando yo era estudiante de la Ricardo Palma, lo vivía así. Llegaba con mi Fiat 125 y preguntaba por la gente: “¿Qué fue de Calín?” Lo mataron. “¿Y del Chochero?” Lo asesinaron. “¿Y del Pirri?” Lo mataron en la cárcel. Si yo me hubiera quedado, no nos hubiéramos conocido.
¿Cuándo se viene a Lima, profesor?
En 1971, vine con una bolsa de ilusiones. Tenía un gran amigo que estudió conmigo, Jorgito Rubiños, arquero del Sport Boys y del Centro Iqueño. Al ver que mi padre no tenía cómo apoyarnos, tuve que salir a trabajar. Era un guerrero. Dormía en la calle y almorzaba en el comedor popular de Ocoña, junto a prostitutas, mendigos, ciegos y ladrones. El menú costaba 35 centavos. Fue Jorge quien me llevó al Centro Iqueño.
¿Allí empezó su sueño?
Yo ya jugaba en el Sanjuanista de Trujillo, en la liga amateur. En ese Centro Iqueño me encontré con Freddy Ravello, Eusebio Salazar y Heracleo Paredes, ya veterano.
¿En qué posición jugaba?
Era marcador derecho. Siempre aguerrido, con mucho temperamento. Recuerdo que los árbitros ya me conocían y me decían: “Bolaños, no me malogres el partido, si no te boto.”También los punteros me hablaban: “Chatito, suave nomás.” Yo les respondía: “Hazla simple, nada de dribling, porque tu mamá y tu hermana van a recibir tu pierna…”

En el año 75 se encuentra con el ‘Cholo’ Castillo…
Ese año, Alianza Lima hizo un convenio con el Iqueño. Lo tomaron unos empresarios textileros, los hermanos Orille. Llegó el profesor Rafael Castillos, Orestes Suárez, y como delegado, el sobrino de Aloinbado Souza Ferreira. Fuimos campeones en la liga de Lima tres fechas antes del final. Como entrenador, tuvimos al Cholo.
En el 77 empieza a dar sus primeros pasos como entrenador...
Ese año comencé con unos ‘calichines’ del Centro Iqueño. Ese mismo año renunció el entrenador y me encargaron el equipo amateur. En 1978 llegó Juan Forero, y yo seguía con los menores. Participábamos en el Campeonato de la Prensa y los Semilleros de El Comercio y Última Hora. Los que competían pagaban solo 5 soles.Ahora los que juegan la Copa Federación tienen que pagar ¡60 mil soles! Es un negocio. ¿Cómo van a salir talentos así? La Departamental de Lima cobra 40 mil.
¿Cómo va a ser eso, profesor...?
Si hacemos un retroceso, tú no habrías salido de Corongo. Es por eso que yo soy un crítico de la gestión de este presidente. En diez años no ha hecho nada en la Sub-20 con Chemo (del Solar), cero puntos con el cuñado de Juan Reynoso, cero puntos con (Carlos) Silvestri en la Sub-17. Entonces, hemos llegado a la peor etapa del fútbol peruano.
¿Qué club dirigió por primera vez?
Al Centro Iqueño en 1980. Pero ya en 1978 era el entrenador de la Universidad Ricardo Palma. He dirigido en 24 lugares, y estuve en la FPF hasta el 2019, cuando decidí retirarme porque no quería trabajar con Agustín Lozano. Se lo dije a Oblitas: solo volveré el día que él se vaya de la Federación, porque siento que aún tengo algo que dar a mi país.¡Talentos hay en el fútbol peruano! Pero esos talentos no van a llegar. Cuando te llevé a la ‘U’, dejé dicho que iban a venir tres morenitos y no los dejaron entrar, pese a que yo di la orden. ¿Cómo van a ir los talentos a tocar la puerta de Abtao para jugar en Alianza Lima?
¿No hay un plan serio para captar jugadores?
¡No lo hay! Y los van a buscar afuera, en Estados Unidos. Hay que conocer la calle. Estoy seguro de que si a un scouting le pregunto por el asentamiento humano Las Palmeras, va a pensar que hay palmeras de verdad. No conocen Corongo, Puerto Nuevo ni el Cerro El Pino. Esa labor la hago desde 1977.
¿Usted iba a buscar jugadores por su cuenta?
Yo me iba a Comas, al cerro La Balanza, por Belaunde, por el barrio de Chiquito Flores. También iba a Pamplona, a la Curva del Diablo...
Algunos dicen que usted los descubrió...
Eso es una huachafería. Acá hay un entrenador medio loco, viejo, Chalaca, que dice: “Yo he descubierto cientos de jugadores”. ¡No ha descubierto a nadie! Ni yo he descubierto a nadie. Lo que he hecho es dar oportunidades de vida.

¿A quién le dieron mérito por “descubrir” y no fue así?
Dicen que al ‘Loco’ Vargas lo descubrieron... ¿Qué? ¿A los 18 años vas a descubrir a un jugador? ¿O sea que el profesor de educación física de Vargas, que lo tuvo a los 8 años, no se dio cuenta que era distinto? Dale mérito a ese profesor, que lo formó, que lo ayudó. Por eso yo he entregado esa oportunidad a jugadores como George Forsyth, Erick Delgado o Walter Vílchez.
Si usted no le daba esa oportunidad a Forsyth, ¿qué habría sido de George?
¡Olvídate! No hubiese llegado. Hoy estaría en las pasarelas. Hay algunos a los que les das la oportunidad y terminan mal también...
¿Como quién, profe?
Había un jugador al que le decían ‘El Chino’. Ni merece que diga su nombre. Jugó en Argentina. Yo tenía la categoría 73 en Universitario. Cae con fiebre Malta. Vienen el papá y la mamá y me dicen: “Profesor, venimos a despedirnos”. “¿Por qué?”, les pregunté. “A mi hijo le han detectado fiebre Malta y va a estar nueve meses sin hacer deporte.
Si yo hubiera sido justo, le decía: “Ve a pedir tu carta pase” y ese chico nunca hubiera jugado en la ‘U’, ni en Argentina, ni en Cienciano, ni en la selección.Pero con mi buen corazón le dije: “Yo lo voy a esperar”. Lo esperé nueve meses. Era marcador y lo puse de volante. Así terminó jugando en Argentina (en Boca Juniors), como volante. No voy a decir su nombre. No se lo merece. Es un malagradecido.
Muy distinto a Ñol Solano...
Ñol también fue mi alumno. Yo era jefe de las divisiones menores de Deportivo Municipal. Rufino Bernales lo hacía jugar de marcador derecho. Yo siempre lo utilicé como medio ofensivo. Rompía líneas, era completo. Tenía una resistencia anaeróbica increíble. En Inglaterra terminó jugando de volante.
Después se fue a Europa a estudiar…
Me fui a la RFE (Real Federación Española). Te cuento que tuve que vender una casa para hacerlo. Trabajaba en el Banco de la Vivienda y pude sacar una casa en Chama, Miraflores.
Profe, cuénteme cuando Jhonny (Vegas) lo llevó a Corongo…
A mí me dan la categoría 92. El ‘Gato’ Cuéllar va a mi casa para que sea su asistente y le dije que no iba a ser asistente de nadie en el Perú, porque venía de Europa, de hacer prácticas en Barcelona, después en Francia y Holanda con Johan Cruyff, y en Inglaterra con Bobby Robson.Me contrata Jorge Nicolini y Cuéllar me pide que me haga cargo de la categoría 80: ‘Polvorita’ Carrión, el arquero Lauri… Ese año no quedé campeón porque discutí con Germán Leguía. Ahora somos más amigos. Recuerdo que nos cruzamos y le dije: “A los árboles grandes los agarro de las ramas…”
¿Cómo me vio en Corongo, profe?
Yo ya te había visto jugando en Cantolao, cuando ‘Chiquito’ era suplente de Jhonny Vegas. Mi jefe, un yugoslavo, me dice: “Perdiste con Alianza Lima, perdiste con Sporting Cristal... si pierdes con el Sport Boys, te vas”.Llego a La Perla y toco la puerta de Jhonny Vegas a las 9 de la noche. Le digo: Vamos a la ‘U’, dame tu partida. Ahí le pregunto dónde vive Lucho Guadalupe.
“En Corongo”, me dice.“¿Es un barrio bravo?”, le pregunto. Y me contesta que sí. Le digo: Yo vengo de El Porvenir de Trujillo, barrio de criminales. ¡Vamos nomás!Él me pide que me quede en el grifo y llega contigo. Tú tenías las manos atrás. Te pregunté: ¿Quieres ir a la ‘U’? —“¡Claaaaro! —me contestaste. Ya, mañana lleva tu partida.Sacaste las manos de atrás y me diste tu documento. “Entonces, lleva dos fotos”, te pedí. “Aquí están”, me dijiste. Estabas preparado.

Profe, lo que no cuenta es que no me dejaron entrar al Lolo…
Dejé dicho en la puerta: “Van a venir tres morenitos”, le dije a Vidales. Yo llegaba del banco a las 3, casi 4, y los veo afuera a los tres.Los veo parados atrás y me molesté con el de la puerta, porque me dijo: “¿Cómo estos van a jugar en la ‘U’?”Yo me acerqué y con lisuras le dije: “¡Este va a ser el futuro capitán de la ‘U’!” Por ahí uno se sonrió. Después me pidieron disculpas y me dijeron: “Qué tal visión, profesor”.
¿Se acuerda cuando me llevaron a la Sub 20 y abandoné...?
Y que yo fui a buscarte.Dragan Miranovic llega a la puerta de mi casa y me toca. Éramos amigos. Me dijo: “Se me fue Guadalupe, lo traté mal y ya no va a entrenar. Tú eres el único que lo puede hacer volver”.“Le invito un ceviche, profesor”, me dijo.Fui a Corongo y te vi jugando fulbito, te habías olvidado del fútbol profesional. Estabas peloteando con los Alguedas, que son tu promoción.
Tus amigos me dijeron: “Ahí está tu profesor”. Yo volteo, y tú me dices: “¿Qué pasó? ¿Qué haces aquí?”“¿Por qué no has ido a entrenar?”—“No, porque el profesor me ha gritado”.—Yo era bien ‘aniñado’ en ese tiempo…—Yo te dije: “Vas a ir a entrenar y mañana vengo para llevarte”. Y te llevé al club El Revólver, en el Rímac. Pero hicimos una treta para que el profesor Miranovic no pierda autoridad…
Eso me lo ha dicho después de años…
Le dije: “Yo lo voy a traer y cuando me veas con el jugador me dices firme: ‘¡Profesor, yo no necesito a ese jugador!’”Yo te voy a decir: “Profesor, hágalo por mí, lo encontré jugando en la calle”.Después me dices: “Por ti lo voy a hacer, profesor Bolaños…”.Todo salió de maravilla. Al día siguiente me dijo: “¡Eres un actor de primera!”
Cuando estaba en la Reserva de la ‘U’, por el lado del córner, usted me decía: ‘Aguanta la pelota’ y a un lado tenía al ‘Puma’, y al otro al ‘León’ Rodríguez. Y usted se metió al campo... Eso me marcó.
Uno es entrenador, pero también tiene que ser un padre protector firme. Cuando veo que el ‘Puma’, un jugador temperamental, empieza a patearte, me dije: lo puede quebrar.Le digo a ‘Pichicho’ Benavides, que estaba arbitrando la práctica: “¡Para el partido!”. Entro a la cancha y lo encaro:“¿Qué pasa, José Luis, hermano? ¿Lo vas a quebrar al chico?”
—“No pues, profe, es irrespetuoso”, me respondió.Me pone el brazo derecho en la cara y el izquierdo al ‘León’ Rodríguez.“¡Pero enséñale, porque tú eres su modelo! Le puedes romper la tibia.”Se reanudó el juego, se molestó conmigo y yo le dije en la cancha: “Este muchacho un día va a ser tu capitán”. Y se cumplió. Un abrazo para el ‘Puma’.
Después el ‘Puma’ me molestaba: “Ahí está tu marido…” Lo mismo cuando me fui a Bélgica…
Yo había ido al Estadio Nacional a verte jugar y después desapareciste. No te veía entrenando, ni en la casa.Mi esposa, mi ‘gringa’, me decía: “Te veo triste”.“Es que no veo a mi hijo”, le dije.Hasta que alguien en la ‘U’ habló y dijo: “Se fue a Chincha con unos empresarios, ya está en Europa”.Ellos llegaron a Corongo y me llevaron a Europa, pero antes me llevaron a Chincha para que firmes los permisos notariales.

Ni siquiera se despidió de mí...
Estuve tres meses afuera. Primero fui al Metz, entrené allí hasta que salió lo de Bélgica. Me contó Miguel Silva que usted les dijo: “Cuando llame ese negro ingrato para que den el pase, no le den nada”.Y así fue. No quisieron negociar con los extranjeros, ni hablar de precio, nada. Tuve que volver.
Este es otro mensaje que quiero enviar desde La fe de Cuto: estoy encapsulado por el Divino Señor, y el que se porta mal conmigo… la va a pagar.
¿Cómo fue su etapa en Municipal?
Llego en 1993, después de perder una final con Alberto Gallardo. Era mi hermano, gran formador, gran persona.Yo una vez tuve una crisis personal. Eran las 10 de la noche y lo llamo: “Alberto, tengo una crisis, quiero hablar contigo”.“¿Dónde estás? Espérame, estoy en 20 minutos”, me dijo. Una nobleza… grande. Se fue muy joven.De mi promoción ya no queda casi nadie, todos se han ido. Lo que pasa es que yo empecé antes que ellos.
¿Qué debe tener un entrenador hoy en día?
Preparación académica. En el Perú es muy pobre. El entrenador tiene que tener trabajo de campo.En la academia Félix Huapaya, se estudiaba dos años. Hoy, la licencia cuesta 9 mil soles. Antes se pagaba por mensualidades.Yo vendí mi casa para estudiar y mi mamá me dijo: “¿Por qué hiciste eso?” Hoy la recuperé… por una veinte veces más grande.
¿Cuál es la realidad del fútbol peruano?
La realidad es que, con la gestión de Agustín Lozano, hemos llegado a ser los peores de Sudamérica.Y no lo digo con mala intención: su balance es cero puntos en la Sub-20, cero puntos en la Sub-17… y eso en el 2025.En el 2023, cero puntos en la Sub-20 con Serna, el cuñado de Reynoso.
Un punto con la Sub-17 en Guayaquil.Si tus dos parcelas —que son las que alimentan a la mayor— en Sudamérica terminan últimas en dos Sudamericanos, ¿qué puedes esperar en mayores?Por eso digo que el fútbol peruano, en los próximos treinta años, que se olviden de clasificar.La cosecha de estos años con Agustín Lozano… nos ha llevado a la catástrofe.
¿Nunca se animó a dirigir en Primera?
Varias veces me lo han propuesto. Han venido hasta mi casa dirigentes para contratarme.Y siempre les dije que no, porque tengo una vocación: dirigir fútbol de menores.Yo moriré con los menores.
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