No lo escribió para un juez ni para un fiscal. Lo escribió, según ella misma dijo, porque ya no podía callar más. En hojas rayadas y con letra firme, Liseth Albina Cruz Ruiz, conocida como ‘La Patrona’ o simplemente la mujer de ‘El Monstruo’, dejó constancia de una relación que, desde la adolescencia, se fue hundiendo en la violencia y el delito. “Lo que empieza mal, siempre termina mal”, anotó al inicio de un cuaderno que hoy está en manos de Panorama.
El diario fue escrito durante su reclusión en el Penal Anexo Mujeres de Chorrillos, donde cumple 36 meses de prisión preventiva por el presunto delito de organización criminal. En sus páginas, Liseth no solo cuenta su historia personal, sino que traza el recorrido íntimo de Erick Moreno Hernández, alias el ‘Monstruo’, uno de los criminales más buscados del país.
“Yo al papá de mis hijas lo conocí cuando tenía 15 años y él tenía 16. Un amigo en común que estudiaba conmigo en el mismo colegio le dio mi Messenger”, escribió. Lo que empezó como un vínculo adolescente terminó, según su relato, rodeado de armas, golpes y miedo.
Las anotaciones describen escenas que se repiten con crudeza. “Un día llegó borracho y con un arma al cuarto”, dejó escrito. En otro pasaje, recordó cómo una discusión se convirtió en una amenaza directa: “Le reclamaba algo y empezaba a gritar; fue entonces cuando sacó el arma y, para asustarme, me apuntó. Se le escapó un disparo”.
Liseth también relató cómo el entorno criminal era parte de la rutina. “Siempre paraba con la moto y no faltaban los amigos que lo llevaban a matar”, escribió al referirse a las reuniones de Moreno Hernández con personas que, según ella, se preparaban para cometer nuevos ataques.
En una comunicación telefónica con Panorama, confirmó que todo el contenido fue escrito por ella. “Sí, eso es lo que he hecho yo. Quiero hablar todo. Estoy cansada”, dijo desde prisión, cuando le preguntaron por el cuaderno.
Uno de los episodios más duros está ligado a un cumpleaños. “Le había llevado una torta y me la botó. Estaba mareado, lo desconocí por completo”, narró. Luego vinieron los golpes. “Me pegó con tanto odio que no recuerdo en qué momento se fue. Al despertar, tenía el rostro hinchado y a mi hija llorando”.
El diario también reconstruye los primeros pasos del ‘Monstruo’ en el delito. Según Liseth Cruz Ruiz, su primer robo ocurrió en Ica, en una panadería donde trabajaba. “Con el tiempo me enteré que él venía huyendo de Ica, porque había robado un dinero”, escribió.
Otro punto clave, según su testimonio, fue su internamiento en el centro juvenil Maranguita. Lejos de rehabilitarse, sostuvo que allí afinó su camino criminal y amplió sus contactos, lo que más adelante lo llevaría a liderar la organización criminal Los Injertos del Cono Norte.
La huida del país ocupa varias páginas del cuaderno. “Yo había salido del país y ya estaba con ocho meses de gestación. Empezaron a amenazar donde vivía mi mamá”, relató. Primero Bolivia, luego otros países, siempre bajo el temor constante de represalias.
En Bolivia, escribió, la situación se volvió más precaria. “Hubo momentos que no tenía para cubrir mis gastos”, anotó, mencionando a una mujer llamada Grace como apoyo económico en esa etapa. También dejó constancia de enfermedades de su hija y de la ayuda que recibió de su hermana, hoy también recluida.
La historia continúa con desplazamientos hacia Argentina y Paraguay, donde finalmente Erick Moreno Hernández fue capturado. “Cuando yo llego a Bolivia, iba a ser momentáneo… pero él decía que mis hijas corrían riesgo”, escribió al explicar por qué permaneció lejos del Perú.
Hoy, Liseth Cruz Ruiz es señalada por la Policía como presunta mano derecha de Los Injertos del Cono Norte, acusación que ella rechaza. En su diario y ante las cámaras, insiste en que no participó en los delitos y que su intención es delatar a quien, según sus palabras, “se convirtió en mi verdugo”.
Antes de cortar la llamada con Panorama, dejó un último pedido: “Que dejen de ensañarse con mi familia. He pedido garantías, por favor”. Su diario queda como una versión escrita desde una celda, una historia que ahora deberá ser contrastada en el proceso judicial.
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