Mi amigo, el fotógrafo Gary, llamó al restaurante e hizo su pedido por delivery: una sabrosa chanfainita con arroz blanco graneadito y rocotito molido. Para tomar pidió un vaso grande, con tapa hermética, de emoliente fresquecito. “María, después de tiempo se comunicó con la Redacción el periodista y marketero ayacuchano Malcom Mendocha y me dijo apenado: ‘Sentí tristeza cuando se apagaron las luces del genial actor argentino y productor de teatro Osvaldo Cattone. Me contó episodios de la vida del hombre de teatro que se enamoró del Perú.
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Caminando por el emblemático restaurante ‘Haití’, en Miraflores, se detuvo al observar a un niño mirando a la gente comer. Quedó estremecido y puso en sus manos unas monedas. Recordó cuando era estudiante de teatro en Italia y solo pasaba por lujosas cafeterías para oler la comida. Y cómo es el destino… se encumbró con el fastuoso programa ‘Comiendo con Cattone’, vía canal 4.
Con su vena histriónica y carisma se ganó el corazón de los peruanos protagonizando la fantástica telenovela ‘Me llaman Gorrión’, al lado de su querida amiga Regina Alcóver. Hasta que la familia Marsano le entregó el mítico local deslumbrando con ‘Aleluya, Aleluya’.
Hizo brillar y valorar a incontables talentos nacionales como Diego Bertie, en ‘Duelo de ángeles’. El teatro de élite lo transformó en el deleite de las señoras de Comas, La Victoria, Lince.
Cantaba valsecitos. Juntó en un show a Regina, Cecilia Bracamonte y Cecilia Barraza, a quien aconsejó cortarse el cabello cortito, por su tamaño y encanto. Aunque era ateo, tenía la costumbre de reunir al elenco y, arrodillado en oración, pedir a Dios que ilumine a sus compañeros.
Desde que vivía en la avenida Tacna edificó su brillante carrera. En su inmensa casa de playa en Villa La Encantada encontró el reposo el incansable maestro. Abajo el telón”. Pucha, el señor Mendocha conoció a este grande del teatro. Me voy, cuídense.