
¡Hola mi gente maravillosa de La Fe de Cuto! Estoy en la tierra de los incas… ¡cómo se siente esa vibra, esa energía positiva! Estuve un año aquí y dos muchachos casi me malogran, ¡me sacaban todas las noches! Hoy estamos aquí con La Fe de Cuto. ¿Qué hace “La Fe” en Cusco? Pues vine por un invitado muy especial para mí.
Yo andaba… pero no tenía ni para el té. Siempre he sido sincero, pero este invitado hizo un video… ¡yo le había pedido una cosita nomás y se mandó con un video completo, extraordinario! Por eso tenía que estar acá para entrevistarlo. Dicen que es el Último Inca... yo le digo “Harry Potter”. Les presento a mi sobrino: Christian Cueva.
Gracias, Halcón, por venir hasta aquí. Primero felicitarte y agradecerte por venir a una tierra que ya conoces. Estamos aquí para esa entrevista que merecemos. Tú siempre me has dado mi lugar en el fútbol, y recuerdo todas las veces que conversamos por teléfono. Cuando uno ve personas sinceras, la amistad crece sola.

Estuve en Brasil con Carrillo y mi tía me dijo: “Mi hijo, ¡te cambió la vida!”. Y yo le dije: “Es verdad”. ¡Quiero hacer La Fe de Cuto en Brasil!
No, Halcón, tienes que hacer La Fe de Cuto con Lapadula, Cueva y Carrillo. Los que estuvieron en ese video. Espérate a junio nomás, que venga esta Eliminatoria, que lleguen todos... y lo hacemos.
“¿Cómo estás, Harry Potter?”
Estoy haciendo fútbol, que es lo que me hace feliz. No es fácil por la situación que he estado pasando, y porque a los que más amo en la vida no los tengo aquí. Pero el tiempo de Dios es perfecto, y mientras yo esté bien, ellos también van a estar bien.
¿Qué tiene que ver este momento con el profe Táchira? Siempre baja a Cuto 16.
Va desde Villa. José, para mí, se ha convertido en un hermano. Hemos crecido juntos. Más allá de los entrenamientos, encuentro en él palabras que me motivan. Desde que lo llevé a Arabia, ha sido así. Tiene todo mi cariño y respeto.

¿Te acuerdas de la San Martín?
Me has hecho acordar. Un año llegó Ángel Cappa, que me agarró mucho cariño. ¿Adivina con quién llegó? Con Fernando Signorini, (preparador físico de Diego Maradona). Y lo primero que hace es agarrarme a mí.
Me empezó a conocer y me dijo: “Tú eres el Maradona peruano”. Tengo un video en el que él me lo dice. Yo tenía 19 años. Y claro, salvando las distancias, a cualquiera le gusta que lo comparen así. Ese año rendí muy bien.
Hace poco me mandó un video, y mucha gente no sabe que tengo una bonita relación con ellos, también con el profe Cappa. A nadie se lo he contado.
¿Cuál es tu objetivo ahora?
Mi objetivo, Halcón, es jugar fútbol a un nivel alto, al nivel que siempre estuve acostumbrado. Agradezco mucho al pueblo del Cusco, porque desde que llegué me han tratado con respeto. Hoy estamos en la Copa Sudamericana y mi objetivo es clasificar a la siguiente fase.
Si hablamos de mi corazón, está tranquilo y feliz. Siento que las cosas pasan porque Dios así lo quiere. Estoy muy feliz, tranquilo y enfocado en mi carrera. Muchos piensan que estoy en la música… Me gusta, sí, todos los géneros. Los canto, los entiendo. Pero no me quita el enfoque.
Si veo que mi pareja crece, me gusta apoyarla y estar con ella. Eso me lo ha demostrado. La cereza del pastel es poder ver a mis enanos.
Después de la tormenta viene la calma, sobrino…Esto te va a ayudar a madurar. Esto viene por algo bueno. Cuando te he tenido que decir tus cosas, lo he hecho de frente.
Sí, lo considero. Quiero decir algo: no necesitamos hablar las cosas públicamente. Como lo hemos hecho con Jefferson o Paolo… Nadie sabe lo de nadie.
Yo no puedo estar en guerra con la madre de mis hijos, sobre todo por ellos. No puedo ser injusto. Si yo cuento que mi infancia fue buena y tranquila, no quiero que la de ellos sea diferente.
Creo que ambas partes estamos trabajando en eso. Quizás la mamá de mis hijos también ha pasado por cosas. Pero hoy, las cosas deben manejarse mejor… y todos tenemos que sanar.

La afición de la selección te extraña. ¿Tú cómo te ves en la ‘Blanquirroja’?
El tema de la selección nunca se te va de la cabeza, a ningún futbolista. En todo momento están las ganas de estar. Yo sí extraño a la afición de mi país. Muchas veces me pongo a ver mis videos y digo: “¡Cómo me gustaría volver a cantar el Himno Nacional!”. Cuando escucho en el estadio el Contigo Perú, se me eriza la piel.
¿Cómo ves a Óscar Ibáñez?
Lo conocí cuando era asistente en la selección. Me pareció una persona buena, respetuosa. Siento que merece lo mejor en este tiempo que está ahí. Si yo estoy bien, creo que le puedo servir a mi selección. Vamos paso a paso, pero primero lo mío aquí.
Estoy aquí conectado con la Pachamama, que me da esa energía. ¿Me entiendes? Estamos en el Cusco. Sabes que me llaman el ‘último inca’.
¿En algún momento pensaste en colgar los chimpunes?
En algún momento sí, lo pensé. Dije: “Ya está, por mis hijos”. Sinceramente, me hago responsable por las cosas que vivieron ellos. Tengo una madre y un padre que son el motor de mi vida, que no se me apaga. El amor que me han dado desde niño... Hoy entiendo todo lo que ellos me decían sobre ser papá.
¿En qué momento te diste cuenta de tu magia con la pelota?
Desde el jardín ya jugaba. Mi papá me enseñó una foto en la que yo pedía que un lateral me la pase al pecho. ¿Qué niño pide la pelota así? Él fue el primero que creyó en mí. Cuando había reunión familiar decía “amistoso” y mis primos: “Este nos va a sacar de pobres, este nos va a dar de comer”. Y otros se burlaban: “¿Qué? ¿Va a ser chef?”.
Mi mamá empezó a apoyarme sobre todo en la Copa de la Amistad de Cantolao, en el Callao. Se ‘cachueleaba’ para poder sacar un sencillo y viajar a Lima.
¿Es verdad que te probaste en Alianza Lima?
Yo veía de chico a los de Cantolao y a los de Alianza y decía: “Quiero estar allí”. Un día nos fuimos a probar a Matute. Estaba Wilmar Valencia, seguro ni se acuerda. Eran tres pruebas: pasé la primera, la segunda también, y en la tercera me ‘limpiaron’. Dije: “¿Por qué?”. Después me di cuenta de que entraron todos los de tu tierra: de Pisco, de Chincha. Pero igual, seguí con mi sueño.
Yo le dije a mi papá: “Voy a llegar a la selección”, y empecé jugando Copa Perú a los 13 años. Antes era más duro. Llegabas a provincia, ganabas, ¡y te agarraban a piedrazos! Pero ha sido una de las épocas que más disfruté.

¿Tu papá también fue futbolista?
Mi papá jugó Copa Perú con el Alejandro Villanueva de Chincha en Segunda División. Tú no sabías eso. Yo aún no había nacido, mis hermanos sí. Mi papá tenía una chapa jodida. Antes trabajaba en una cooperativa, era cajero… también ha ‘pellizcado’, creo (risas).
Después, en vacas flacas, se fue a Trujillo, luego a Huamachuco, y ahí conoció a mi madre. Ambos son docentes. Ahora trabaja en la UPT de Trujillo.
¿Qué tal alumno eras en el cole?
¡Matemática pura era lo mío! Mentira, tío… ya me estabas creyendo. La verdad, no he sido de los mejores, pero tenía a mi mamá atrás, con la correa (risas). Mis hermanos sí fueron mejores estudiantes. Mi papá siempre decía que la mejor herencia era la educación, y yo le dije: Esa herencia dásela a mis hermanos, que yo quiero jugar fútbol.
¿Y cuándo llegó la San Martín a tu vida?
Fue cuando la San Martín fue a Huamachuco por la fiesta de la Virgen de Alta Gracia. Orlando Lavalle, mi viejo, me vio ahí y me pidió jugar medio tiempo para ellos, porque ya había anotado para la selección de Huamachuco. Al final, ¡anoté para los dos!
¡Claro! El ‘Chino’ Rivera me subió a Primera. Me agarraron a patadas: el ‘Chino’ Contreras, Atilio Muente, ‘Flemita’ Pérez. Me dolía como la p... pero no podía mostrar debilidad. “¡Cómo aguanta ese cholo!”, decían.
Estaba viendo el segundo tiempo y me río solo cuando te veo entrar. Tu DT (Desio) es un zorro viejo.
Tiene lectura y personalidad. Trabajé con él en Santos, era el asistente de Sampaoli. Es un tipo amigable, pero cuando te tiene que putear, lo hace.
Cuando viene el penal ante Alianza, ¿tú agarras la pelota o ya te tocaba patear?
El que patea es Carlos Garcés. Él ya había salido, pero le tengo respeto y cariño. Cuando no está el ñaño, yo soy. Los compañeros me sacaron de la gresca y me dijeron: “Concéntrate en el penal”. Yo soy hincha de Alianza Lima, tú sabes, pero venía de marcar con ADT de visita, y para avanzar a la fase de grupos de la Sudamericana... había que dar el paso.
Lo primero que hice después del gol fue agradecer a Dios, porque aquí hay varios compañeros creyentes que tienen un grupo de oración, y en un momento me ‘jalaron’. Ellos veían que yo no estaba bien. Termina el entrenamiento y me quería ir… Todo es un proceso. La gloria es de Dios. Todo es por Él, por el de arriba.
¿A qué futbolista admirabas de niño?
A Ronaldinho y Ronaldo. El Mundial de Corea-Japón 2002 lo viví a mil. Como hincha de Alianza, tenía referentes como Waldir, pero cuando me tocó ver la época de Jefferson... ¡qué jugador! En la vereda del frente también veía a tu equipo y me gustaba el ‘Cholito’ Sotil. El ‘Chorri’, ‘Kukín’… jugadores bravos. Jefferson era bravo por derecha, suelto, de doble punta.
En Rusia jugó hasta de lateral derecho...
¡A mí me pusieron de nueve! ¿Tú qué dices, la hago? En Rusia, en el Krasnodar, me pusieron de falso nueve para la Europa League ante el Sevilla. Nos fue bien, ganamos y casi hago gol. Pero lo mío era otra cosa… yo me recogía, saboreaba. En Brasil era distinto.
Allá estás en el ranking con Paolo…
No, no, Paolo es otra cosa. Él dejó la puerta así de grande (abre los brazos). Es como en Holanda: Jefferson dejó la puerta también así de grande… Llegó Manco y la cerró. Después llegó Beto Da Silva ¡y dejó la casa sin puerta! (risas).
Mira, en su momento le escribí a Reimond, porque en este momento que está pasando se va a equivocar, y va a ir aprendiendo. Él ha jugado al fútbol, sabe cómo es esto. Solo le pido que tenga balance. Como futbolista, tiene que quedarse con lo mejor que vivió, y ya está. Nada más.
Tú lo tuviste en Aurich...
Sí, y no creo que sea un muchacho con mala intención. Pero él sabe cómo son las cosas. A veces se suelta, y tú sabes cómo es este medio. A veces me ven en un programa, en otro, pero eso me libera. Prefiero eso a estar metido en otras cosas.
¿Cómo fue cuando te fuiste de Huamachuco a la San Martín?
Duro, Halcón. Mi papá me fue a dejar a la casa de una tía. Cuando se subió al taxi para ir a Fiori, rumbo a Trujillo, por la ventana me dice: “Te amo, hijo”. Yo corrí detrás del taxi y le grité: “¡No me dejes, con…!”. Mi papá se bajó, me abrazó y nos pusimos a llorar. A mi mamá también le costó dejarme. Yo tenía solo 14 años.
¿Y en el club ya tenías todo?
Alberto Masías me llevaba a Plaza Vea y me compraba vitaminas, todo. ¡Y yo vendía las vitaminas! (risas). No sabía tomar micro, Halcón. Tenía que ir al Cultural Lima y me subía a un bus que me paseaba dos horas por Lima. Encima tenía un gorrito, me abrieron la ventana y ¡juaaa!… Hasta que Alberto me dijo: “Quédate a vivir en la Villa Universitaria”.

¿Te acuerdas de tu debut?
¡Claro! El polo en mi debut me llegaba hasta la rodilla. Debuté en Trujillo ante Vallejo. El ‘Pompo’ y el ‘Conejo’ estaban en ese equipo. Varios bravos en el campo... y también afuera.
¿Cómo era ese vestuario?
Había gente de peso en el equipo: el ‘Churrito’, Leao, Pérez, Contreras, el ‘Búfalo’ Ovelar... ese era bravo. Y mi tío Pedro García, que era más duro que talón de indio.
Tío, tú sabes que te quiero, pero la voy a contar.—Sobrino —me dice—, yo recién había firmado mi primer contrato, era mi primer viaje en avión con ellos. Estaba viendo las golosinas para comprar y viene Pedrito, agarra una lata de Pringles y me dice: “Sobrino, págamelo porque me he olvidado la billetera”. Hasta ahorita me está pagando.
¿Cómo te fue en Unión Española de Chile?
Fui tranquilo, por seis meses. Y cuando me ponen, me dan la ’10’. Jugué bien, me creía Carlos Lobatón. Me empezaron a llamar ‘ceviche’, ‘barrio picante’... ese año salimos campeones. La última fecha, contra Colo Colo: la abro, centro y ¡gol! Campeón desde el arranque.
¿Y en el Rayo Vallecano?
El que me llevó al Rayo desapareció y apareció después con Lucho Advíncula. A los dos nos ‘pellizcó’. Tú lo conoces… estuvo en ese famoso 6-0 contra Chile, jajaja. Jugaba con una vincha, tipo Rambo.De eso se aprende: la plata se acaba y no te llevas nada.

¿Cómo fue tu adaptación en España?
Tuve un entrenador bueno, pero con otra dinámica. Lo mío era huacha, sombrero… pero a él no le gustaba. Debuté y fue despedida. Jugué ante el Atlético de Madrid y no me puso más. Me mandaron a la filial, que estaba en Tercera, y lo dejamos en Segunda. Fue una experiencia.
Luego vuelves al Perú…
A mi rico Alianza Lima, al más grande.
¿Es verdad que tuviste la posibilidad de irte a la ‘U’?
Es verdad, me llamó Chemo. Yo estaba en el Rayo, en España. Me llamó y yo le dije que no. Le agradecí por la llamada, por el interés, igual que con lo de Vallejo, pero le dije que iba a ver una oportunidad más en Europa.
Conseguí una chance en la Segunda de Francia, en el Arles Avignon. Nadie sabía esa. Había nacido mi hijo y decidí regresar. Alianza Lima me llamó. Salió lo de la ‘U’ de nuevo, con una verdadera candela… pero ni la candela pudo: me fui a Alianza Lima.
¿Quién te recibe en Alianza Lima?
Una administradora, Susana, creo. Me recibe el ‘Cucurucho’, Totito, el ‘Zorrito’, Forsyth, el ‘Colo’ Ibáñez, Gabi Costa. Y el entrenador era Sanguinetti. No jugábamos mal.La empecé a tocar con Gabi Costa y se empezó a contagiar. Lo que él necesitaba era alguien que lo entienda.
Todo estuvo bien hasta que tuve un inconveniente con el profe Sanguinetti. El año pasado lo vi en UTC, y tengo buena relación con él, pero solo hubo un chispazo.Jugábamos 4-2-3-1, y para la final cambió todo el esquema: me pone por izquierda y pone a tres volantes de marca.
Yo le dije Profe…Y me contestó ¡Yo mando aquí! ¿Sabes qué, c...?, le dije. (Se para e hizo el ademán de irse). La verdad, no era lo debía hacer, pero yo estaba jugando bien. Llegué a la final, era figura y el equipo repartía ‘cacao’.
¿Te mandó a la congeladora?
De repente tuve episodios no tan buenos, pero futbolísticamente estaba bien. Me disculpé, y al año siguiente hicimos la pretemporada en España. Me congeló: no me ponía nunca.
Después vino el repechaje con Huracán por la Copa Libertadores. Nos metieron cuatro en Matute. Salía con Cedrón y Araujo, escucho un tabazo en la lata del carro y me bajo. ¡No era válido, pues! ¿Por qué con el carro?Se bajó Miguel y sacó el matamoscas.En Alianza Lima me convoca el profe Gareca. De ahí me voy a México.
¿Cómo fue lo de México?
El ‘Maño’ Ruiz me lleva a México. El empresario que te comento hizo la jugada con Tigres y me prestaron a Toluca. Llego a Toluca... y la rompo.
Copa Libertadores ante Sao Paulo, octavos de final. En la ida entré en el segundo tiempo, cuando íbamos perdiendo 4-0. El DT de ellos era el ‘Patón’ Bauza. En la vuelta fui titular. Les hicimos el 2-0. Dijimos: lo volteamos.Nos hacen el descuento: 2-1. Después metimos el 3-1, pero no nos alcanzó.
¿Ahí qué pasó?
En el entretiempo se me acerca un asistente del ‘Patón’ Bauza y me pide el número. No se lo podía dar allí. Le dije:—Profe, no… ahora no. Cuando acabó el partido, y ya eliminados, me quedó sonando ese pedido. Le dije al ‘Burrito’ Mariño: Anda, dale mi número al técnico en vestuario de Sao Paulo.
¿Tú eres el hermano de Cueva? le dijeron Dile que vaya al Marriott del aeropuerto. Fui. Le dije que trabajaba con este empresario… y me compraron por 3 millones.

¿Con Bauza jugaste bastante?
El ‘Patón’ Bauza me había pedido. En mi puesto jugaba Ganso, pero se lesiona. Y el DT me dice: Te voy a poner donde te gusta jugar. Y no salí nunca más. Ganso se fue al Sevilla con Sampaoli.
¿Con qué partido te quedas allá?
Con el clásico en el Morumbí. Ese día los hinchas me empezaron a gritar: “¡Cuevadinhaaa!”.Le metimos cuatro a Corinthians. Tres asistencias y un gol mío.¡60 mil personas en el estadio! Íbamos ‘cero a cero’, cobran penal... hago la ‘Cuevadinha’, la pico, y celebro como Riquelme. Ese día me pusieron: ‘Matador de Gallinas’ porque así le llaman alos hinchaslde Corinthians .
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