Mi amigo, el redactor gigantón ‘Barney’, llegó al restaurante por su papa a la huancaína, sus tallarines rojos con pollo, presa grande, y su jarra de chicha morada. “María, leí la excelente columna del periodista, ‘tigre’ de investigación, Miguel Ramírez, sobre las millonarias cuentas de Sendero Luminoso en Suiza.
La historia es alucinante y me la contó ‘El Sonámbulo’, quien cubrió ese caso para un diario -dirigido por un inmenso escritor gringo y gran periodista- que ahora yace en el cementerio de papel.
‘Sobrino -me dijo el veterano periodista- Nelly Evans era una antigua monja que integraba el brazo económico-legal de los terroristas. Nadie iba a imaginar que una cincuentona que había sido religiosa, que vivía en un lindo chalet de Monterrico, podía estar involucrada con la demencial organización terrorista.
Pero ella en 1990 abrió una cuenta en un banco suizo y en menos de un mes le depositaron casi medio millón de dólares. Un mes después 30 mil dólares y en una semana la mujer cedió todos los derechos de ese dinero a Elena Iparraguirre.
Ese año, ya los sabuesos del GEIN le seguían el rastro a la cúpula senderista, sin saber si Abimael Guzmán estaba vivo o muerto. Pero sus pesquisas a Nelly Evans, que en su ‘bolocho’ se internaba en zonas ‘picantes’ para recibir maletines y sobres de conocidos senderistas que administraban la academia para ingresar a la UNI, les dio una pista.
Por pocas horas, cuando los detectives allanaron el chalet de Monterrico y detuvieron a la Evans, se quedaron con la boca abierta. En esa casa había estado unas horas antes Abimael Guzmán. ¡Estaba vivo y en el Perú! Pero encontraron mucho más. Videos del entierro de la esposa del terrorista, Augusta La Torre, para muchos asesinada por Guzmán y su amante Elena Iparraguirre.
Recuerdo que el inmenso director era amigo del presidente Alan García, quien lo llamó y le dijo: ‘Guillermo, manda a tu mejor periodista. Encontramos la videoteca de Sendero. El miserable está vivito y coleando y lo vas a ver bailando Zorba el griego’. ‘Barney’, todos los periodistas políticos se morían por cubrir esa noticia, pero el director me mandó a mí.
Allí me encontré con mi gran amigo Jorge ‘Coco’ Salazar, de Caretas. Esa casa era un museo. Gracias a la intervención, los policías sabían las medicinas que tomaba Abimael, los tragos finos que le gustaban y los cigarros que fumaba. Por ello cayó dos años después en una casa de La Calera.
La ‘pepa’ de Ramírez, que sabemos treinta años después, es que Vladimiro Montesinos también le habría depositado un billetón a esa cuenta para que el ‘tigre de papel’ se debilite en la cárcel y se rinda junto a sus compinches de la cúpula entre las rejas. Lo indignante es que familiares de Iparraguirre podrían estar sacando dinero de la tal cuenta que recién el Estado peruano está reclamando”. Pucha, qué historia tan alucinante. Me voy, cuídense.