Desde España, Jeff Jarol Hidalgo Infante, alias Cachete, habría seguido paso a paso el ataque que terminó con la vida del alférez Jhordy Escobedo la madrugada del 23 de octubre. Según la Fiscalía, el lugarteniente del temido ‘Monstruo’ lideraba una banda de robacarros de alta gama que operaba en Lima, incluso a miles de kilómetros de distancia.
Esa noche, los asaltantes recorrían Comas y Carabayllo buscando un vehículo que arrebatar. A bordo, uno de ellos —conocido como Pelado— mantenía una comunicación abierta con ‘Cachete’, quien desde España daba indicaciones, de acuerdo con las declaraciones de los detenidos.
La historia empezó a aclararse con la confesión de Máximo López Yllaconza, ex policía pasado al retiro, quien aseguró ante Homicidios que Pelado señaló el objetivo apenas vieron una camioneta blanca estacionada con una pareja al interior. “Ese es para llevarlo”, habría dicho el prófugo Flavio Moreno Oscco.
López narró que bajó armado del vehículo rojo y se acercó a la camioneta. No bien llegó, escuchó los primeros dos disparos. La escena se volvió un caos: la joven que iba de copiloto escapó hacia un pampón, mientras el alférez Escobedo reaccionaba, encarándolos con su arma.
Según su testimonio, López respondió abriendo fuego tres o cuatro veces. El ataque, que empezó como un intento de robo, se convirtió en un enfrentamiento en segundos. En paralelo, desde España, ‘Cachete’ habría permanecido conectado, atento al resultado, según los detenidos.
Otro de los investigados, Kevin Gamarra Bustamante, confesó que el verdadero cabecilla era Cachete, quien “dirige desde el extranjero a todo el grupo”. En esa línea, la Fiscalía sostiene que no se trataba de un hecho aislado, sino de una organización criminal con roles definidos, órdenes claras y operaciones coordinadas desde fuera del país.
Tras el crimen, la Policía confirmó que la banda habría intentado antes robar otras camionetas a pocas cuadras del lugar. Las cámaras de seguridad muestran su recorrido por toda la zona norte, buscando un objetivo que ofreciera oportunidad y resistencia mínima.
La Dirincri estableció luego que López fue quien disparó después de que el alférez Escobedo sacara su arma para repeler el asalto. Sin embargo, la presencia de un mando remoto —presuntamente ‘Cachete’— es la pieza que completa el rompecabezas del operativo fallido.
Las autoridades coinciden en que la estructura criminal no perdió operatividad pese a la captura del líder principal, conocido como ‘El Monstruo’. Su lugarteniente habría mantenido el control desde Europa, supervisando acciones y dando la venia final para cada golpe.
Por ello, el Ministerio Público ha tipificado los hechos como parte de una organización criminal, sumando cargos que podrían derivar en cadena perpetua para los implicados. Los detenidos Alfredo Huaripoma, Máximo López y Kevin Gamarra cumplen nueve meses de prisión preventiva mientras avanza la investigación.
El trayecto de la fuga quedó grabado en video. Ninguno logró llevarse pertenencias: la balacera frustró el robo y dispersó a la banda. Ahora, cada declaración apunta a una misma figura: Cachete, el peruano que habría seguido todo desde España como si estuviera sentado en el asiento trasero.
La División de Homicidios continúa rastreando a los prófugos, entre ellos Pelado, el nexo directo con Cachete. Todo indica que, desde el extranjero, aún intentaban influir en el crimen organizado en Lima Norte.
Hoy, las pesquisas se concentran en ese mando a distancia. Los detenidos han hablado. Y en cada versión, un nombre se repite con insistencia: Cachete, el hombre que habría dirigido un asesinato a miles de kilómetros, como si la distancia no existiera.
Contenido GEC