“El nuevo ministro va a ser un o una profesional de altas capacidades, con mucho conocimiento sobre la seguridad pública”, declaró el premier Alberto Otárola, un día antes de que se nombrara en dicho portafolio al general PNP (r) Víctor Torres Falcón.
Una serie de hechos evidencian que la versión de Otárola estaba lejos de la verdad: Torres no figuraba públicamente entre las alternativas, pero su designación ya estaba tomada.
Fuentes palaciegas aseguran que fue recomendado por el ministro saliente, Vicente Romero, quien se vio obligado a renunciar a ese cargo luego de que el Congreso lo censurara. Romero era uno de los engreídos de Otárola, pese a su clamoroso fracaso en la lucha contra la inseguridad. Formaba parte de su triunvirato con el inamovible ministro de Defensa, Jorge Chávez Cresta. Su censura provocó la ira del premier.
Otárola aconsejó a la presidenta Dina Boluarte aceptar la propuesta de Romero en agradecimiento por haberse ‘inmolado’ políticamente, pues –según ellos– su censura fue injusta.
“Vicente Romero y su reemplazante Víctor Torres son amigos íntimos. Se graduaron juntos en 1980. Son de la promoción ‘Los Audaces’ de la antigua Guardia Civil”, me cuenta un amigo de su entorno.
El nombramiento de Torres, el martes pasado, ha causado profunda extrañeza en la inteligencia policial. Era un general poco conocido. Su máximo cargo de importancia fue la jefatura del Frente Policial del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) el año 2011. Las funciones de ese cargo, sin embargo, son estrictamente administrativas. Como también lo es la jefatura del Estado Mayor de la Policía, que desempeñó en 2014.
Pero lo que más preocupación causa es el hecho que Torres pasó al retiro hace diez años y en los últimos tiempos vivía en Estados Unidos, en calidad de residente. Para obtener una residencia estadounidense el postulante tiene que demostrar que reside varios años en ese país.
Ahora va quedando claro que las invitaciones que hizo la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) a los generales Miguel Lostaunau y José Baella, que supuestamente asumirían la cartera del Interior, era una estrategia del Gobierno para demostrar que se estaba dando el tiempo necesario para elegir al mejor. Nadie sabía que, en ese mismo momento, Víctor Torres ya se estaba probando el fajín ministerial, gracias a su padrino Vicente Romero, aunque él niega haberlo recomendado.
No importó que Torres tuviera una denuncia por violencia familiar, como lo reveló la periodista Juliana Oxenford. Ese hecho, según la fuente palaciega, fue advertido por un funcionario que se encargó de ‘filtrarlo’, pero Otárola no retrocedió, pues –según su razonamiento de abogado– esa denuncia fue archivada. Lo mismo repitió Torres cuando la prensa le preguntó sobre eso.
El nuevo ministro dice que su gestión contra la criminalidad será “en la calle”. Conocido por su carácter temperamental, lo más probable es que recurra a espectáculos mediáticos, pero le damos el beneficio de la duda. Nos vemos el otro martes.
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