El Chato Matta llegó al restaurante por un tiradito de cachema y un chaufa de mariscos. Para tomar pidió una jarrita con chicha morada. “María, el gran Pancholón me timbró al celular. ‘Chatito, tú sí eres un amigo fiel, no como esos envidiosos y mala leche que andan rogando que me vaya mal. Son perdedores. Estoy afónico de gritar tanto el gol de Araujo, vente embalado a La Caleta de Chucuito, de mi hermano Gabriel, para celebrar con un cebichito el gran triunfo peruano contra Uruguay...’.
Cuando llegué, el abogado estaba con unos amigos y junto a su hermano Marcelo, el uruguayo que vino desde Montevideo para ver el partido de las Eliminatorias en el Nacional. Me quedé sorprendido por la admiración que el charrúa le profesaba a Pancholón.
Con su dejo rioplatense le decía delante de todos: ‘Sos un fenómeno, Panchito, con las mujeres. En el estadio las ‘minas’ no dejaban de mirarte cuando relatabas el gol peruano, con tanta emoción, júbilo y lágrimas en los ojos. Se entiende tu sentimiento y el de todos los peruanos y, no era para menos, pues fue el primer triunfo de ustedes en estas Eliminatorias. Lástima que fue ante mi gloriosa celeste’.
Cuando terminó el partido todo era alegría y Pancholón ya había hecho ‘juego de luces’ con unas ricuras para ir a celebrar el triunfo peruano al Son de Cuba, de Miraflores, donde iba a cantar ‘La Sonerita’ Stefany Castillo.
La ‘mina’ se llamaba Wanda y era una hermosura. Ni bien llegamos a la discoteca, ‘La Sonerita’ lo vio y, ante todos los noctámbulos en el local, dijo: ‘Es un placer que esté con nosotros el viejo zorro Pancholón’. En ese momento Wanda lo miró y exclamó emocionada: ‘¡Tú eres Pancholon! No lo puedo creer, soy tu hincha, leo todas tus historias, la del famoso ‘salto del chanchito’, la sacada de lengüita, que ofreces tu servicio profesional de abogado. Aaaay, papacito, como dicen las paisas de Medellín, ahora quiero comprobar si son verdad todas esas historias que cuentan de ti’.
Pancholón bailó solo una canción y sin perder tiempo se llevó a la mamacita a ‘La Posada de los infieles’, a hacer su faenón. ‘Yo estaba decidido a demostrar que mi fama es de verdad, así que me esforcé en dejar bien a los varones con mi espectacular ‘salto del chanchito’. Fue una noche espectacular.
Todo estaba bonito cuando me llamó la abogada tóxica: ‘Coño, marica, dónde estás, si hace cuatro horas terminó el partido y no llegas a la casa’…. ‘No me esperes, recién voy a llegar el jueves 17, porque me voy a Brasilia a ver a mi Blanquirroja que este martes juega ante el Scratch. Tampoco me llames, mi selección es primero’.
La tóxica estaba indignada y me contestó con rabia: ‘Olvídate de mí, chamo, hasta nunca’. Me dejó preocupado, porque la conozco y sé que ella jamás se queda tranquila. Seguro estaba tramando su venganza, me dio la pensadora y hasta temí que pudiera incendiar el hotel en ese momento’”. Ese señor Pancholón nunca cambiará, es un cochino y sinvergüenza. Ya está viejo y se va a quedar solo, por mañoso. Me voy, cuídense.
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