Pancholón en el sauna.
Pancholón en el sauna.

El Chato Matta llegó al restaurante por un sabroso arroz con pato y salsita de cebolla, ajicito molido y una jarrita con chicha morada fresquecita. “María, estoy con tremenda resaca, el gran Pancholón me mandó un mensaje de ‘wasap’. ‘Chatito, ya no trabajes tanto, la vida es una sola papá, deja tu carro y ven al sauna que el chinito Richard está cambiando la hierba y va a poner cascaritas de naranja. Tiene hierba fresca, bastante eucalipto, manzanilla, hierbaluisa, romero y encima su toque de canelita, que le da un rico aroma. Vuela’. Nos metimos a la cámara de vapor a más de 50 grados para botar el ron y el estrés. El gordito estaba emocionado cantando uno de sus temas preferidos de Josimar y su Yambú: Yo soy un vagabundo/ Que anda por el mundo/ Derrochando amor/ Yo soy un mujeriego/ Pobre, muy sincero/ Con el corazóooon/ Me gusta la farra y las mujeres buenas/ Vivir con amigos, vaciando botellas/ Me gusta la vida, me encanta el amor/ Soy aventurero con el corazón/ Y a mí me gusta la parranda/ A mí me gustan las mujeres/ Escucharme una buena banda/ Y darle gusto a mis placeres/ Y a mí me gusta la parranda/ Y a mí me gustan las mujereeeeessss... ‘Chatito -me dijo el abogado-, nunca pude estar con una sola pareja, ni cuando estuve recién casado. Siempre me jaló la cochinadita, veía a una chica que me gustaba y mis ojos se viroleaban, pateaba debajo de la mesa, torcía la boca y pensaba ‘va a ser mía, va a ser mía’. Reconozco que soy inmaduro, tengo un trauma y me volví ‘podrido’ desde que era un adolescente y una prima me enseñó cositas ricas. Allí me loqueó.

Cada vez que veía a una mujer, alucinaba que estaba conmigo en la intimidad’. ‘Pancho -le pregunté-, ya estás viejo, ¿no te aburres de la vida que llevas?’. ‘Hijo, soy humano y mi corazón también ha sido golpeado, pero creo que me estoy enamorando de nuevo. Hace unos días salí a comprar pan al frente de mi casa y en la cola vi un mujerón que me impresionó. Ella me miró y sonrió. Hicimos clic. Se llama Maryori, es venezolana, una chica decente que trabaja como cajera en una cebichería. Como le caí bien, le narré un partido de su selección: ‘Se la lleva Soteldo por el lado izquierdo de la cancha, amaga, lanza el balón y entra Rondón, la toca y gol, gol, gooollll. Triunfazo venezolano por mi madrecita’. Te juro que la chamita se emocionó y botó unas lagrimitas recordando su natal Puerto Ordaz. Nos abrazamos y la invité a comer un cebiche a Chucuito el día que descansa. Chato, tú sabes que soy callejero de toda la vida, pero con Maryori me puedo plantar. Creo que he encontrado a mi alma gemela, ya estoy envejeciendo, estoy al tanto de mis hijos, de mi viejita, tengo mis monedas, viajo por el mundo, pero necesito una buena mujer para que me acompañe en mis noches de soledad, a veces me canso de despertar en diferentes hoteles con mujeres que solo pasan el momento conmigo...’. El abogado se puso nostálgico”. Asu, ese señor Pancholón es tremendo cochino y sinvergüenza. No creo en sus palabras, va a terminar viejo, triste y solo. Me voy, cuídense.

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