Aquellos tiempos en los que el golpista Pedro Castillo nombraba a pésimas autoridades para dirigir el país, una peor que la otra, han regresado. Su sucesora, Dina Boluarte, parece querer superarlo con designaciones escandalosas que solo perjudican al país y a ella misma.
El miércoles eligió como presidenta ejecutiva del Seguro Social de Salud (EsSalud) a Rosa Gutiérrez. Sí, la que fue ministra de Salud y tuvo que renunciar por su desastrosa labor para enfrentar la epidemia de dengue.
Es un insulto al país y a los familiares de los más de 150 mil contagiados y 186 fallecidos que sucumbieron a esa enfermedad durante su gestión. Hasta hoy recordamos las escenas de dolor de sus familiares, especialmente en mi natal Piura, que no podían internarlos porque las postas reventaban, no había personal y ni siquiera medicamentos.
Fue una ministra que, en el momento más difícil de ese caos de salud, le interesó más su vanidad que dedicarse a combatir la epidemia. Según reveló Graciela Villasís, jefa de la Unidad de Investigación de El Comercio, durante los quince días que ofreció acabar con el dengue, Rosa Gutiérrez se sometió a una lipoescultura para mejorar su silueta.
Aunque la exministra negó esa mención –”desmiento categóricamente las versiones referidas a que fui sometida a una intervención quirúrgica estética”, dijo–, su repentino y notable cambio físico fue la comidilla de los Consejos de Ministros. Uno de ellos, de aquellos chacoteros que nunca faltan, la bautizó como ‘la Barbie’ del gabinete.
Lo que sí está probado es su figuretismo y frivolidad. En plena pandemia, en una visita que hizo a Piura, ordenó posar a todo su personal, con ella a la cabeza, para tomarse una foto “en acción” y luego colgarla en sus redes sociales.
Varias hipótesis han surgido en torno a su controvertida designación. Se dice que el Gobierno no tiene cuadros técnicos, lo cual no es cierto. En el país y en el sector público existen profesionales destacados, honestos y con experiencia para ocupar un cargo de esa magnitud.
Lo que en realidad ha sucedido, según fuentes de este columnista, es que Boluarte y el premier Alberto Otárola necesitaban una persona de confianza en EsSalud. Como se sabe, en estos momentos la fiscalía investiga un sospechoso pago de S/ 41 millones que hizo esa entidad a una empresa privada durante este régimen en tiempo récord y en el que estaría implicado Otárola.
El pago fue por una compra de medicinas que se realizó en el gobierno del expresidente Martín Vizcarra. Por cierto, Vizcarra celebró el retorno de su amiga Rosa Gutiérrez, quien fue una de las fundadoras de su partido. “(…) Hoy regresa recargada en otro rango ministerial”, escribió en su Twitter. ¿Pura casualidad?
La presidenta se ha disparado a los pies y proporcionado municiones a los violentistas que mañana se preparan para la ‘tercera toma de Lima’. ¡Jalada! Nos vemos el otro martes.
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