El Chato Matta llegó al restaurante por un poderoso escabeche de bonito con cebolla crocantita, camotito, su ajicito molido y una porción de arroz blanco graneadito. También pidió una jarrita de chicha morada al tiempo.
“María, el gran Pancholón, el abogado más mujeriego que han visto mis ojos de caminante, me invitó a su sauna privado donde se encierra varias horas. Le dijo a su fiel amigo Richard que le ponga hierba fresca, eucalipto, manzanilla y hierbaluisa. Nos metimos a la cámara de vapor a más de 50 grados.
Salimos para entrar al jacuzzi, pidió dos cervecitas heladas y una salsa que le gusta cantar: ‘Los amigos no se besan en la boca/ Los amigos no se extrañan todo el día gente loca/ Los amigos no se llaman a las 2 de la mañana/ Los amigos no deben dormir en la misma cama/ Los amigos no se conocen todo el cuerpo/ por eso anda ve e inventa otra palabra, no te creo/ Amigos, no por favor/ Amigos, no por favooooor/ porque los amigos no se hacen el amor’...
‘Chatito -me dijo el gordito-, este es mi refugio. Esto me gusta. Vivo estresado con las audiencias y aquí me relajo. El viernes estuve en Matute viendo a mi amada blanquirroja y terminé molido. Los años no pasan en vano, por mi vida han pasado muchas mujeres, nunca he sido malo, siempre canté las cosas claras, pero reconozco que soy inmaduro y me volví podrido desde que era un adolescente y una prima me enseñó cositas ricas.
Después, cuando era un estudiante universitario, Jackie, la chica más linda de mi barrio, me engañó con el ‘Cholo’ de la televisión, que la llenaba de joyas y dinero. Ese feo pagaba capricho. Yo era un estudiante misio que vivía de las propinas de mi viejito ‘Mazamorra’ que me ilumina desde el cielo.
Desde ese día me traumé y quise partir a todos. A veces quiero sentar cabeza, pero no puedo, la tentación me come el cerebro. Tengo amigos de Santa Rosa y abogados que tienen mucho dinero, uno de ellos me invitó la semana pasada a su yate. Fuimos con dos amiguitas y la pasamos muy bien. A mi amigo le gustaba comer y tomar buenos tragos.
Estábamos con la ‘vedette’ y su amiga Carito saboreando un whisky etiqueta dorada y comiendo un tiradito partidor de lenguado. El trago subió y los dos le pusimos la puntería a la ‘vedette’ que se movía más que las bailarinas del programa de la Chola Chabuca.
Después se puso a hacer striptease moviéndose al ritmo de una canción de Bud Bunny. La cosa se puso caliente. Cuando alguien me gusta, me viroleo, saco la lengua, tuerzo la boca y pateo debajo de la mesa. No puedo evitarlo. Y el hombre se dio cuenta. ‘Pancholón -me dijo-, tú eres mi invitado, así que vaya y deje bien a los varones. Yo me arreglo con Carito. Nunca olvides que a la mujer siempre hay que tratarla con mucho cariño y respeto, los atorrantes como Chotillo no corren, verás que después ellas solitas regresan por su vuelto’. Me di cuenta que mi amigo tenía demasiada calidad.
Recuerdo que hice mi mejor faena, el yate parecía el Titanic. Chato, salud por ellas. La vida es una sola, se puede cortar de un momento a otro, por eso hay que disfrutarla. Prometo que ya no voy a partir a mis causas del Callao, me voy a portar bien, aunque es difícil porque ¿alguna vez has visto que un león se vuelva vegetariano? A todas las quiero poseer, moriré en mi ley’”.
Pucha, ese señor Pancholón es un enfermo del sexo, por eso está mal de la próstata y la vez pasada no podía ni orinar. Los médicos le han dicho que pare la mano, pero no hace caso. Me voy, cuídense.
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