La Seño María

Policías en alerta por la creciente ola de inseguridad ciudadana en el Perú

El fotógrafo Gary conversa con la Seño María sobre cómo los hampones cada vez se están volviendo más osados y, por supuesto, ya no tienen códigos.

El fotógrafo Gary llegó al restaurante por unos sabrosos pallares con pellejo de chancho, arrocito blanco y un estofado de carne con ensalada de pepino, rocotito molido y un jugo de carambola. “, el del el último miércoles, en plena tarde, demuestra que los criminales se sienten intocables, aunque la los haya capturado en menos de veinticuatro horas. Los hampones cada vez se están volviendo más osados y, por supuesto, ya no tienen códigos. Porque, aun en los bajos fondos, el lumpen también tenía ciertas normas. Hoy, asaltan y matan sin ningún reparo a niños, mujeres embarazadas y ancianos. En el bus del Metropolitano había viejitos y menores de edad, pero los malditos igual sacaron sus armas y amenazaron con matar a balazos a cualquiera que intentara defenderse. La violencia ya sobrepasó, hace tiempo, todos los límites en nuestro país, aunque un jefe policial haya dicho ayer en una radio que los actos criminales son mínimos en el país, comparados con las miles de intervenciones policiales, sino que el periodismo les da demasiada cobertura.

Creo que ese general está confundido, porque debería preguntarle a las miles de víctimas de ‘raqueteros’, asaltabancos, sicarios, ‘marcas’ y demás delincuentes si comparten su opinión. Hoy, nadie se siente seguro, a menos que sea un alto oficial de la Policía o ministro, porque cuentan con seguridad que todos pagamos. Los peruanos tenemos miedo de salir de nuestras casas. Cuando nuestros hijos van al colegio, la universidad o al trabajo, nos persignamos y rogamos a Dios que los proteja para que regresen sanos y salvos. Que ningún desagraciado los balee para robarles el celular, las zapatillas o la mochila. Desde hace varios años, la Policía ha sido superada ampliamente por la delincuencia. Y si a eso le sumamos que muchos efectivos son corruptos y hasta integran organizaciones criminales, entonces el panorama es más sombrío. Hace tiempo que se necesita que se amplíe el sector de la Policía especializado en investigación, para que se infiltren en las bandas criminales y las desbaraten. La selección de postulantes a las escuelas de oficiales y suboficiales de la PNP debe ser mucho más rigurosa. No se pueden conformar con muchachos que deciden vestir el uniforme solo porque sienten que no les queda otro camino para asegurarse un sueldo mensual. Debe ser mejor pagada, equipada y preparada. Los actos de corrupción en la institución deben ser castigados con mayor severidad. Pero el problema no solo es la Policía, sino también el y el , que muestran un indignante exceso de preocupación por ‘garantizar’ los derechos de los delincuentes, incluso los más sanguinarios y peligrosos, y por eso los sueltan con demasiada facilidad”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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