Los restos de la menor de 10 años secuestrada y asesinada por Julio César Arquinio Giraldo en Barranca vienen siendo velados por sus familiares, amigos y vecinos. El macabro crimen ha levantado la indignación de la comunidad, la misma que exige la pena máxima para el asesino confeso.
Tras permanecer unos momentos en su casa, el cuerpo de la menor de 10 años fue paseado por las calles de Barranca hasta llegar a su colegio, donde le ofrecieron una misa. Sus padres exigieron la máxima pena para su asesino.
Julio César Arquinio Giraldo ya tenía en la mira a su víctima. Según las primeras investigaciones, el Monstruo de Barranca siguió a la menor durante dos semanas antes de su asesinato. Incluso testigos aseguraron que lo vieron rondando su colegio.
El pasado sábado por fin cumplió su cometido. Se acercó a la niña que estaba vendiendo gelatinas frente a una losa deportiva de Barranca y le prometió comprarle todos sus productos. Con esos engaños, la llevó hasta un mototaxi, que habría sido conducido por su primo, y se la llevó a una casa abandonada.
La menor estuvo encerrada en la vivienda, amarrada y amordazada para que sus gritos no alertaran a los vecinos. El domingo le dieron de comer y se la llevaron a una acequia, donde quisieron abusar sexualmente de ella.
La niña se resistió al ultraje, por lo que Julio César Arquinio Giraldo, embargado por la cólera, descargó toda su ira contra su víctima. La golpeó en la boca y la ahorcó hasta quitarle la vida. Luego, quiso despistar a la policía indicando que vio a la menor con otro sujeto.