Por: Miguel Ramírez
“Los odiosos sufren porque ‘sus’ presidentes se vendieron y ellos no tienen nada que decir ni preguntar sobre mí. Aquí estoy”, escribió el expresidente Alan García. En los últimos días, García ha lanzado un huaico de mensajes por Twitter parecidos a sus interminables discursos de antaño, donde hacía gala de su verbo florido. En todos sus escritos, García se ufana de ser el único presidente a quien no se le ha probado ningún caso de corrupción.
El libro ‘El caso García’ -escrito en 1994 por el exdiputado Pedro Cateriano y reeditado hace unas semanas- lo desmiente categóricamente. La obra es trepidante, sencilla de leer, describe paso a paso la investigación que, en 1990, realizó una comisión de la Cámara de Diputados, integrada por Cateriano, que descubrió que Alan García se enriqueció ilícitamente durante su primer gobierno (1985-1990).
Cuando Alan García asumió la presidencia era un político austero, sin mayor riqueza. Declaró que su único bien personal era un reloj Omega de oro, valorizado en USD 15 mil, que le había regalado su amigo Kim Il-sung, el temible y eterno dictador norcoreano, muerto en 1994. Ambos eran amigazos. Recuerdo que en la revista ‘OIGA’ publicamos que el gobierno norcoreano financió la campaña electoral de García con miles de dólares, los cuales fueron entregados en una caja de zapatos durante una recepción diplomática.
Antes de ser presidente Alan García vendía ajos, pero su negocio no prosperó. Cuando fue llamado a declarar, contó que en 1977 se dedicaba a la exportación de ese alimento. “No sé si era viveza del asociado, pero decía que los ajos merman con el calor, entonces el peso que llegaba era menor. También me decía que tenía que pagar en cada garita un cupo por los tres camiones. El negocio fue muy malo”, declaró.
En 1984, cuando inició su campaña electoral, Alan García tenía ingresos legales de USD 5.244, que recibía como diputado. Esa cantidad apenas le alcanzaba para el pago de impuestos y gastos de familia.
Su mala suerte cambió durante los cinco años que ejerció esa primera presidencia: se volvió millonario. Las pesquisas de la comisión parlamentaria descubrieron la participación directa de Alan García en grandes negociados que se realizaron durante su gestión, como el Tren Eléctrico, la compra de los Mirages y la colocación de nuestras divisas en el mafioso banco BCCI, entre otros más.
Tiempo después, la Fiscalía y la Corte Suprema comprobaron las imputaciones por enriquecimiento ilícito del expresidente. Alan García esperó pacientemente muchos años en el extranjero hasta que su caso prescribió, pero jamás fue absuelto.
El libro de Pedro Cateriano debería ser lectura obligada para todos los peruanos, sobre todo de los jóvenes, ya que desconocen la historia de un político como Alan García que, de ser austero, se convirtió en uno de los más adinerados del país. Nos vemos el otro martes.
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