La Seño María

Pancholón por segunda vez casi no la cuenta

Treinta años de amanecidas le pasan factura al abogado Pancholón y quiere que sus memorias lleguen a manos del escritor Renato Cisneros.

El Chato Matta llegó al restaurante por un riquísimo ají de gallina con papita amarilla, arroz blanco, huevito duro y aceituna. Y para tomar, una cebada calientita con limón para bajar la grasita. “María, me llegó un mensaje urgente de ‘wasap’ del gran . ‘Chatito, baja urgente a mi sauna privado. Solo para los dos. Están cambiando la hierba’.

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Apenas llegué, lo vi más delgado y ojeroso. ‘Chato, tú eres mi hermano, solo a ti te cuento mis secretos. Tú sabes que hace un par de años estuve a un paso de la muerte, en cuidados intensivos y entubado.

Ahora es la segunda vez que casi no la cuento, pero el de arriba me cuida, pese a que soy un pecador. El colon, la próstata, el corazón y los triglicéridos me pasan factura. Son más de 30 años de interminables amanecidas a puro ron, parándole la juerga, trago y la comida a tanto oportunista que se sentaba a mi lado, y cuando estás en cama no se te paran ni las moscas.

Ya perdí la cuenta de las mujeres que pasaron por mi vida, de qué me sirvió alcanzar el récord de Julio Iglesias, si al final lo amores de mi vida son mis hijos y mis viejitos. Te voy a dar las copias de mis memorias para que se las des a un escritor, me gustaría que sea . En mis años mozos cerraba las discotecas más ‘fichas’ de San Isidro junto a Renato Rossini, Meier y ‘Caligulín’. Pasé el casting para ‘Carmín’, pero al final no quise. Ahora me cuentan que Michelle Alexander me está buscando para hacer una miniserie sobre un mujeriego como la de Luis Miguel, pero yo apunto a Netflix o Amazon.

Las chicas se me prendían del cuello y me decían el ‘gordito de los ojos verdes’, pero no era lo mío. Yo soy barrio. Terminaba en la Máquina del Sabor de la avenida Venezuela. Si en mis tiempos hubiera existido ‘Esto es guerra’, yo sería de lejos más que el ‘Pato’ y Nicola.

Por siaca, las encerronas en las casas de playa las inventé yo, en mi búnker de Santa Rosa, pero eso sí, nunca necesité meterle nada al trago para campeonar. Ni patán ni atorrante. Por mi búnker desfilaron reinas de belleza, modelos y bailarinas. Las ‘Chicas Tulum’ no me hacen ni cosquillas. Y por siaca, yo no soy paganini como el gilazo de Chotillo.

Pero estuve tirado en una cama y a mi costado solo había enfermeras. ¿Dónde están todos esos hinchas y camarones que me pasaban? Botaba la plata que ganaba en la radio, miles de dólares. Lo peor es que la mujer que me juró amor eterno se arrancó cuando me vio mal y bajo de ‘fichas’.

Chato, la vida te enseña, la mujer que vale, así como está contigo en los cruceros por Miami y hoteles 5 estrellas, cuando estás postrado en una cama, si te ama, tiene que limpiarte el popó, alcanzarte el papagayo y dormir en un sillón a tu costado. No estar haciendo números a ver si te mueres. Agradezco lo que me ha pasado porque me ha quitado la venda de los ojos. Mi única satisfacción y lo que me levantó de la cama es ver a mis viejitos preocupados por mi salud. Alucina que ‘Mazamorrita’ me llevaba mi sopita wantán. Lo bueno es que ya estoy mejor. Volveré a ser el ‘tigre’ de toda la vida. El salto del chanchito nunca morirá'”. Pucha, ese señor Pancholón es un caso. Me voy, cuídense.

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