La madrugada en el Hospital Augusto Hernández Mendoza de EsSalud, en Ica, dejó una herida profunda imposible de cerrar sin respuestas claras. Aunque la Policía Nacional recuperó al recién nacido raptado y lo devolvió a la familia, la madre exige una prueba de ADN antes de abrazarlo con seguridad. Continúa en shock, aún adolorida por la cesárea y hundida en una crisis emocional que la impide incluso amamantar.
Su hermana, María Condori, explicó que la joven madre estaba bajo los efectos de la anestesia cuando ocurrió el secuestro. Apenas pasó unas horas con su bebé y hoy no puede describir características que le permitan reconocerlo sin dudas. “No tiene la certeza. Necesita el ADN para asumirlo como suyo”, dijo en medio de la angustia que rodea a toda la familia.
El caso tomó mayor dramatismo al saberse que el bebé habría sido manipulado y cambiado de ropa mientras estuvo en manos de la secuestradora. Las dudas golpean la estabilidad emocional de la madre, quien teme acariciar a un niño que quizá no sea el suyo. Por ahora, el pequeño recibe fórmula en lugar de lactancia materna, mientras la mujer intenta recuperarse de un trauma que aún no logra procesar.
La familia implora que la Fiscalía acelere el resultado del ADN, pues les informaron que la espera podría tardar entre 20 y 30 días. El padre del bebé confirmó que una brigada fiscal acudió al hospital para recoger las muestras biológicas necesarias. “Estamos avanzando, pero necesitamos los resultados cuanto antes”, declaró a RPP Noticias.
Ambos padres acudieron también a Criminalística para brindar su testimonio y facilitar las diligencias. El proceso ha sido agotador. A pesar de registrar oficialmente al bebé en RENIEC, la institución les advirtió que el acta definitiva solo podrá emitirse cuando el ADN confirme la identidad biológica del niño, retrasando aún más la tranquilidad que tanto buscan.
Para la familia, se deben esclarecer las fallas graves de seguridad que permitieron que la secuestradora —una extrabajadora del hospital— ingresara vestida como técnica de enfermería, retirara al menor simulando un procedimiento y lo escondiera en una maleta para salir sin ser advertida. Todos exigen explicaciones.
A pesar de que el menor fue recuperado sano, la madre continúa devastada. Apenas soporta los recuerdos, no quiere quedarse sola y teme por sus otras dos hijas, que se encuentran en Palpa. “Ella sigue en shock. No puede dar de lactar, no reconoce al bebé y necesita apoyo psicológico urgente”, relató su hermana.
En medio del dolor, insiste en que la prueba de ADN es el único camino para recuperar algo de estabilidad. Solo así podrá recibir al bebé con la certeza que le robaron la madrugada del secuestro.
Mientras tanto, EsSalud informó que brinda acompañamiento psicológico a la familia y colabora con todas las diligencias fiscales, entregando documentación y permitiendo el acceso a los ambientes involucrados.
La investigación policial señala que Shayra Sandy Puza Hernández, extrabajadora del hospital, ingresó al área de neonatología haciéndose pasar por técnica de enfermería. Tras cambiarse la indumentaria y simular un procedimiento, retiró al bebé y logró salir sin levantar sospechas. Horas después, fue ubicada y detenida en su vivienda, donde se encontró al menor.
La mujer aceptó haber fingido un embarazo durante meses e incluso organizó un baby shower para sostener la mentira. Hoy afronta exámenes médico-legales y una pericia psicológica para determinar su estado mental. La Policía revisa cámaras internas y del C5 para descartar la participación de terceros.
Para la familia, la versión de un falso embarazo no basta. María Condori no descarta que se trate de una red dedicada a la trata de personas y pide no bajar la guardia. “Queremos saber quiénes más están involucrados”, insistió.
Entre el miedo, la confusión y la espera, los padres solo tienen un pedido claro: que la prueba de ADN se agilice para saber, por fin, si el bebé que recuperó la Policía es realmente su hijo. Solo entonces podrán empezar a sanar.
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