Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por sus frejoles con arroz blanco y un delicioso seco de cabrito con ajicito molido. Después se pidió un anís calientito para bajar la grasita.
“María, la rectora de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos acaba de dar una gran noticia para los estudiantes. Los exámenes de admisión a esa gran casa de estudios se van a dar de manera presencial. Es decir, ya no será virtual, donde uno desde su casa responde las preguntas. Esa modalidad se prestaba a muchas manipulaciones, ahora que la tecnología ha avanzado demasiado. Otra innovación es que serán cuatro pruebas. La primera, ciencias básicas, económicas, luego ciencias jurídicas y sociales, también ciencias de la salud e ingenierías. Increíble, las inscripciones al examen ahora se hacen por Internet y pueden participar alumnos de cuarto o quinto de secundaria. En mis tiempos, en los años ochenta, tenías que ir a la oficina de admisión para hacer kilométricas colas. El local quedaba frente al Congreso y muchos llevaban sus frazadas para pernoctar hasta las nueve de la mañana en que comenzaban a atender. Los exámenes eran draconianos: cuatro horas para desarrollar hartas materias. Ahora te brindan la facilidad de desarrollarlo en cuatro partes. Pero antes había menos márgenes para hacer ‘trampa’.
Uno terminaba y tenía que ir al colegio donde diste el examen para ver tus resultados pegados en la pared. Si te emocionabas y gritabas ¡ingresé!, ya fuiste, allí nomás desconocidos, a tijeretazos, te cortaban el pelo a coco.
Me acuerdo cuando vi mi nombre entre los ingresantes, puse cara de tristón y los malosos, que en su mayoría no habían ingresado, pero querían pelar cachimbos, vieron mi desolación y me dejaron ir. Ni bien llegué a mi barrio, cambié de cara. Me fui a mi casa. En la noche salí a mi barrio y vi a mi mancha. Ni bien llegué, mi pata Lucho Palomino me metió un huevazo en la cabeza. Ya me iba encima, pero mis chocheras gritaron ‘¡felicidades, cachimbo!’
Recuerdo que a los 16 años nunca me había metido una borrachera, pero esa noche compraron tres botellas de las infames y trepadoras Guinda Huaura y me llevaron casi cargado a mi casa. Mi viejito no se molestó, porque tenía carta libre: era el primero de mi grupo que ingresaba a la universidad. En ese entonces postulaban más de 50 mil alumnos. Ingresaban 4 o 5 mil. El próximo setiembre, los muchachos postulantes a San Marcos podrán dar sus exámenes presenciales. Los que ingresen establecerán vínculos indisolubles con sus compañeros. Vendrán los amigos, las fiestas, enamoradas y mucho más. Y como siempre: su comedor universitario, su ‘burro’ (bus estudiantil). María, esos recuerdos universitarios nunca los olvidaré”.
Pucha, mi amigo Gary quiere a su alma mater, como debe ser. Me voy, cuídense.