La Seño María

¿Por qué Pancholón está asustado?

El Chato Matta cuenta la última de Pancholón, quien se lució con el 'salto del chanchito'.

El Chato Matta llegó al restaurante por un seco de res con frijoles y su jarrita de agua de cebada al tiempo. “María, estaba feliz celebrando el triunfo de Perú sobre Paraguay cuando recibí una llamada urgente de Pancholón. ‘Chato, ven a salvarme. La psicóloga me tiene secuestrado en La Posada... creo que tiene un cuchillo. Estoy en el baño’. Después escuché la voz de una mujer desquiciada en el teléfono: ‘Chato, tú sí eres caballerito. No como esta basura de tu amigo’. Y me contó su alucinante historia... ‘Tú sabes que yo me iba a casar con Cachito, un prestigioso ingeniero. Incluso te mandé el parte a ti y a Pancho. Pero una semana antes el gordo me timbró. ‘Amochito, te voy a dar tu despedida de soltera. Click’. No pude resistirme. Tu amigo sabe cómo seducir a una mujer. Me llevó por la ‘Trinchera’ y me invitó un roncito. Con él la pasas bien, Cachito es sonso, solo habla de dinero y carros de lujo. Esa noche, Pancho me mordió la orejita y como jugando me llevó al hotel. Todavía el muy sinvergüenza me dijo: ‘Este siempre será nuestro nido de amor, La Posada, el hostal de los infieles’. Me hizo feliz con su salto del chanchito. Pero nunca le perdonaré que me haya engañado. Cuando yo gritaba de placer, me juró: ‘Tú siempre serás mi mujer, deja a ese tarado de Cachito y quédate conmigo’. No sé qué pasó por mi mente, pero tiré al tacho cuatro años de noviazgo con un hombre bueno y un departamento amoblado en Surco por tu amigo.

Al principio bien, todo era cariño y me iba a recoger a mi casa, pero poco a poco se fue alejando. Me decía que tenía diligencias o que se iba a provincias. Mis amigas me contaron que andaba con una bailarina que salió en la televisión. Una noche lo seguí y lo vi entrar a La Posada con esa mujerzuela. Le pagué 20 soles al cuartelero y escuché cómo gritaban de placer. ‘Así, así. Sigue Panchito, uuuuuyyyy. Aahhhh, sigue, sigue. Nooooo, ay. Uy, noooo...’. Me dio rabia, no aguanté y toqué la puerta: ‘Quién es’ -gritó Pancho. ‘Pisco sour, cortesía de la casa’, contesté. El gordo abrió calato y lo amenacé con mi taco aguja. ‘¡Entra basura! y tú, por la bailarina, fuera de acá, desaparece. Y ni se te ocurra llamar al Serenazgo’. Chato, voy a matar a tu amigo. Mamita -le dije-, estoy a cinco minutos de La Posada. Espérame, tengo algo que decirte personalmente’. Llegué y la llevé a un costado. ‘Samy, te voy a revelar un secreto. Pancho está enfermo, tiene una grave enfermedad al colon. Los médicos le han dado pocos meses de vida. Mejor déjalo que sufra’. ‘Tienes razón. Ese maldito no merece morir rápido. Me voy, pero primero voy a llamar al doctor Chotillo para agradecerle el dato. Fue él quien me dijo que Pancho salía con esa bailarina. Chau, Chato. No te portes mal porque todo se paga en esta vida’”. Pucha, pobre Pancholón, está traumado. Dicen que para encerrado en su sauna privado con los matreros del Lawn Tennis. Eso le pasa por mujeriego. Me voy, cuídense.

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